XIX

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Iremos a mi casa.

¿Que pasaba por mi cabeza para decir semejante estupidez?

Desde que pude escapar de "el" me la eh pasado escondida, tratando de no llamar la atención y tampoco crear lazos con las personas a mi alrededor, no porque no quisiera, si no para protegerlas y evitar un final trágico como lo fue el de hace dos años, cosa que estoy fallando enormemente.

Nunca nadie por todo ese tiempo, lo eh llevado a casa, desde que decidimos alejarnos de todo aquello que sabíamos estaba mal. Vivo sola desde entonces.

Nuestro camino es en oscuridad y silencio por nuestra parte, solo las luces del auto guían el andar por la colina junto con el cantar de las cigarras. Lo miro de reojo, el solo se limita a observar, lo noto tenso pero no dice nada. Quizá se está imaginando que lo estoy llevando a su propia muerte ya que la subida por la montaña de noche es un poco escalofriante.

Decidí vivir precisamente en este lugar por tres sencillas razones; Uno, nadie que me conociera en mi pasado imaginaria que alguien como yo viviera ahora en un Camper en la montaña. Dos, me es placentera mi soledad. Tres y la más importante, "el" jamás me encontraría aquí. Oh eso quiero creer.

A la distancia puedo ver las luces de los postes, los remolques que hay en el lugar están en penumbra, el lugar está desierto a estas horas de la madrugada.

- ¿Que es aquí?

No me sorprende en lo más mínimo, que el imbécil sentado en el asiento de copiloto, no tenga la más mínima idea en qué lugar pasará la noche.

- Donde vivo.

No podía decir que era mi hogar, ya que para mí un hogar es estar con las personas que te quieren y cuidan, al igual tu a ellas. Yo solo vivo aquí porque no tengo de otra... vivo aquí en mi soledad y recuerdos.

El lugar donde vivía antes lo llamaba "hogar" pero tampoco fue uno al final...¡No! nunca lo fue. Un hogar no está construido por mentiras de 15 años.

Tan solo recordar todo eso hace que mi mundo de vueltas y mi respiración se salga de control, esto solo me pasa por la angustia que me da, si alguien me encuentra.

Pude sentir la mirada del Uchiha sobre mí. Así que me force a tomar una bocada de aire y tranquilizarme.

- ¿Que?.- Osca le contesto.- ¿Pensabas que vivía en Senju?

El barrio Senju, era el más altamente reconocido y caro de todo Seattle, de hay seguía el Sharingan.

- La verdad, por un momento creí que vivías en el auto. - Se recostó más en el asiento, si no me equivoco analiza la diferencia entre mi lugar de residencia y el suyo.

No le trate de negar lo que dijo, porque tenía razón en una parte. Si, había vivido en mi auto por alrededor de 6 meses al principio de lograr escapar. No podía darme el lujo de vivir en algún departamente en ese tiempo, el me buscaba por todos lados y necesitaba constantemente moverme.

A los 15 años recorrí todo el estado de Washington con este auto, antes de destrozarlo, llorando con amargura y sumiendome en mi tristeza. Fue muy, muy difícil estar huyendo de mi destino y además soportar el dolor que rasgaba mi alma al perder a personas tan importantes.

A pesar del tiempo, sigue doliendo.

- Bienvenido a mi humilde morada.- Ironizé, para no dejar ver mi melancolía. Al apagar el auto estaciono justo enfrente de mi Camper.

- ¿Aquí?.- Puedo captar un toquecito de desconfianza en sus palabras mientras el inspecciona el lugar. Cosa, que me ofendió.

- Disculpame si no es un hotel 5 estrellas de los que estas acostumbrado se-ño-ri-to. - Ofendida baje del auto dando un portazo.

Mala Influencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora