–🥀–
Me soltó, dejándome caer de espaldas para retroceder hacia la oscuridad y volver con un cuchillo en la mano derecha. Ante mis quejidos de dolor, retomó su agarre ahora en mi nuca con la mano izquierda, mientras que con la otra, pasaba la amenazante hoja muy cerca de mi rostro.
–No, está mal.– respondí muy nervioso, él me miró ladeando su cabeza.
–Es lo único que tus labios me dicen, pero tus ojos no opinan lo mismo.– alzó una ceja, pero no respondí. –¿Es malo sólo porque alguien te lo dijo cuando eras un niño? Dime, Caín, ¿Quién decide lo que es bueno o malo?.
–¡Es pecado!– dije, él se rió.
–¿Por qué todos debemos ser y seguir lo mismo?, ¡eres un artista!– esta vez sonaba más tranquilo, pero su arma parecía ser aún más amenazante.
–No es natural.– respondí. Cerró los ojos, soltando un largo suspiro.
–¿Natural? Entonces dime, ¿son los animales buenos o malos? ¿Es acaso el hombre bueno o malo? Lo natural, es lo que cada uno es, si alguien más lo dice o lo inventa, entonces es una construcción social.– me tomó de la barbilla.
–No eres alguien bueno o malo, eres Caín, y tanto tú como tus sentimientos y gustos, son naturales. Los reprimiste muchos años por miedo al qué dirán, a cómo te verá tu Dios, porque era "malo", ¡impensable!, pero ahora lo conoces, sabes lo que te provoca, sabes que el cuerpo es una obra, la muerte es el medio, la sangre la pintura y tú, amigo mío, el pintor. ¡Libérate!– estaba atónito a sus palabras, incluso el dolor en mi cuerpo dejó de ser protagonista en mi cabeza.
Con una patada aterrizando en mi cara, terminé contra el suelo una vez más, aplastado, ya que su pie descansaba encima de mí.
–El arte no es bueno, tampoco malo, es una propuesta, es la belleza, es todo, excepto lo correcto; existimos porque el arte existe, las brujas y los ángeles existen porque el arte lo hace, si bien puede ser armónico y celestial, también lo es descarnado e infernal.– ejerció más fuerza sobre su pie.
–Déjame decirte una cosa; lo común es ordinario, perecedero, falso, en cambio, tus obras son más allá de trazos y pintura, si son tú, entonces es arte, es fino e infinito.– quitó su pie para volver a levantarme, desatando con el cuchillo las cuerdas que aprisionaban mis piernas hormigueantes.
–¿Es así?–respondí con muecas por el dolor de mi cuerpo.
Pasó mis brazos al frente, aún amarrados por las ajustadas cuerdas y me hincó, haciendo doler aún más mis rodillas.
–Lo es, tú y yo somos porque existimos. Nuestros gustos e inclinaciones no son como los demás, pero eso dista de ser malo, mírame a los ojos y responde; ¿Eres el pintor o la obra?– sonreí, con un alivio y emoción que nunca antes experimenté.
–Prefiero ser el pintor.– respondí mirándolo a los ojos con una amplia sonrisa, mi corazón palpitaba fuertemente, extasiado.
Me tomó fuertemente del cuello, acercándose a mi sudado rostro, y, con la mano derecha alzando mi mentón, lo vi devolviendo la sonrisa.
–Ayúdame, enséñame.– le dije mirándolo con el sentimiento que me parece que tendría Sara, la amiga de mi madre, si se encontrara con Dios, él asintió.
–Nunca tuve un fanático como tú, los extremos a los que llegaste, por momentos me entretenían, y otras veces, las más recientes, me hicieron dudar de quién estaba suplantando a quién, es decir, escribiste cartas que firmaste con mi apellido para después dejarlas en tu habitación como si yo lo hubiera hecho, sobornaste a un niño para que se dejara retratar por tu pincel y le enseñaste una canción sobre mí para que la divulgara por todo el pueblo, entrabas al bosque como si algo te persiguiera, escribiste un guión en el que me encontrabas en el bosque, mataste a la madre de mi obra y me culpaste de nuevo, me pregunto si ese eras tú o Darcy.
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Gehenna
Gizem / Gerilim"Derrama tu sangre en mi boca, déjame conocer tu sabor". Caín es un adolescente con dotes artísticos, pero sin un rumbo fijo o un estilo característico, esto cambia cuando se obsesiona con las obras de un asesino que habita el pueblo, es de esta man...