𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡𝗧𝗘𝗘𝗡 17

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Notaba como olivia ya no quería jugar, cerraba sus ojos intentando dormir y parecía demasiado casada más de lo normal. Me acerque a T/n la cual había acabado de hablar con el doctor. — ¿Tomo las pastillas?

— Si claro que sí, ¿Porque? — se acercó a Olivia acariciando su frente. No dije nada y también me acerque a Olivia, me senté aun lado de ella sobre la camilla y la abrace

— Puedes ir a casa a descansar — Negó para sentarse sobre la silla aun lado de la cama y acariciar las manitas de Olivia. La tome de la mano a T/n al igual que a Olivia tratando de no quitar el broche que tenía sobre su dedo índice el cual era para saber los latidos de su corazón.

La mano de Olivia estaba muy fría, demasiado. Estaba comenzado a preocuparme, toque sus mejillas y continuaba helada. Sus labios comenzaban a ponerse morados, debajo de sus ojos tenía unas largas y moradas ojeras, abrió los ojos lentamente y sobre sus labios se formó una pequeña sonrisa.

Algo andaba mal. Olivia no estaba reaccionando, T/n se puso de pie y comenzó a reanimarla. A las corridas  salí de la habitación, buscaba al doctor. Algo le pasaba a Olivia, no estaba igual que siempre. Al entrar a la habitación junto a los doctores los cuales nos hicieron aun lado y comenzaron a redear a Olivia.

Los latidos de su corazón estaban disminuyendo, y los míos se aceleraban. No nos dejaban pasar e intentar estar cerca de ella, varios de los doctores nos hacían aun lado y aunque lo intentaba no me dejaban pasar. Mis manos temblaban y solo podía oír a varios de los doctores diciendo que la estaban perdiendo.

Olivia, en mi mente resonaba su nombre, como pude y con todas mis fuerzas empuje a uno de los enfermeros que me impedía el paso y me acerque a la camilla de Olivia.

No, no, no, no

— ¡Sueltenla! — Grite entre lágrimas  para acercarme a ella la cual ya no estaba con vida, “aún tengo la esperanza” resonaba en mi mente. La máquina marcaba que su hermoso corazón ya no estaba latiendo. — Olí, olí porfavor quédate conmigo — Intentaba reanimarla pero su corazón ya no latía.

— Porfavor olí — Comencé a moverla mientras algunos de los doctores se acercaban lentamente a los tres. — Mi amor porfavor despierta, quédate conmigo, porfavor, porfavor — Susurraba entre lágrimas.

— Olivia, Olivia despierta mi amor — T/n abrazo a Olivia con fuerza para pegar su frente a la de Olivia.

No podía dejarla ir, ella era mi pequeña Olivia. Mi dulce e indefensa Olivia.
Deje un último beso  sobre la frente de Olivia y me fui alejando de ella. En verdad esto me destruía el alma en miles de pedacitos.

El único motivo por el que comencé a sonreír en las mañanas ya no estaba con vida, un nudo en mi garganta no dejándome hablar. Todo se estaba poniendo oscuro, me sentía mareado y no pude oír nada más que ya estaba en el suelo.

[...]

Al abrir mis ojos me encontraba en mi antigua habitación, mi madre estaba aun lado de mi sobre una silla mientras lloraba y escondía su rostro. — Aidan — Susurro y se acercó a mí para abrazarme

No pude evitar volver a llorar. ya no escucharía las risas de Olivia. Las corridas en casa. Escuchar sus largos discursos en la mañana o sus preguntas en las noches. No la volvería abrazar ni besar. A tocar sus piecitos o jugar con sus manitos. No recibiría ningún dibujo cuando vuelva del trabajo ni mucho menos un beso en mi mejilla.

No podría oírla llorar en las noches por miedo o quejarse por no querer ir al colegio. No iba a pasar, con ella aprendí que era amar de verdad. Aquel miedo que tenía de perderla se apoderó de mí.

— ¿Porqué mamá? Solo tenía siete años, apenas era una niña — Murmuré negando aquello que sucedía

— Todo va a estar bien — Oía la voz de mi madre la cual acariciaba mi espalda. Me aleje de ella, lo había olvidado por completo. T/n

La dejé sola. Me puse de pie y limpie mis lágrimas con mi antebrazo para buscar mi celular en mi bolsillo trasero. — ¿Qué buscas? — Preguntó mi madre poniéndose de pie

— Mi celular, T/n. La dejé sola — Salí de la habitación y marqué el número de T/n, me daba que ya no podía comunicarme con ese número.

No, no. No quería pensar nada malo, pero todo estaba dando vueltas en mi mente. Salí de la casa a las corridas y comencé a correr en dirección a la casa, estaba seguro que estaba allí. Mi pecho subía y bajaba rápidamente, mi respiración era agitada por las corridas, intentaba ser lo más veloz posible para poder llegar a tiempo.

Aún con lágrimas en mis ojos por todo lo que estaba sucediendo. Golpeé la puerta pero no recibí respuesta, no tenía las llaves, las había olvidado. Comencé a darles golpes bruscos para poder abrirla, unos cuantos golpes más y finalmente se abrió.

Entre a esta y no encontré a T/n, no, no. Recorrí la casa mientras sollozaba pensando horribles cosas, me acerque a la habitación de Olivia y nuevamente aquellos recuerdos invadieron mi mente.

Esto no podía estar pasando. ¿Porqué no a mí? Me hacía esa sola pregunta, me senté sobre el suelo aun lado de la cama de Olivia. No tenerla es como no poder respirar. Abrace con fuerza aquel peluche que siempre estaba con ella hasta que sentí unos pasos acercarse a la puerta de la habitación

T/n

𝐌𝐢 𝐃𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚 #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora