Emilio es un buen chico, buen amigo, buena persona, lo único diferente que tiene es que ama el color negro y le gustan demasiado las motos y los tatuajes. Un chico de una familia millonaria y prejuiciosa, muy prejuiciosa, llega a su vida y por cosas...
- Yo creo que es hora de irme, lo siento, no quiero que mis hermanos se preocupen.
Diego hizo un puchero.
- Está bien, vamos.
Ambos se pusieron su casco y subieron a la moto, Polo se apegaba a la cintura de Diego casi con miedo, tanto que no se dió cuenta el momento en el que llegaron.
- Polo, no es que me moleste tu abrazo, pero... llegamos.
Polo se alejó sonrojado y se bajó de la moto, se quitó su casco y se lo dió a Diego.
- Gracias por todo, Diego.
Diego se bajó de su moto, dejo los cascos sobre la moto y se acercó a Polo.
- Gracias a tí, que linda casa.
- Gracias, quieres... ¿Pasar? Sólo está Joaquín, Niko y nuestra nana.
- Otro día, ¿Vale?
- Ok.
Diego se acercó a Polo y acarició su mejilla.
- Nos vemos mañana, hermoso.
Polo asintió en silencio, Diego bajó su rostro y el castaño pensó que éste lo iba a besar, pero los labios del peligris fueron a dar a su mejilla.
- Adiós.
- Adiós.
Diego subió a su moto y se fué así que Polo entró a la casa.
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- ¿Cómo te fué? - Le preguntó Eduardo a Diego.
- Espectacular.
- ¿Lo besaste? - Le preguntó Emilio.
- No, no lo siento muy seguro, primero quiero asegurar el terreno. Y tú al nalgón, ¿Ya te lo follaste, ricitos?
- No, cómo tú dices, tengo que asegurar el terreno.
- Se vé que él es más... arriesgado - Dijo Diego.
- En realidad es bastante... cerrado con el tema de sexo, si dices la palabra sexo frente a él se pone rojo cómo un tomate.
- ¿Enserio?
- Su primera vez fué con el novio que tiene ahorita, es un pobre idiota.
