Capitulo V

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Desde que puse un pie en la fiesta, no eh parado de mover todo

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Desde que puse un pie en la fiesta, no eh parado de mover todo. Quite fotografías y cuadros en medio de bailes y empujones, escondí la vajilla y copas cuando unos idiotas querían usarlas, cerré con llaves todas las habitaciones al ver que había parejas con claras intenciones de usarlas, pero a pesar de todo el esfuerzo no puede detener a un tipo que agarro uno de los jarrones de mamá para vomitar en el, al igual que otro estúpido vómito en su blanca alfombra.

Si mi madre llegará a notar una mancha en su limpia alfombra, enloquece.

Enserio, no miento. Una vez a Itachi se le derramo, por estar peleando conmigo, jugo de naranja que tenía en esos momentos, y por arte de magia, mamá había echo presencia, con una aura y mirada tan amenazante que nos hizo temblar a ambos, no parecía nada la dulce y cariñosa madre y esposa que es.

Mataría a Karin, antes de que mi madre lo haga conmigo.

Y hablando de Karin, en todo el rato que estuve en la fiesta, nunca la mire. Vuelvo a mirar a mi alrededor en busca de la pelirroja, analizo a cada persona de los que entran a mi campo de visión. Algunos bailan, otros conversan y los sexualmente activos están en una esquina. El grupo que antes estaba fumando salieron al patio para seguir con la fiesta afuera. Al otro lado de la sala, puedo ver a un tipo inconsciente y solo en calzoncillos lleno de rallones. Enfrente del DJ, un grupo de chicas ebrias siguen bailando y no falta el idiota de un tipo que saca su celular para pasarlo debajo de la falda de una.

No hay que ser un genio para saber, que la está grabando.

Sigo con mi búsqueda, la verdad que tanta gente y las luces brillantes ya me han mareado, cabe decir que no eh tomado ni un trago de alcohol, necesito aire y refrescarme un momento, tomo la decisión de subir las escaleras, tropezandome cada dos pasos, para ir a mi habitación.

Cuando llegue a la planta de arriba, todo estaba más tranquilo, lo suficiente como para escuchar unos apenas perceptibles gemidos.

Eso me paralizó.

Me asegure de cerrar todas las habitaciones. Conforme iba avanzando, los gemidos se hacían cada vez más claro, hasta que pude localizar el lugar de los hechos.

Mi habitación.

¡Definitivamente iba a matar a Karin!

Me acerca silenciosa y lentamente. Quien sea que se haiga atrevido a fornicar en mi cama los iba a correr, no me importaría que estuvieran desnudos.

Al abrir la puerta, lo que mire me dejó anonadado y ¿porque no? algo exitado.

El olor a hierba está impreso, aquello me mareo, pero no fue suficiente para sacarme de mi asombro.

Karin, la chica que considero una buena amiga y que hace menos de un minuto quería matar por mentirme, estaba en mi habitación, su inconfundible cabellera roja resaltaba por la luz proveniente de la ventana, fornicando con alguien que no logro distinguir por la oscuridad, pero que claramente era una chica.

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