CHAPTER. XII

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Todo estaba sumido en la oscuridad...

— ¿Don... dónde estoy? —se preguntó.

La pregunta resonó en ecos hasta que el sonido se diluyó en sus oídos. Parecía estar sumergiéndose en el letargo, sus miembros parecían estar cada vez más pesados de lo habitual, así que no hizo nada para moverlos y solo se limitó a mirar hacia arriba, — o lo que ella creía era arriba, era difícil saberlo, pero estaba acostada en lo parecía ser un estanque... Así que definitivamente miraba hacia arriba —. De no ser por el agua, sería imposible saberlo ya que no había nada... Solo un vacío abismal.

— Estás conmigo — le contestó una voz tenue.

Su corazón había sosegado, y se encontraba en paz. Cerró sus ojos y se dedicó a disfrutarlo.

— ¿Y dónde estás tú? — quiso saber, sintiendo mucho sueño.

En sus pensamientos no había ni la sombra de las angustias que anteriormente tuvieron lugar en su mente, fue como si un régimen de paz y tranquilidad se hubiese instaurado a sus anchas brindándole un momento de quietud. Una sonrisa curvó sus labios, y con sus manos, comenzó a jugar con el agua... Lentamente, y de forma imperceptible para ella, su cuerpo fue sumergiéndose...

— En ti...

...

Kate había dejado de agitarse, facilitándole el trabajo a aquellos desalmados que se regodeaban en su vileza.

Mientras un chico la sujetaba, otro se acercó con unas tijeras en mano, siguiendo al pie de la letra claras indicaciones de la rubia: mutilar su largo cabello negro.

Lo que ni siquiera pudo imaginar, fue que la chica se valió de su confianza, y en un parpadeo había cabeceado hacia atrás, partiéndole la nariz a aquel encargado en sostenerla, logrando librarse. Con rápidos movimientos y golpes certeros despojó al chico del arma blanca y lo confinó al suelo en una llave mortal que, de quererlo y sin el mínimo esfuerzo, podía partirle el cuello antes de que pudiera proferir palabra.

— Ah, ah, ah — musitó con tono seductor, mientras negaba con el índice en cuanto vio a unos cuantos con ánimos de acercarse al rescate de aquella basura que se llamaba así mismo humano —. Si alguien se acerca, le saco los ojos.

Todos retrocedieron despavoridos, otros huyeron aterrados y alarmados... Nadie se pudo imaginar que algo como eso pudiera pasar...

Divertida, acercó sus labios a la cara del ruidoso chico que gimoteaba clamando misericordia por su patética existencia, y le besó. Sintiendo como el poder la favorecía. Jaló dolorosamente su cabello y acercó la punta de la tijera a su mejilla, posteriormente apretó los anillos que constituían sus piernas alrededor de su cuello, atizando sus gritos...

En respuesta soltó una tétrica y frenética risotada que hizo estremecer a los espectadores. Luego acercó sus labios al oído del chico al borde del infarto, al mismo tiempo imprimió más fuerza en el agarre del cabello.

— Eres tan valiente como para hacerte de una indefensa niña con ayuda de tus amiguitos... ¿Eh...? — ironizó. Rio al momento que clavo la punta de la tijera y comenzó a dibujar figuras abstractas —. Que cara tan perfecta... Dime, ¿qué tal si te hacemos unas cuantas cicatrices para que me recuerdes incluso después de tu muerte? Aunque, después que terminemos contigo... Solo quedará recoger los pedacitos.

— ¡No, por favor! Te lo ruego — lloriqueó —. No me hagas daño... Perdóname... Yo no quise hacerlo... Todo fue culpa de Trisha, fue su idea...

Con agilidad la chica giró la tijera y con el mango de esta le asestó un fuerte golpe en la zona frontal. En consecuencia, el muchacho —creyendo que iba a recibir una puñalada se orinó en sus pantalones, y no hizo más que sollozar más fuerte...

Luna Oscura. Perdiéndome a mí mismaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora