Capítulo VIII

190 32 11
                                    

- Por fin, terminé

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Por fin, terminé. - Suspiré agotada, había pasado todo mi fin de semana realizando aquel libro de bocetos, siquiera pude pegar el ojo en la noche.

Guarde el libro en mi mochila, más tarde iría con Nagoto para cerrar el trato. Me dirigí a mi pequeño refrigerador y saqué un yogurt para desayunar eh ir a la escuela, a pesar de que mis ganas por dormir fueran más.

Al estarlo bebiendo note a través de la pequeña ventana, a mi vecina de enfrente que se encuentra hablando con el señor Yamamoto, es el encargado de la electricidad de las viviendas. La manera en que enreda un mechón de cabello en su dedo, le sonríe y talla su hombro, puede parecer que le está coqueteando.

Anko tiene pareja, lo sé porque es una "amiga" mía, me ah ayudado en algunas ocaciones. Cuando su esposo llega por la noche, ella lo recibe con abrazos y besos.

Talvez estén en un momento difícil.

No. Definitivamente le está coqueteando al señor mayor, conociendo la actitud de ella, estoy tan segura que en cualquier momento se adentran al Camper.

El sonido de mi celular llama mi atención, lo saco de mi bolsillo de la chamarra que uso y leo el nombre antes de contestar.

- ¿Que quieres?

- Primero que nada, buenos días para ti también.- Volteó los ojos ante su actitud.

- Buenos días.- Respondo a regañadientes. - ¿Que quieres?

- ¿Sabes? Antes no eras tan gruñona.

- Antes vivía en una mentira.- Me recargo en el lavamanos.- Y tu estabas enterado de ella.

Lo escucho suspirar.

- No era mi deber decirles. Además si haiga querido, no hubiera podido.-Se queda un momento en silencio.- El me tendría amenazado.

Vuelvo a echar una ojeada por la ventana, mirando a mi vecina de enfrente que aún sigue coqueteando con el vejete del señor. Deslizó la cortina para tener mejor visión, eh inclino un poco la cabeza.

- Ni me lo recuerdes, ¿Para que llamas?

- Está terminado.- Aquellas palabras las dice con orgullo.

- ¿¡Enserio!?.- A mi me llenas de alegría.

- Si niña, ven por el ahora. Te estamos esperando.

- Llegó en cinco.- Y sin más corte la, llamada.

Antes de irme, le echo un ojo a Anko, que está deslizando sus dedos por el brazo del señor, ambos empiezan a caminar a la entrada, y la puerta se termina de cerrar detrás de ella.

Mala Influencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora