Tenemos que hablar

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Nathaniel estaba que se moría de los nervios. La noche de ayer el pelirrojo le mando un mensaje "Tenemos que hablar" se leía en este. Normalmente en la cultura de los adolescentes y jóvenes adultos ocasionaba una, para nada agradable, sensación de desolación. La frasecita no era un buen presagio en la mayoría de las ocasiones, pero el ex-delegado no sabía exactamente que esperar.

Era obvio que no le contesto al instante, pensó por una hora si decirle que sí, al final decidió que lo mejor era zanjar ese asunto de una vez por todas. Quedaron en reunirse en el parque después de clases, el ojigris solicitó no verse hasta ese momento, de alguna manera él también agradeció la petición.

¿De qué iban a hablar? Pues era bastante obvio suponerlo ¿Qué pasaría después de eso? No podía imaginarlo. Agregando a todo este asunto un poco de sazón, Kentin y Alexy estaban en las mismas. Ni siquiera tuvo que hablar con el castaño, al parecer alguien más le había convencido de charlar con el gemelo. Pero misteriosamente, había puesto la misma condición que el guitarrista y de alguna manera le hacía gracia.

Miro su reloj por quinta vez en esa hora, y aún faltaban cinco minutos para que la lección se acabara. Asistió a todas sus clases y tomo apuntes, pero sentía que no había sacado provecho alguno de ese día, incluso sus notas resultaban incomprensibles. Y era por culpa de esa ansiedad que sentía. Como si de un milagro se tratara la campana sonó, anunciando con él, el momento de la verdad.

Recogió sus cosas de manera apresurada, reviso que no se le olvidara nada y se despidió de Kentin. Este le deseo suerte y él regreso el gesto de la misma manera. Salió del salón y se encamino por el pasillo, observo a su alrededor, verificando que el pelirrojo no estuviera cerca. Al no verlo supuso que se había encaminado antes al parque. Se abrió paso lo más rápido que pudo, no quería hacer esperar mucho al otro.

Al llegar a su destino se adentró en el lugar, buscando con la mirada al guitarrista. Fue fácil reconocerlo sentado en una banca, por lo que podía ver el ojigris estaba igual o más nervioso que él. Miraba al piso y jugueteaba con sus manos. También alcanzó a ver que murmuraba cosas, quizá ensayaba que decirle. Se acercó lentamente y se sentó al lado del chico de cabellos teñidos cuando llego hasta él.

Castiel lo miró y él le devolvió la mirada. De inmediato el pelirrojo volvió sus ojos al piso, intentando reordenar sus ideas. El rubio volvió a agradecer el gesto, necesitaba ordenar las suyas también.

— ¿Cómo estás?—pregunto el guitarrista.

— ¿Bien? Supongo—contesto, acomodándose el cabello, intentado disimular los nervios.

—Antes que nada, te pido disculpas—pronunció, manteniendo su vista hacia el suelo—No solo por lo de los últimos días. Por absolutamente todo, por lo de Debrah, por todos los malos ratos que te hice pasar...por todo Nath. Porque desde ese día me volví un hijo de puta, y caí en cuenta de ello cuando las chicas aclararon todo eso—explico—Tuve el valor para pedirle perdón a las tres, y ellas me disculparon...a su modo; Y siento que si en ese momento yo hubiera, perdón por el lenguaje, las pelotas para decirte "lo siento" tendríamos una mejor relación y las cosas no hubieran dado ese giro tan escabroso—explico.

El rubio se le quedo mirando, sabía que el pelirrojo decía la verdad a pesar de que no lo vio a la cara en ningún momento. Lo notó por lo rojas que se pusieron sus orejas y sus mejillas. Suspiro de manera sonora, llamando la atención inmediata del otro muchacho.

—No solo es culpa tuya, yo, yo tampoco me comporte de la mejor manera—respondió—Tal vez si no hubiera sido tan orgulloso en ese entonces, tú te hubieras animado a hablar y todo resultaría diferente—pensó un momento—Aunque eso no significa que, lo que sea que haya entre nosotros ahora, tenga que terminar mal ¿No crees?—sonrió.

Con derecho a roceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora