No una, no dos...¿Cuántas quieres? -Parte 1-

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— ¡¿Qué demonios haces?!—fue el grito agudo que salió de la boca del ojimiel, al mismo tiempo que empujaba con todas sus fuerzas al pelirrojo lejos de él.

—Besándote...creo que es bastante evidente rubia—respondió alzando una ceja expresando obviedad—Además te pedí disculpas con anticipación—acoto. 

— ¿Eso no explica el por qué?— expreso al borde de la histeria.

—Porque quise—pronuncio con simpleza.

—Eso no tiene sentido, no puedes ir besando a la gente solo porque si—explico jalando de manera desesperada sus rubios cabellos.

—Yo creo que si—le dijo mientras su cara era adornada por una sonrisa divertida—Se me antojo, tú tienes la culpa—termino restándole importancia. La cara de indignación del otro le hizo contener una carcajada.

— ¿Mi culpa? Mi culpa ¿Dices?—expreso en un tono agudo y molesto, señalo con el dedo a su interlocutor—Según tu señor ¿Por qué es mi culpa?—cuestiono haciendo un ademan de diva que hizo soltar una risita divertida al teñido.

—Pues, es que eres muy sensual rubia—le respondió observando el intenso sonrojo en la cara ajena—Y eres aún más sensual cuando gimes mi nombre y me suplicas por más—después de esto la cara del rubio de transformo en todo un poema para el guitarrista, sus ojos bien abiertos y su mandíbula desencajada—No entiendo porque te fuiste de mi casa esa mañana, eso se pudo haber puesto interesante ¿No crees?-le cuestiono con una sonrisa pícara adornando su cara.

— ¿Pero qué dices?—expreso llevando una mano a su cara tentando su mejilla la cual le ardía de lo roja que estaba—Déjate, de tonterías...Yo no estaba en mis cinco sentidos, no sé qué sucedió; pero si no hubiera sido por eso, te aseguro que nunca pasaría algo similar entre los dos ¡¡Te lo juro!!—grito casi histérico.

— ¿Tú crees? Yo no estoy tan seguro—expreso mientras con un rápido movimiento tomaba por la cintura al otro, acercándolo a su propio cuerpo—Soy irresistible—termino haciendo al ojimiel sonreír divertido.

—Oh, tú tienes mucha autoestima—señalo, tratando de zafarse del agarre del otro—En serio Castiel suéltame—no obtuvo respuesta—Suéltame—empujo, solo obteniendo una cara de póker ante su resistencia—¡¡Suéltame idiota!!—grito exasperado tratando de golpear y jalar el pelo rojo del contrario.

—Puedes llegar a ser adorable cuando quieres ¿sabes?—acoto. Reunió fuerzas y cargo al otro, sentándolo en el lavabo y dándole un poco más de espacio.

Un beso seco fue a parar a la boca de su receptor, mojando apenas sus labios rosas. El pelirrojo recargo su cuerpo un poco más en el lava manos, inclinándose sobre el ex-delegado haciéndolo recostarse sobre el espejo. Sus manos traviesas acariciaron sus piernas con insistencia.

—Tengo ganas de ti Nathaniel y algo me dice que la intención es correspondida—el blondo no dijo nada. Solo acepto los labios de nuevo sobre su boca y dejo que las amplias manos lo recorrieran con insistencia, se dejo llevar por el calor, no importándole que estuvieran en el baño ni en la escuela.

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Esa mano se encontraba subiendo y bajando con insistencia por su pierna, ocasionándole un sonrojo que generaba cuchicheos entre los compañeros de clase. Volteo su rostro donde se dibujaba un ceño fruncido y una mirada molesta.

— ¿Podrías dejar de hacer eso?—pregunto de forma tajante y más que a una pregunta sonaba a una orden.

—Oh vamos Kentin, somos pareja ¿O no?—respondió el peliazul formando un puchero adorable.

Con derecho a roceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora