Capítulo XI

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Desperté más temprano de lo normal

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Desperté más temprano de lo normal. Estaba harta de girar en la cama y enredarme en las sábanas, decidí ponerme de pie. Mi cabello estaba en un moño alto despeinado, no le tome importancia. Caminé hasta mi baño mientras estiraba los brazos y mis piernas, quién sabe y a lo mejor aún tenía oportunidad de crecer.

Termine de hacer mis necesidades, me acerque al lavamanos y en el pequeño espejo que hacía en la "pared" me observé.

Debajo de mis párpados hacían unas sombras negras, que lamentablemente no era por el delineador, mis labios clamaban algo de bálsamo. Mi piel, se miraba seca.

Necesitaba dinero cuanto antes. Los 500 que me había dado Nagoto, se esfumaron después de ir y hacer las compras, pagar alquiler, mi gasto de luz y agua. Solo en mi cartera me acompañaban 50 dólares y un solo cigarrillo.

¡Que iba ser de mi sin cigarros! 

Para no comprar comida en la escuela, decidí prepararme algo y llevarlo. Después de lavar mi cara y llorar por no tener más de mis productos dermatológicos. Voy a prepararme mi almuerzo típico japonés, algo de arroz y un poco de verduras salteadas, lo sé, si quiera se le arrima a Japón, pero es mejor que nada.

Mi familia es de nacionalidad japonesa, cuando yo tenía 10 años nos  mudamos a los Estados Unidos, porque "supuestamente" a mi padre había conseguido un trabajo que lo haría crecer y ser reconocido. ¡Valla que lo consiguió!

Fueron como tres años, donde mi padre estuvo muy poco tiempo en casa, ya que viajaba mucho de Tokio a Seattle. Después de eso, solo eran por temporadas.

Nunca había entendido el propósito del porque venir a otro continente si el iba a seguir laborando en casa. Lo comprendí hace poco más de un año.

Cuando supe, que vivía en una burbuja de mentiras.

Cundo mi mundo, calló.

Cuando perdí a las personas más importantes de mi vida.

Fue un golpe fuerte, de esos que te dejan destrozada y desangrandote en el frío suelo, bajo la lluvia. Donde no sabes de qué agarrarte para salir a flote.

Muchos dicen, que para valorar la vida primero tienes que tocar fondo.

¡Es una puta mierda!

Si cuando estás en ese abismo, piensas en la mejor solución. La muerte. Si tienes a alguien a tu lado, no sabes lo afortunado que eres, en cambio, si estás solo. Que en paz descanse tu alma.

Yo fui de esos pocos afortunados. Cuando toque fondo, no lo hice sola. El idiota que tengo por mejor amigo, calló conmigo. Fuimos el hombro y paño de lágrimas del otro. Sabíamos que la costumbre de llevar una vida "tranquila" no sería fácil, mucho menos la separación. Pero eran las consecuencias que pagar, por algo mejor.

Termine mi bento. Me dirigí a mi habitación, saque del pequeño clóset mi ropa del día de hoy, proseguí a cambiarme. Finalice, cogí mi mochila que ya estaba todo listo desde la noche anterior, cuando termine mis labores, salí de casa rumbo a mi auto.

Mala Influencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora