Capítulo 13. La Dalia

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Raquel salió del baño y entró como si nada a la habitación. Sergio estaba sentado, esperándola y cuando la vio entrar, alzó la cabeza y parpadeó repetitivas veces. Esta apretó los labios y lo escaneó un poco con la mirada, en un intento de saludo sin decir nada verbalmente. Se dirigió a su lado de la cama para poder acostarse.

―Raquel... ―dijo Sergio parándose, yendo hacia ella. No sabía con exactitud que decirle. Ella tampoco tenía ninguna intención de decirle algo.

―Hey... ―murmuró mientras evitaba su mirada, y veía su móvil, a la vez que escribía un mensaje.

―Raquel ―repitió su llamado. Sergio no quería preguntar qué pasaba porque claro que lo sabía, pero no sabía como empezar aquella conversación. Ella lo miró por fin, dejando el móvil nuevamente en su mesita de noche. Desvió su mirada al cajón, que estaba medio abierto y observó la foto, que estaba encima de su libro. Él la había puesto ahí. Se había dado cuenta que había revisado, pero ¿Cómo?

―Lo siento ―negó esta, apenada―. Solo quería encontrar dónde y con qué apuntar algo que mi hermano me dictó. No quiero que pienses que estaba revisando tus cosas.

―No, eso no me importa ―aseguró―. Puedes revisar lo que desees ―Raquel asintió, temerosa―. Ese cajón no suelo abrirlo ―le comentó―. Si te fijas, las cosas que quiero tener realmente a la mano están ahí encima ―señaló la mesita de noche. Volvió a ver que ahí estaba la foto y ella se mordió el labio inferior―. Ni siquiera me acordaba de que tenía eso.

―No me tienes que explicar nada... ―le interrumpió al ver su intención.

―Sí que tengo ―esta volvió a verlo―. No debe ser agradable encontrarte con algo así... o con ―tragó saliva―. Con los preservativos ―hizo una pausa―. No quiero que pienses cosas que no son ―Raquel asintió, tragando saliva, aceptando que le dijera. ¿Era demasiado obvia la situación?

―¿Tú le tomaste esa foto? ―se atrevió a preguntarle. El asintió levemente.

―Estaba ahí con ella... fue un día después de que salimos a una fiesta. Me quedé porque estaba ebria. Fue el día que... ―miró hacia abajo―. Que te había dicho que quedamos ―Raquel asintió, recordando―. La tengo porque me la obsequió. La dejé en ese cajón, porque como te digo, casi no lo utilizo. Ahí la guardé y bueno, lo olvidé por completo ―hizo una pausa y suspiró fuerte―. Los preservativos... bueno...

―No hace falta que... ―dijo Raquel, pero este siguió.

―Igual... en una ocasión que salimos, nos pasamos de copas y... ―parpadeó apenado―. Los compramos porque pensamos que sería mejor prevenir que lamentar ―Raquel hizo una mueca, pues ellos no pensaron para nada en eso estando en Madrid―. Pero nunca los usamos―aseguró y volteó a verla. Esta tenía una mirada confusa―. Solo hay tres porque ella tiene los otros tres. Te doy mi palabra que los que tiene tampoco los usamos ―murmuró―. Y si ya no los tiene, al menos no fueron conmigo.

―No los usaron porque les vino mejor ―hizo una pausa―. No usarlos ―recalcó―. ¿O...? ―preguntó Raquel y Sergio bufó, un poco divertido, al verla a ella con una ligera sonrisa en su rostro.

―No Raquel ―rio un poco.

―Digo, porque nosotros... ―miró hacia abajo y tocó su vientre levemente. Este siguió riendo un poco, debido a que notó que Raquel estaba tomándolo con humor.

―No ―Raquel se acercó y apoyó su cabeza en su pecho. Este le dejó un beso en su cabeza, a la vez que la rodeaba con sus brazos―. Nada.

―Gracias por ser honesto conmigo ―murmuró.

De septiembre y para siempre | Serquel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora