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Después de llevar a Yoongi anoche a ver los fuegos artificiales, llegamos a casa y juré que comenzaría con sus perversiones, pero... nop. Se fue a dormir directamente y sí, me dejó solo cenando helado con pitufo mientras veía un maratón de Friends.

Y sip, chico chicle atacando de nuevo con mi segunda narración. No me gusta hacer este tipo de cosas, pero la creadora ha insistido porque dice que será importante que hable yo, así que aquí me tienen. Vamos a proseguir...

Me dormí tarde y me fui a acostar, no recuerdo qué soñé así que vamos a saltar todo eso. Despertamos, desayunamos, echamos la flojera y durante la cena fue cuando Yoongi finalmente me sacó un tema que yo esperaba hubiese olvidado, pero sorpresa, no.

— Chico chicle. — Me llama y yo lo veo. — ¿Ya tienes tu vestuario sexy para más tarde?

— ¿Umh? — Intento hacerme el desentendido. — ¿Vestuario sexy?

— La fiesta en la casa de Taehyung empieza a las diez, o sea en.... dos horas y media. — Ve su teléfono. — Yo me metí a bañar en lo que tú seguías viendo friends.

— ¿Es muy necesario que vaya? — Muerdo mis labios.

— ¡Claro! Eres parte de la familia.

— Ch-chany no puede venir, ni Baekhyun, ambos tenían cosas qué hacer. — Murmuro tratando de salvarme. — No conozco a nadie y tú seguramente a todos y no podrás estar siempre conmigo, e-es decir...

— Pamplinas. Vas a arrasar y yo también te tengo una pequeña sorpresa. — Me guiña el ojo y yo suelto un pequeño suspiro.

— Vale... te haré caso por esta ocasión, pero será la última vez. ¿Bien? — Alzo mis cejas y el gran idiota asiente divertido. — Bien. — Repito y me levanto de la mesa, colocando mi lato en el fregadero.

Me dirijo al baño para darme una buena ducha algo larga y relajante. Salgo con una toalla y me quedo frente al espejo con la secadora para peinar mi cabello. Me afeito de paso todo lo que puedo y me coloco una camisa de botones blanca, pantalones negros y unos zapatos deportivos. Quiero comodidad para bailar.

Salgo con cuidado y busco a Yoongi, pero se ha esfumado. Seguro fue a comprar algo. Me paseo por el departamento y agarro la loción de mi tocador, colocándome un poco. Tarareo bajo y me sigo paseando hasta que escucho la puerta principal abrirse. Salgo y sonrío viendo a Yoongi con unas botellas, pero... ay joder...

No Jimin... no babees.

Está de negro, sí, con ojos delineados. Con sus putos ojos delineados y una pequeña capa de sudor con sus tres primeros botones desprendidos, pantalones algo flojos y el cabello ligeramente alborotado. Y MIERDA... me encanta.

— ¿Te pusiste perforaciones, ¿no? — Me cruzo de brazos sonriente.

— Acá en la oreja. — Señala su oreja derecha y veo allí varios piercings con cadenas o pequeñas bolitas, mi mandíbula va al suelo y mis piernas tiemblan. Me voy a venir de solo verlo. — ¿Te gustan?

— Meh. — Digo indiferente. — Te ves bien, ¿ya nos vamos? — Cambiar de tema, la vieja confiable.

— Claro. Pediré un uber porque nos queda algo lejos. — Toma su teléfono después de dejar las botellas de lado. — Ya lo estoy pidiendo, ¿qué te falta?

— Nada. — Niego y echo un último vistazo. — Creo que todo está ya listo.

— Vale. — Guarda su teléfono. — Vamos bajando.

Asiento y tomo una sudadera negra, le doy un beso a pitufo y le lleno su comedero antes de ajar con Yoongi. Quedamos en la calle y no pasa mucho hasta que finalmente llega el taxi. Nos subimos juntos y nos sonreímos, él se relame los labios y no sé qué haya pensado, pero nada bueno.

Candy Rock RoomateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora