Capítulo 20

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Xie Yun sabía que debía ir con calma para no pisar en falso con Tan Sang, no era tan idiota para no darse cuenta que saber la verdad le afecto mucho. Según sabía Li Qin, su relación era de muchos años y al parecer se había hecho muchas ilusiones.

Como deseaba ser ese maldito de Go Jun para poder valorar a la joya que había tenido durante tanto tiempo. Pero debía agradecer que por su estupidez, tendría el camino libre para cortejar como se debe a su prometido. Debía darle tiempo para que asimilara las cosas con calma.

-tomando su mano-. No vale la pena sufrir por alguien así. Conmigo jamás estarías triste y abatido.

-soltándose-. No lo entiendes. Go Jun era mi primer amor. -suspirando-. Pensé que nuestra relación sería...

-No siempre lo que brilla es oro y a veces el primer amor traiciona. Y puedo entender lo que dices

-riendo-. No me digas que a ti te engañaron.

-No precisamente. Pero tuve la mala suerte de enamorarme de alguien que estaba con otro.

-Pensé que lo conocía, pero me equivoque. -apoyándose en la mesa-. Ya ni importa, lo olvidaré.

-Esa es la actitud.

-Necesito ir al baño.

-Vamos, te acompaño. -ayudándolo a pararse-.

-alejándose-. Estoy bien. Puedo ir solo. No estoy tan ebrio.

-suspirando-. Eres muy terco.

-Y tú eres un imbécil presuntuoso. -sacándole la lengua-.

-Pero un imbécil que te ama A Sang. -susurrando lo último-.

Tan Sang iba tropezando todo el camino, pero como pudo llegó a los baños. Aunque estaba un poco ebrio, sus sentidos estaban intensificados al 100%.

Sabía que alguien venía siguiéndole, y al parecer no se equivocó, pero lo que lo asombró fue cuando aquel hombre lo giró como un trompo y de pronto estaba entre sus brazos sin ninguna escapatoria.

-Te dije que puedo...

Su visión no era tan buena, pero podía distinguir una melena castaña de una rubia, y precisamente la que tenía delante suyo no era la cabellera de Xie Yun.

Pero ni siquiera pudo continuar con su protesta cuando el rubio empezó a besarlo y tocarlo por todos lados. No podía salir de aquel ataque. Estaba empezando a llorar por no haber aceptado la ayuda de Xie Yun, por los menos se sentía seguro a su lado.

-¡No lo toques!

Agradece el acoso del castaño en estos momentos, no sabía cómo podría escapar de las garras del loco que se atrevió a manosearlo por todos lados.

-tomando al pelinegro entre sus brazos-. ¿Estás bien?

-asintiendo-. Vámonos de aquí por favor. -acurrucándose en su pecho-.

-Esta bien. -mirando a su guardaespaldas-. Ya sabes que hacer.

Ambos salieron del lugar tropezando hasta su auto del castaño, más tarde enviaría a otra persona para recorrer el auto del pelinegro. Ahora lo que deseaba era llevar a Tan Sang a su departamento para que descansará.

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Todo el camino fue una odisea, no sabía el castaño que podría tener tanta paciencia con otra persona. Pero aquello debía ser porque se trataba de Tan Sang; si fuera otro el ebrio meloso y travieso, estaba seguro que lo dejaba tirado en la primera acera de la calle.

Al llegar a su departamento, tomó al lindo pelinegro entre sus brazos, pero no contó con que fuera tan terco e insistiera en que lo llevara en su espalda. Lo peor de todo fue cuando empezó a lamer su oreja y dejó besos como mariposa que empezaron a emocionar su parte delantera.

Agradece vivir en el último piso y que fuera muy noche para que alguien anduviera transitando por los pasillos.

-Te dije que era mejor acompañarte y.... deja de estar moviéndote. -siseando-.

-El leoncito está enojado. -sus ojitos del pelinegro estaban cerrados por el sueño, aunque aquello no fue impedimento para jugar con el estado emocional del castaño-. Dijiste que nunca te enojarías conmigo. Eres mentiroso.

-Este leoncito no quiere hacer algo de lo cual puedes arrepentirte más tarde, así que mejor compórtate conejito.

Llegaron sanos y salvos al departamento, el castaño se dirigió hacia su habitación tan rápido como pudo.

-haciendo un puchero-. Eres malo. Te odio. -haciendo un puchero-.

-Dime algo que no sepa. -dejándolo acostado en su cama.-. Deberías comer un poco más, estás muy delgado.

-sentándose-. Estoy bien en mi peso. -se toco su abdomen-.

-negando-. Ok, no dije nada. -alejándose de la cama-.

-tomando su mano-. ¿A dónde vas? ¿Vas a dejarme tu también?

-Iré al armario para buscar una muda de ropa y puedas dormir. Necesitas darte una ducha.

-levantándose-. No necesito ropa. Me gusta dormir desnudo. -caminando hacia el baño-.

-suspirando-. Entonces preparare las cosas que necesitas para...

No podía creer que tuviera tanta suerte en su vida, su garganta se secó y su corazón parecía estar en una maratón. Ni en sus sueños húmedos se imaginó que el cuerpo de Tan Sang fuera tan apetecible.

-¿Qué tienes Yun Yun?

Sus palabras se quedaron suspendidas en su cabeza, no sabía en qué momento el pelinegro empezó a desvestirse y todo estaba haciéndolo delante de él. Necesitaba salir urgentemente de aquí o se lo comería vivo.

Para completar la escena, Tan Sang estaba caminando hacia su dirección, meneando descaradamente sus caderas y dejando que lo poco de su autocontrol estuviera por salir huyendo, dejándolo a merced de su lado irracional y posesivo.

-sonrojándose-. Bien, necesitas toallas para secarte. -caminando hacia el armario-. Aquí hay toallas limpias, las puedes dejar en el cesto cuando acabes... Te dejo para que estés cómodo. Estaré afuera por si necesitas algo.

-sonriendo-. Es lindo. -ladeando la cabeza-. Aggg debe ser el alcohol. -negando-. ¿Cómo diablos puedo pensar que es lindo?

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A la mañana siguiente pensó que su cabeza podría soportar la horrible jaqueca, pero se equivocó nuevamente.

-Maldita sea, no vuelvo a tomar nuevamente.

-Sabía que estarías así. -entregando un vaso con agua y una pastilla-. Ten, bébelo.

-¿Qué es eso?

-Te va ayudar a bajarte la cruda. Por cierto, Xie Yun está afuera esperándote.

-¿Está aquí? .-mirando todo-. Este no es mi departamento.

-Estás en el departamento de A Yun. Como no sabía dónde vivías, decidió traerte y por lo que veo fue todo un caballero.

-Uhmmm ¿Puedes salir un rato?

-rodando los ojos-. Te vi en pañales tonto y no hay nada interesante que ver.

-¡Li Qin!

-Ya, me voy. Te veo en la oficina.

-levantándose-. Debo vestirme con algo... decente. -revisando el armario-. Tiene buen gusto.

LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora