ȻȺⱣÍŦᵾŁØ 11

485 43 43
                                    


Joaquín cayó riendo en la cama, Emilio sobre él, se notaba que ni Joaquín, ni Polo, ni Niko estaban acostumbrados a beber ya que los 3 terminaron muy borrachos.

- Todo dá vueltas.

Emilio bajó para quitarle los zapatos a Joaquín, luego los calcetines, la chaqueta y dobló las cobijas para que el castaño se tapara.

- A dormir.

- No, no quiero dormir.

Joaquín cruzó los brazos en el cuello de Emilio y lo bajó uniendo sus labios, el rizado lo besó mientras Joaco rodeaba su cintura con las piernas.

- Joaquín, no, estás borracho. A dormir, ¿Sí?

- Que aburrido eres.

Joaquín empujó por el pecho a Emilio acostándolo en la cama, se sentó sobre sus muslos y lo volvió a besar apasionadamente.

- Joaco.

Joaquín bajó sus besos por el cuello de Emilio.

- Amor, por favor; detente.

- ¿Porqué?

Joaquín puso su mano en la camisa de Emilio y fué desabotonándola acariciando los músculos de su plano abdomen.

- Bebé, estás borracho y en la mañana pensarás que te violé.

Joaquín rió.

- No, no pensaré eso, me acordaré, lo prometo.

Joaquín desabrochó el jeans de Emilio mientras bajaba su boca por el pecho y abdomen del rizado, mordía a su antojo y acariciaba todo a su paso.

- Que sexy eres.

- Joaquín, voy a mandar mi auto control a la mierda si sigues haciendo eso.

Joaquín subió y rozó sus labios con los de Emilio.

- Por favor, hazme tuyo.

Emilio puso su mano en la quijada de Joaquín y lo besó ardientemente, ambas lenguas danzaron apasionadamente, los dientes del rizado mordieron el labio de Joaquín que bajó más su mano hasta le entrepierna del oji-café. Emilio giró dejando al castaño debajo de él, comenzó a desvestirlo y a manosearlo cómo siempre deseó, ya desnudos y debajo de las cobijas, el rizado bajó hasta tener su boca frente a la entrepierna del ojimiel, sobra decir que Mauricio nunca le había hecho un oral, así que el oji-café era el primero. Enredó sus dedos en el largo cabello de Emilio cuándo sintió la calidez de su boca, se removió y gimió un poco fuerte al sentir la traviesa lengua de su... amigo con derechos, por ahora.

- Ah, ¡¡Emilio!! Ya, para, no quiero... correrme a-aún.

Emilio subió sus besos por el abdomen de Joaquín hasta llegar a su boca.

- ¿Tienes lubricante?

Joaquín señaló la mesa de noche, Emilio se acercó, abrió al cajón y lo sacó.

- ¿Condones?

- Se acabaron la última vez que...

- Sí, ya, sin explicaciones.

Joaquín rió.

- Que celoso.

Emilio embadurnó sus dedos con el lubricante para luego comenzar a dilatar a Joaquín con éstos, luego de que estuvo lo suficientemente preparado, se untó su erección con el resbaloso líquido y entró en el castaño lentamente.

- Tú eres mío.

- ¿Puedo hacerte un cumplido?

- A ver...

Prejuicios // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora