Gatos ninja y hippies peliazul.

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El rubio miro con fastidio su celular, el cual vibraba con insistencia en su mano; "Idiota" se leía en la pequeña pantalla y como en las otras 30 ocasiones pasadas, dejo que se fuera a buzón. La acción no fue ignorada por lo bonitos ojos claros de su amiga, que no dudo en volver a preguntar.

— ¿En serio no tenias nada importante que hacer con Castiel?—dijo preocupada.

—No—suspiro—No tenía nada que hacer...y menos con ese—contesto molesto, pero fingiendo una sonrisa como las veces anteriores.

La peliazul estuvo a punto de hablar pero uno de los asistentes a la pequeña exposición la interrumpió, llevándosela consigo. El ojimiel no pudo hacer más que bufar aliviado, no quería dar explicaciones; no podía quejarse, al menos se estaba distrayendo un rato, al menos tenía algo con que forzar a su cerebro para no contestar esas llamadas, al menos tenía una razón para no salir corriendo, y al menos tenía algo que lo ayudaba a mantenerse tranquilo y a no llorar como quinceañera...aunque ganas no le faltaran de irse a su casa, comprar helado –algo que sería muy raro- y ver 10 cosas que odio de ti, para poder sentirse jodidamente identificado con la protagonista, que para no variar era rubia.

Odio como me hablas

Y tú forma de conducir.

Odio tu corte de cabello

Y lo que llegue a sentir.

Odio tus espantosas botas

Y que me conozcas bien.

Te odio hasta vomitar

Que bien va a rimar

Odio que sepas pensar

Y que me hagas reír.

Odio que me hagas sufrir

Y odio que me hagas llorar.

Odio tanto estar sola

Que no hayas llamado aun,

Pero más odio que no te pueda odiar

Aunque estés tan loco,

Ni siquiera un poco

Lo he de intentar.

Se río solo, no pudo evitar pensar que ese poema y esa escena se ajustaban perfectamente a su situación actual; Su celular lo saco de sus pensamientos, miro de nuevo la pantalla y su pecho le dolió ¿Por qué no lo dejaba en paz? Estaba sufriendo. No pudo procesar lo que paso en la tarde, el pelirrojo lo había seguido hasta su casa y había conseguido entrar...riñeron e incluso lo golpeo; Castiel no se defendió, ni siquiera intento hacerlo y Kentin, por primera vez desde que volvió de la escuela militar tuvo el valor para enfrentar al guitarrista, y pedirle que se fuera.

Después de eso tuvo que explicarle a su amigo lo que sucedía, obviamente se puso de su lado. Su semblante decayó de nuevo esa noche, una dulce mano que tomaba la suya lo saco de sus pensamientos.

—Nath. Ya, en serio ¿Qué tienes?—se mordió los labios y en un murmuro que no pudo salir completo de su boca, le dijo que nada. La chica lo miro recelosa, pero decidió tragarse el cuento, acaricio de manera fraternal su mano y en ese momento al rubio se le ocurrió algo.

—Xochilth, ¿puedo pedirte un favor?—La chica arqueo su ceja sin entender, pero al final asintió...ella apoyaría siempre a Nathaniel, después de todo, el chico fue una parte importante de su vida.

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Lanzó su celular y se dejo caer boca abajo sobre uno de los sofás de la casa, soltó un gruñido de frustración ¿Por qué no le contestaba? Sabía que lo que le dijo esa tarde al blondo había estado mal, jodidamente mal y quería disculparse, hablar...decirle que se sintió celoso, endemoniadamente celoso y que por eso había actuado así, pero el ex-delegado no le había dado oportunidad alguna.

Con derecho a roceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora