Introducción

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Las puertas de la bisagra chillan, todos alzan las miradas. El hombre mayor castaño observa a la recién llegada deja los papeles que traía en mano para prestarle atención. Sacude sus palmas poniéndose de pie y coge aquella lista para saber a qué monstruo le dará clases.

"Que horror" piensa la recién llegada, al mirar a sus nuevos compañeros de clase que la observan sin descaro alguno.

Niega con un gesto de asco, adentrándose al salón para llegar al pie del escritorio del que será su nuevo profesor y dolor de cabeza, le entrega una hoja a este sin decir nada y el igual la recibe con desgana.

Mientras el castaño mayor observa los papeles que le acaba de entregar la chica, ella toma su tiempo en observar la pizarra con anotaciones. Esta el nombre de la materia, el del maestro, las reglas que tienen que seguir, el horario de clase y por último el correo y número del maestro.

"Me estaban esperando" concluyó, frunció sus delgadas cejas al percatarse de algo "Con lo que odio la teoría" mascullo para ella misma.

El moreno aún siguiendo sentado se voltea a ella y habla con la vos ronca, pero firme.

— Después de las veinte horas ya no estoy disponible, si me llegará a enviar un mensaje confíe que tendrá cinco puntos menos — Sentencia, enarcando su ceja para demostrar autoridad — Para mi, usted no sabe nada, me tendrá que demostrar lo contrario en lo que resta del ciclo — Declara rascándose el dorso de su mano — Tiene la calificación inicial de cero, no me importa si en su antigua escuela tendría otra calificación. Su deber aquí es ir aumentando ¿Como se lo gana? con participación, puntualidad, asistencia, tarea, exámenes, proyectos y prácticas. Antes de que me pregunte si le daré tiempo para todo, por supuesto que sí, le recomiendo que no se atrase.

Por la mente de la chica solo cruzaba una palabra para describir a su despreciable maestro "Bastardo" mientras le relataba todas sus estupideces ella tuvo la impresión que si el muy maldito la creía una máquina.

El resto de la clase se mantienen en silencio, la mayoría. Unos arriesgan a burlarse de la chica nueva por como la trato y seguramente lo que estará pensando, otros la observan con interés y unos pocos con desagrado.

El docente deja la pluma en el escritorio y vuelve a coger la lista de asistencia poniéndose de pie. Se dirige al frente y observa a cada unos de sus alumnos de un ángulo superior, el hombre es alto, demasiado. Su campo de visión es perfecto y antes de que abra la boca para comenzar con la clase, se escucha un peculiar sonido.

Boom!

Se gira sobre sus talones a su izquierda, viendo severamente a la recién integrante masticando una goma de mascar.

Boom!

Otra vez, hizo el descaro de reventar una bomba de goma frente a él.

¿Lo ha ignorando? ¿Se percató si quiera de su molestia? ¿Tan rápido quiso perder los cinco puntos? entrecierra sus ojos, denotando más su humor.

Los jóvenes sentados en sus butacas se percatan de lo sucedido y de la molestia del instructor, algunos con con incredulidad y otros orgullosos por sacar de las casillas a ese viejo.

El castaño alto camina solo un par de pasos para estar a unos centímetros de la joven y bajita chica, tanto que tiene que encorvarse para verla bien. Ella por obvias razones tiene que alzar toda la cabeza para mirarlo atenta, el salón los observa atentos a cada movimiento

"Valla manera de iniciar las clases" pensaron algunos de los presentes.

— Primer día y estás rompiendo una de la reglas marcadas — Dice soltando un suspiro. Ella prefiere mantener silencio, por lo que el profesor sigue, manteniendo su vista aún en la chica— Tirala en este momento, o me veré en la necesidad de bajarte los cinco puntos.

La joven suspira con desgana mirándolo aburrida "¿!Que tiene en contra de la goma!?" "Por eso es amargado" Bufo.

Desde donde estaba parada, a unos dos metros había un cesto de basura y sin ganas de moverse decidió escupir la goma rosada, encestando perfecto.

El mayor la miro con un poco de desagrado por la acción al igual que la mayoría de las chicas presente, los varones por otro lado parecieron aún más intrigados por ella.

— Preséntate para que tomes asiento.— Se sentía harto de la actitud desinteresada de la pelinegra, mejor la mandaría a su lugar si no lo sacaría de su cabales.

La joven pelinegra volteó al grupo, no era tan alta pero alcanzaba a ver a todos.

"Son una bola de fresas" Pensó cuando los miro atentamente, sus ropas caras y finas de marca hablaban por si solo.

— Mi nombre es Hyuga Hinata.

Mala Influencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora