CHAPTER. XV

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Desesperada, miraba toda la sangre afluyendo en una cantidad poco sana para ella, y no había nada que pudiera hacer para detenerlo... El miedo imperaba, y las lágrimas eran cada vez más cuantiosas, iba a morir, ¡no quería morir! Y al ver que la herida se resistía a sanar, su desesperación solo aumentaba por segundo...

De un momento a otro, una silla salió expedida por los aires en dirección a Frederick, este se cubrió, poco después vio como Trevor se abalanzó sobre la mujer armada por la espalda y forcejeó con ella para quitarle el arma, dos disparos se escaparon por el forcejeo. Pero la mujer, gozando de mucha experiencia en el campo de lucha asestó un codo en el costado del chico y movilizando su peso desplazó el cuerpo del agresor por su espalda con suma facilidad hasta que cayó en frente de ella, entonces le apunto justo en la frente.

— ¿Que no te enseñaron que a la mujer no se toca ni con el pétalo de una rosa? — ronroneó con una sonrisa psicótica que mostraba toda su amarillenta y asquerosa dentadura.

La campanilla volvió a sonar.

— Sasha, dos niños te están dando tanto problema — preguntó uno de los hombres que entraron al local.

— Oh, mira lo que hiciste — la reprendió el otro—. Si eres ociosa, ¿Por qué le disparaste a la chica? Él no autorizó esto.

— Vamos, no pasa nada, ya sanará, te aseguro que no va a morir —rezongó la mujer. Sin quitar la vista del chico aturdido.

Trevor no podía dejar de ver esos fieros ojos mortecinos, que al parecer lo despacharían al otro mundo. Tragó en seco cuando la psicótica montó en martillo y movilizó el oscuro cañón en su entrecejo.

— Como sea, terminen con esto y lárguense... — habló el señor, harto de sus niñerías —. Como pueden ver, me toca deshacerme de dos cuerpos antes de que amanezca.

— Cierto... — canturreó la asesina.

— ¿Dos cuerpos? — cuestionó un nuevo participante, la mujer se tensó.

Trevor lo pudo ver en su mirada, sea quien fuese esa persona que se integraba al juego no estaba invitada, de hecho, todo sucumbió ante un silencio expectante. De no hablar, su presencia hubiese pasado inadvertida, pensó el joven aturdido, entonces lentamente giró en la dirección que tenía a todos absortos.

— Más bien... — continuó con pose pensativa.

Allí pudo verlo, complexión alta, cabello completamente blanco. Y múltiples parches que hacían percato de sus remendadas heridas y contusiones. Trevor lo miró interrogante, pues no sabía si su llegada significaba salvación u otro mal que venía a cobrarse sus vidas. Pero el hombre apuntaba a la fiera asesina con su arma y sin mucho preámbulo — y sin darle chance a unas últimas palabras — un disparo mudo hizo estallar la cabeza de la mujer, provocando que una lluvia de sesos y sangre cayera sobre Trevor y salpicara a la convaleciente Kate.

El exagente miró a Trevor con mucha pena, pero burla a la vez.

— Siento eso — lamentó.

Trevor estaba en shock.

Antes de que los otros dos tipos sacaran sus armas, él lanzó una de sus dagas a la garganta de uno — quien no espero para desplomarse en el suelo ahogándose en su propia sangre —, y apuntó al otro con él cañón de su pistola. Frederick aprovechó esto para ocultarse tras la barra del recibidor en el acto, como el mismo cobarde, pensó Jeremy. Sin embargo, no le dedicó importancia alguna, pues el resultado sería el mismo.

— Seis — continuando la cuenta de los cadáveres que debían recoger —. Estaba caminando y me encontré con sus vigilantes — comentó con cotidianidad —, hablamos una que otra cosa, pero, no llegamos una solución que nos beneficiara a todos... así que los maté... Ustedes no son muy racionales... es una pena.

Luna Oscura. Perdiéndome a mí mismaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora