Capítulo 2

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CAPÍTULO 2

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CAPÍTULO 2.


Olivia.



Mantuve mis manos quietas detrás de mi espalda y no pude despegar mis ojos de los movimientos cortos del hombre rubio que de vez en cuando me lanza alguna que otra mirada captando mis indirectas, saludando con seriedad a algunas personas y hasta mi padre que le apretó un poco el hombro y luego al otro señor grande que mantiene un parecido.

Volví a buscar una copa de champagne bien frío, necesito enfriar mis neuronas y bajarme de la nube de calentura que siento en todo el cuerpo ahora mismo. No puede ser con solo una mirada un hombre me ponga así de caliente, deseosa de sexo salvaje y rudo. Sí, puede ser que el sexo de la semana anterior me haya dejado tan insatisfecha que ahora mismo estoy caliente por querer tener sexo con un hombre completamente ardiente como el mismísimo infierno.

—¡Olivia! — grita una voz conocida por detrás de mi espalda. —Mi pequeña hermanita.

Sí, eso sonó más sarcástico que de costumbre. Pero es soportable, porque he pasado varios años soportando su humor y su trato hacía mí.

—Hola Katherine— la salude sonriendo con amargura y me hizo girar sobre mis talones para que la vea.

Sigue siendo más hermosa que de costumbre manteniendo un buen cuerpo ejercitado y su cabello rubio igual al de papá, sus ojos azules al punto de soltar bolas de fuego por verme por primera vez después de dos años sin tener contacto y menos que menos vernos en persona. La única persona a la que en ocasiones podía ver era a mi madre que venía de visita a mi departamento a quedarse solamente dos días y luego se iba, mi padre solo se encontraba conmigo para informarme bien sus estrategias asquerosas y luego irse como si nada pasará.

—¿Qué haces acá? — me pregunta confundida— Pensé que no vendrías.

—Pues también soy hija del mismísimo Bean Thompson— aclaré rodando los ojos. — Vine obligada por mamá.

—Oh, ya veo entonces— dice cruzándose de brazos— Solo quiero dejarte en claro algo.

—No me vengas con tus idioteces, Katherine— le comenté seria.

—Compórtate está noche— me dice usando ese tono de voz frío— No seas una niña mala y menos te emborraches tan pronto.

—Se cómo comportarte, hermana— le digo sonriendo divertida— No necesito tus estúpidas y absurdas correcciones en mi vida.

—Solo compórtate. Está noche conocerás a mi prometido— comenta sonriendo falsamente— Y no quiero estúpidos errores y falta de educación en este casa. ¿Me escuchaste?

—Como ordené, señora— le digo burlona y tomé de mi copa. — Buena hora por el compromiso.

—No necesito tu felicitación— me dice haciendo una mueca y apreté los labios para no soltarle las mierdas en cara.

Deseo Incontrolable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora