CHAPTER. XIX

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«De polvo eres y al polvo volverás...» aquel pensamiento cayó en su mente como gota de agua al caer en el estanque vacío de su inconsciencia.

Despertó.

No pudo distinguir si seguía dormida o estaba despierta, solo había oscuridad a su alrededor.

Poco a poco se percató del espacio que ocupaba ese lugar sin luz, entonces entró en conciencia de que no podía ver su mano incluso teniéndola en frente de su rostro. segundos más tarde todo su estómago pareció revolverse en respuesta de un fétido aroma que fue percibido por sus fosas nasales, el olor era insoportable. Además, bajo su cuerpo había una incómoda humedad... Asqueada se removió buscando levantarse entonces se ayudó con las manos y palpando el piso — el cual yacía empapado de una sustancia pútrida y viscosa — ideó una imagen mental de su entorno, el frio concreto envestido de una capa de líquido espeso...

Alimentando su desesperación, percibió algo con sus manos: una maraña de cabello, luego: un frio rostro. Kate sollozó de miedo sin poder evitarlo... era un cuerpo... estaba encerrada con un cuerpo... ¿Qué clase de pesadilla era esa?

Rápidamente se levantó y comenzó a palpar la pared en busca de una vía de escape, pero en su búsqueda tropezó con un objeto, gritó sin poder evitarlo, pues algo le decía que se trataba de otro cadáver. El aroma nauseabundo la ahogaba, nutriendo su temor ¿en qué clase de prisión estaba?

No podía dar dos pasos sin tropezar con otro cuerpo. Luego de un rato logró dar con una pared. Esperanzada, siguió el frío concreto, pero no dio con ninguna puerta o ventana que le permitiera salir. Allí se dio cuenta que la pesadilla la había perseguido al despertar. Su infierno personal solo iniciaba...

— ¡SAQUENME DE AQUÍ! ¡AYUDA!, ¡AYUDA!, ¡DEJENME SALIR! — imploró a gritos, quedándose sin voz.

Pero nadie atendió a sus suplicas, sin embargo, Kate no planeaba darse por vencida, gritaba para que alguien viniera en su ayuda, esperando que se apiadaran de ella.

Día: 1

Después de un largo tiempo quedó afónica. Entonces Kate se dio cuenta que nadie iba a llegar, siendo cada segundo de soledad una verdadera tortura. Tenía miedo, no veía nada, caminaba en círculos pequeños pues temía tropezar con alguno de los cadáveres que la acompañaban, y que hizo nacer en ella un fuerte sentimiento envidioso, ya que esa persona había conseguido la liberación con la cual ella no era bendecida.

Más de una vez, se fue en vomito por el nauseabundo hedor cadavérico y estragada por la falta de alimentos fue quedándose sin fuerzas...

Sin noción del tiempo sentía su estómago rugir, su garganta rasposa solo se humedecía cuando sus entrañas rechazaban el ambiente que le había tocado afrontar, terribles síntomas que la debilitaban cada vez más...

Día: 2

Toda esa euforia se agotó en su momento. Siendo descartada la idea de salir de allí, se dio por vencida, y arrastrándose por la pared se sentó en el suelo. Su estómago rugía, pero ya no se revolvía, tal vez se había adaptado al fétido olor. Negada a acostumbrarse a la falta de alimento su órgano digestivo protestaba para saciarse, mas no había bocado a la vista.

Sin ánimos abrazó sus rodillas para terminar de romper en llanto. Sin comida, ni agua, solo podía aguardar hasta que su cuerpo no aguantara más. Solo la consolaba saber que sus hermanos ya no sufrían penurias, de seguro la esperaban en algún lugar... Ahogada por el silencio y la soledad, ni siquiera podía escuchar sus voces y no sabía cómo traerlas de vuelta.

Al parecer venían y se iban a voluntad.

Ya sin fuerzas Kate desvarió y se recostó del pegajoso y maloliente suelo, y, debatiéndose entre la conciencia e inconciencia una de ella volvió a hacerle compañía...

Luna Oscura. Perdiéndome a mí mismaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora