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Avanzo detrás del chico chicle hasta que salimos del edificio. Le sonrío cuando éllo hace y caminamos uno al lado del otro y no mamen, qué ganas de tomarlo de la mano, pero me aguanto las ganas y hundo las manos en mi bolsillo. Sí, así todo sad.

— Bueno, como no tenemos coche, nos tocará tomar un transporte público. Espero no te moleste.—Me dice viéndome sonriente.

— En lo absoluto. — Sonrío con mi sonrisa colgate diez de diez y nos detenemos en la esquina. Nos asomamos esperando por el camión. — ¿A dónde vas a llevarme a comer, eh?

— Es secreto. — Me hace cejitas y yo no puedo evitar reír. Tu culo al semen no vendría nada mal. — Pero ya verás.

— De acuerdo. — Asiento y sigo con mis manos dentro de mis bolsillos. El camión se acerca a lo lejos y tenemos que brincar y alzar los brazos para que se detenga.

Maldito chófer, sé que estamos chaparros pero no se mame.

Chico chicle es el primero en subir y en pagar ambos pasajes, yo busco un lugar, pero todo está ocupado. Ni modo. Avanzamos por el pasillo pero el chofer se arranca y madres, que hasta yo siento mi alma quedarse atrás y el hermoso chico chicle casi se cae. 

Gruñe y se incorpora mientras se sujeta del barandal igual que yo.

— Bueno, si te sirve de algo... yo sí me he llegado a caer. — Comento con unasonrisa.

— No podía esperarse ni cinco segundos. — Contesta él aún con el ceño fruncido.

Yo niego divertido y me inclino a él para depositar un beso en su mejilla. Él se sonroja y me ve más enternecido, suspirando pesado y finalmente cambiando su carita de odiar a todos, a una más relajada. Esperamos un par de minutos hasta que llegamos a nuestra parada y avisamos nuestra bajada.

— ¡BAJAN, BAJAN! — Grito cuando aparentemente el señor chófer no escucha. Se detiene en seco y yo chasqueo mi lengua contra mi paladar cuando las puertas se abren para ajar con el chico chicle.

Ah caray, estamos en una zona bien fancy. Me siento de alta clase. Sonrío y chico chicle toma mi mano para que avancemos, mi corazón ahora sí lo siento más rápido que después de tres masturbadas seguidas. Observo las calles bien construidas, las banquetas llenas de flores, las pequeñas banquitas y gente bien vestida paseándose con sus perros. Silbo cuando nos detenemos frente a lo que parece ser una casona en la cual perfectamente se leen las letras "le goûter".

— Qué elegancias las de Francia. — Digo haciéndole cejitas y él rueda los ojos divertido.

— Anda, entremos. — Me da otro pequeño jalón e ingresamos a una habitación de piedra con una pequeña cascada al fondo, frente a nosotros hay una señorita detrás de una caja que nos sonríe; detrás de ella hay un arco que parece dar acceso a un enorme jardín donde se ven mesas bien decoradas. — Buenas tardes. —Saluda el chico chicle con una sonrisa.

— Buenas tardes, ¿tienen reservación? —Pregunta ella.

— Sí, al nombre de Park Jimin, por favor. — Sonríe él.

— Claro, síganme. — Nos sonríe de vuelta después de checar algo en la computadora y juntos avanzamos hasta cruzar el pequeño arco. No jodan, me siento como rey en este lugar tan elegante y tan bonito. Echo vistazos cortos alentorno, viendo el cielo, las mesas, las sillas, la gente comiendo, a la doña que sele ve la nalga y... ¡Ay! — ¡DOÑA, SE LE VE LA RAJA! — Grito y el chico chicle se detiene para verme escandalizado.

— ¡YOONGI! — Me grita color rojo.

— Le estoy haciendo un favor a la comunidad. — Me cruzo de brazos y él me ve totalmente exasperado. — Sigue caminando y no me veas así.

Candy Rock RoomateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora