𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬-𝗦𝗜𝗫 26

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Ahora ya no tengo alguna excusa para estar deprimido en las noches, tengo lo que más quiero sentada en la silla de mi casa, junto a mí. Ella y yo nos contamos todo lo que sucedió luego de separarnos por un tiempo, puedo decir que fuí muy cruel al dejarla sola, pero veo que sigue siendo demasiado fuerte y astuta.

Oh T/n, escucharte hablar hace que se me erice la piel. Tenerla aún lado de mí y verla sonreír cada dos por tres me vuelve loco.
Locamente cada estupidez que pasa por mi mente me hace querer decir tonterías que ni yo soportaría por la vergüenza.

Que puedo decir que de aquí a años vuelvo a entrar por la puerta de mi departamento, creo que ya está algo chico para mí y mi familia, sería hora de comprar una casa. Tome mi maleta y guarde todas las cosas de la oficina, estoy exhausto, no dormír bien por los gritos me hizo realmente mal.

Me puse de pie y tome mi saco, también note que ya era de noche, y como estamos en otoño llegando a invierno las noches son más frías y oscurece mucho más rápido. Cerré con seguro mi oficina y por último camine hacia la salida de la empresa, dónde algunos empleados también guardaban sus cosas para irse, muy pocos a decir verdad.

— Adiós, espero lleguen bien a sus hogares — me despedí con una sonrisa, alcé la mano y la agite lentamente.

Pero antes de salir me di la vuelta y le sonreí a Griselda, me dió una sonrisa y pude notar el grande vientre que tiene, está esperando un bebé. Cómo pasa el tiempo, es tan loco.

Conduje hasta llegar afuera del departamento, dónde me espera el hijo mayor de  Richard, por desgracia Richard falleció hace dos años, estaba muy enfermo y lo entiendo, era anciano. Pero su hijo mayor tomo el puesto de supervisor de autos y seguridad.

Sonrió para bajar del auto y entrar a la puerta principal, ahí estaban los supervisores de los departamentos.

— Buenas noches, gallagher. — Sonrió la supervisora para luego continuar acomodando llaves, etcétera.

— Buenas noches.

Saludé y sigilosamente entre al ascensor, casi siempre subo las escaleras pero está vez estaba demasiado cansado. Apreté el último botón que subía al piso cinco y por fin estaba cerca de llegar al departamento.

Realmente agotador ir cada mañana a la empresa, me gustaría recostarme y descansar, pero mi día aún no acaba. Mientras caminaba hacia la puerta de mi departamento entre el pasillo, desabotone un botón de mi camisa, desarme un poco mi corbata y tome las llaves de mi bolsillo delantero.

Las coloqué dentro y les dí un par de vueltas, la puerta se abrió por completo y entre directamente. Me di la vuelta para encontrarme a la mujer más bella de todas, basto una sonrisa para me convenciera y me acerque a ella.

— Mi amor — pegue mi nariz a la de ella comando la de la cintura. Enseguida sentí unas cuantas patadas, provinientes de su vientre.

Porque sí, estaba esperando un pequeño pichonsito, ya sabemos el sexo del pequeño y es un niño. Al parecer es celoso y no lo justo, quien no se podría celoso de T/n.

Soltó una risa nasal

— El pequeño es enojón.

— O simplemente alguien — Bese el vientre de T/n — Está celoso. — Hice una mueca de disgusto.

— Has silencio que los monstruitos duermen.

Monstruitos.

No termino de decir eso que los pasos y corridas se oían duplicado en tres. Las tres señoritas que viven en casa salieron a correr y se abalanzaron sobre mí.

𝐌𝐢 𝐃𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚 #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora