Capítulo 9

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APÍTULO 9

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APÍTULO 9.




Maximilien.



¿Estará bien? Eso es algo que quiero creer.

Pero con solo ver sus ojos perdiendo ese brillo que emane, su sonrisa traviesa al igual que la tranquilidad que genera esta vez no estaba en ella misma cuando volví del baño.

Olivia se encontraba inquieta, sus manos templando y la mirada perdida que incluso pidió irnos antes del restaurante donde habíamos almorzando disfrutando del día que teníamos planeado disfrutarlo porque había desocupado mi agenda por unas horas solo para estar mi tiempo con ella.

—Queremos distribuir un casino importante en Las Vegas— me habla serio el árabe, Abdel, quién es mi socio hace cinco años y siempre ha mantenido una cadena importante de hoteles al igual que mantenerme al tanto del casino de mi difundo abuelo paterno— También dos más en Emiratos Árabes Unidos. Una zona donde es muy conocida por los comercios lujosos, la arquitectura que es una maravilla y la noche donde la vida cobra más vida.

—Me haré cargo de los papeles legales al igual que los ilegales con respecto al comercio de diamantes que quieres distribuir desde ese espacio— le comento mirándolo y él curva una sonrisa satisfactoria— Pero quiero algo a cambio.

—Lo que quieras, señor Lambert— me dice entrelazando sus dedos contra la mesa y mirándome atentamente.

—Quiero información de Michael Baker— demando serio levantándome de mi silla giratoria para encaminarme hasta el gran ventanal de mi oficina— Necesito saber que tratos esconde detrás de esa cara de mierda que carga y también si se involucra con la familia Thompson.

—¿Solo esa jodida mierda? — me pregunta— Pensé que querías algo más importante, caro y lujoso, querido.

—Si tanto insistes— le digo girándome sobre mis talones y enfocándolo— Quiero que te encargues del comienzo y también de los papeles de la cadena tanto hotelera como del casino de mi abuelo. Tomaré lo que ha dejado en mis manos.

—Sabes que estás en la mirada de tu padre. Y el que abras el negocio de tu abuelo no te conviene ahora mismo, Maximilien.

—¿Sabes? Me vale tres pepinos lo que diga y opine el resto— ladro furioso. No me gusta que nadie se meta en mis negocios y menos en mis asuntos— Tema mío si quiero hacerlo o no.

—Bien, te enviaré las cuentas al igual que los papeles por correo. — me afirma seriamente— No se puede seguir liando con un hombre como tú. Pobre de tu futura esposa.

—No te metas con mi mujer— aclaro molesto mirándolo como sale de mi oficina.

También salí del lugar dirigiéndome a la sala de conferencias donde mande a llamar a los nuevos empleados que se encargarán absolutamente de mi nuevo proyecto.

Deseo Incontrolable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora