Capítulo 2

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Manigoldo se despertó lentamente nuevamente las pesadillas no lo dejan en paz, su falta de sueño estaba empezando a agobiarlo, pero al menos ya estaba acostumbrado a la falta de sueño.

-que pesadilla-pasando su cabello hacia atrás.

Max entró corriendo y le dejó a Manigoldo el periódico en el regazo, Manigoldo se levantó de la cama y se metió al baño. Llegó a la cocina, se sirvió el desayuno y le dio de comer a su perro.

Manigoldo continuó haciendo su misma rutina de siempre. Como era de costumbre en su rutina de siempre, ponía fin a su día visitando el cementerio, pero está vez cuando iba en camino a la lápida de Lugonis, Manigoldo vio a una figura misteriosa frente a la lápida.

Debido a que está se encontraba encapuchada, Manigoldo no pudo reconocer al ser misterioso, trato de acercar lentamente, pero con su pie había roto una rama alertando a la figura.

La figura empezó a correr mientras que Manigoldo comenzó a perseguirlo, pero lamentablemente no pudo alcanzarlo.

Manigoldo volvió a la tumba y vio que el extraño visitante había dejado una rosa blanca en un pequeño florero, Manigoldo extrañado se inclinó y tomó la rosa inspeccionando la más de cerca.

Esto se le hizo extraño pues aparte de Manigoldo solo Ilias visitaba la tumba, Manigoldo regreso a su casa con la rosa en la mano. Se encontraba sentado en el comedor mirando la rosa y eso es porque está rosa le traía una profunda nostalgia.

Ya que fue la primera flor que le mostró Albafica cuando se habían conocido, Manigoldo mostró una sonrisa divertida pues albafica fue el único niño que se le acercó en su niñez.

Manigoldo estaba tan sumido en sus recuerdos que apenas si escuchó el teléfono, Max ladro llamando la atención de su amo para que contestara el teléfono.

-diga-contestando mientras que a la vez que seguía mirando la flor.

-Manigoldo soy Robert-dijo desde la otra línea-sé que estás descansando, pero las cosas cambiaron y necesitamos que regreses de inmediato.

-tomaré el próximo tren-dijo dejando la rosa y mirando el reloj en la pared-estaré ahí en la mañana.

Manigoldo colgó el teléfono y rápidamente se fue a empacar sus cosas, salió de la casa con Max y camino primero hasta la casa de Ilias, cuando llegó tocó el timbre y fue recibido por Regulus.

-está tu papá-poniendo una sonrisa.

-papa-inclinando la cabeza hacia atrás sin dejar de ver a Manigoldo-un limosnero te busca.

-pequeño diablillo-sonriendo y tomando a Regulus por el cuello, para después frotar su puño contra el pelo de Regulus.

-ha pasado tiempo Manigoldo-dijo Ilias con una sonrisa, pero después cambió su vista hacía la maleta-creí que no estarías en servicio hasta nuevo aviso.

-aparentemente ocurrió un problema-soltando a Regulus-te importa si cuidas a Max-acariciando la cabeza de Max-la verdad no sé por cuánto tiempo me iré.

-no hay problema-tomando la correa de Max-solo cuídate.

Manigoldo le dio una sonrisa para después despedirse y caminar hacia la estación de tren, tomó el último tren hacia la base del ejército, miro por la ventana aún pensativo por quien era la persona que había visitado la tumba de Lugonis.

-maldición-golpeando su cara con la mano-olvide preguntarle a Ilias si conocía al tipo o al menos decirle que estuviera atento a eso-recostando su cabeza contra el asiento-bueno solo le mandaré una carta y ya-suspirando y cerrando los ojos para dormir un poco.

Susurros en el jardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora