III. Tan grande como el sol y tan oscuro como el mar

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–🥀–

Me encontraba atónito, no tenía ni idea de lo que había sucedido, dudaba de que algo hubiese pasado. Me encontraba recostado en mi cama, por la ventana aún no entraba ni un solo rayo de luz, deduje entonces que todo había sido un sueño, que nunca salí de casa ni fui al bosque y me alegré, fue la peor pesadilla que tuve hasta el momento, tal vez Cihiel realmente era una bestia y, aunque lo admiraba, lo que hacía estaba mal y no podía ir a buscar algo que tuviera que ver con él con tanta simpleza, porque aunque sea un artista, no le quita lo asesino.

Decidí volver a dormir, pero las pesadillas secuestraron mi ser apenas cerré los ojos; en el sueño me encontraba en un bosque, en mi mano derecha sostenía una rosa, no cualquiera, era aquella rosa, miré a mi alrededor, y me topé con cientos de reflejos míos en todas partes, sin encontrar un principio o fin de aquella habitación, mi ropa blanca estaba manchada de sangre y mi mano había sido atravesada por las espinas de la rosa.

Sólo estaba yo pero escuchaba llantos y voces de algún lugar rondar mi cabeza, no escuchaba con claridad pero me sentía acusado, rechazado, mi cuerpo comenzó a temblar, vi a mis reflejos hacerse más grandes, gigantes, las voces cada vez más fuertes y yo me sentía diminuto ante todo ese escenario, era como si dejara de existir lentamente. Después de ese sueño, tuve otro en donde aparecí en el mismo bosque, sosteniendo la misma rosa, y mis reflejos seguían ahí, pero no como espejos sino como personas, con la misma posición, todos dirigimos la rosa a un hoyo en la tierra, en donde, más tarde, se encontraron doce cajas de regalo, y dentro de ellas había cada parte de un cuerpo cercenado, tiré mi rosa y ahora mis reflejos me señalaban, culpándome, como si yo fuera el autor de dicho crimen, y me desperté.

La luz ya se dejaba ver a través de la ventana, la cabeza me dolía fuertemente, y, extrañamente, en mi nuca encontré un vendaje, le pregunté a mi hermana sobre ello pero no respondió, algo que no se me hizo extraño, por lo que inmediatamente pregunté a mi madre, su respuesta, evidentemente no era lo que yo esperaba:

–Caín, ¿ya te sientes mejor? vuelve a dormir, te subiré el desayuno, no te preocupes por nada.– no entendía, pero volví a mi habitación, más tarde, cuando salí con mi padre, todos los vecinos me miraban de una manera muy extraña, pero yo no recordaba haber hecho nada malo, aunque ciertamente mi familia se notaba enojada, pero no fue hasta que llegamos a casa, por la noche, que mi hermana finalmente habló:

–¿Cómo se te ocurrió hacer eso?, ¿fuiste tú?– claramente estaba desesperado porque no sabía de qué se trataba nada de lo que me decían, mamá entonces me contó, ella dijo que un vecino alertó a todos cuando escuchó gritar a una mujer tan desgarradoramente que incluso sintió erizar cada vello de su cuerpo, fue cuando salieron todos los hombres en busca de la bestia, menos yo, papá había ido a buscarme, pero en mi habitación solo había una rosa roja, que por supuesto, yo no dejé ahí. El bosque sirvió como guía para los vecinos, dijo que fue fácil llegar a aquél rosal, porque pareciera que había un camino marcado.

Encontraron a la mujer, pero mi madre no mencionó que hablaran ni Tomás ni Arturo sobre su culpabilidad parcial en ese crimen, ella dijo que me encontraron a mí, comiéndome un corazón, el de Tina, y que me comportaba como un animal, que no reaccionaba a sus advertencias, ni siquiera a la voz de mi padre, entonces alguien me golpeó en la cabeza para calmarme y me arrastraron hasta casa, en donde los vecinos no dejaban de gritarle a toda mi familia, y de culparme de ser un asesino, pero mi madre no les creía, ella los convenció de que no era realmente yo, porque jamás dañaría a nadie, y porque yo no soy un asesino, yo no soy malo. Soy Caín, su hijo, y ella me ama y me conoce como nadie.

Intenté explicar que nunca salí de la casa, que no recordaba haber hecho eso, y que nunca dañaría a otra persona de esa manera, les expliqué que Arturo y su padre me habían dicho que ellos amarraron a Tina a ese tronco porque era una molestia pero, lamentablemente, solo yo escuché y solo yo estaba ahí, no era conveniente, mi hermana no me creyó, mi padre tampoco, ellos realmente no pensaban que yo fuera un asesino, pero sí me culpaban, decían que mi curiosidad y obsesión por Cihiel me cegó y me hizo ofrecer a Tina, atraer a la bestia mediante una persona.

Yo me sentí horriblemente mal, ¿cómo era posible que mi propia familia desconfiara de mí? Agradecí a mi madre y corrí a mi habitación estaba furioso y triste, aún más confundido, ¿es que aquel sueño fue real? no había manera, o eso creía; apenas abrí la puerta, vi sobre mi cama una rosa y una nota, estupefacto, con el corazón apretado, di unos cuantos pasos para alcanzar aquél misterio que, apenas toqué, la rosa espinó mi mano y la solté, con trabajo lograba respirar, mis manos sudaban, tenía escalofríos, tomé la nota, era una carta que rezaba:

Caín y Cihiel, a estas alturas, ¿qué de diferencia tienen?

Solté el papel inmediatamente y lo quemé junto a la rosa, yo no hice eso, yo no maté a nadie, no salí de mi casa, no fui al bosque, y me repetía esas palabras siempre y todo el tiempo a mí y a todos, porque no tienen por qué culparme a mí, no deben temerme, porque la bestia está ahí y se está burlando, si realmente estuve en ese bosque yo no hice lo que mi madre contó, yo solo buscaba una rosa y la encontré, pero eso me costó que Cihiel me encontrara a mí.

Después de unos días, comencé a pensar más profundamente todo lo ocurrido y encontré el mejor lado del asunto, y es que, yo admiro a Cihiel, gracias a él, el sentido del arte ha vuelto a rondar por mis venas, he vuelto a pintar, pero no como antes, mis pinturas ahora son sinceras, no son tan superficiales como un paisaje o animales, son ahora sentimientos y emociones a partir de él, aunque no he logrado recrear su obra, si he podido plasmar su primera influencia en mi ser, y ahora, no sé cómo plasmar la magnitud del temor que me hace sentir y con ello de la admiración tan creciente conforme pasa el tiempo, lo admiro tan alto como el cielo y tan profundo como el mar, inmedible, Cihiel es mucho, es gigante, no lo conozco, pero lo he sentido, y él es capaz de atemorizar con tan solo un papel, es capaz de influir tanto miedo, que incluso el bosque ahora es él, no temo a su obra, le temo a lo que es y a lo que influye en todo lo que toca. Esa bestia es la primera en ser tan precisa y tan sincera con el arte y sus sentimientos, hace que exploten en mí cada uno de mis sentidos, él es el primero en mostrar un asesinato, es inconmensurable, su nube negra yace sobre Koyopa, pero solo llueve en mi habitación.

GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora