Al entrar en la sala, el doctor pidió a Connan que tomara asiento.
Ella ya esperaba lo que le iba decir, empezaría a pregúntale cosas sin sentido y a juzgarle por como era, por sus acciones. No era su primera vez en aquello.
Pero por algún motivo aquel doctor Walters le parecía algo diferente, así que decidió hacer alguna clase de esfuerzo o a prestar aunque fuera un poco de atención.
Se apartó los mechones de su pelo teñido de negro pensando en si lo que había decidido era realmente una simple tontería, pero decidió no darle muchas vueltas.- Bueno Connan... - dijo el doctor rompiendo el silencio. - No te importa que te llame así, ¿no?
- No... - respondió la chica sorprendida, era la primera vez que alguien se preocupaba por algo así.
- De acuerdo, tú puedes llamarme John si quieres, aunque no creo que lo hagas. - comentó con una leve sonrisa. - Supongo que ya sabrás porque estás aquí...
- Ya, ya, - le interrumpió Connan. - y sé que es lo que va a pregúntame ahora, que si por qué hago esto, por qué hago aquello, si de verdad me siento bien cuando me hago heridas o cualquier cosa de este tipo y bla bla bla...Al parecer no se dan cuenta de que las cosas se hacen por que se quieren así, y que quizá solo quiero sentir la sensación, el dolor...-la voz se le quebró y lo pudo seguir hablando.
La primeras lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas y ella se las limpió a toda prisa con las mangas de su sudadera negra.
- Puede que en el resto de sitios fuera así, pero aquí las cosas son diferentes, - explicó el doctor. - si te soy sincero, hay muchas preguntas protocolarias que me parecen ciertamente estúpidas, así que te haré una sola pregunta. ¿Por qué estás aquí, fuiste tú quien quiso venir?
- Eso son dos preguntas... - respondió ella entre sollozos. - Pero... lo cierto es que yo no quiero estar aquí, por nada del mundo. Son ellos, mis padres, son gente de negocios, son influyentes, pero todo se puede ir a pique en un segundo. Lo pasan mal por culpa mía, pasan vergüenza, no es normal que alguien como ellos tenga una hija como yo, que solo quiere sentir el dolor. Están hartos de ir por la calle y que diga o haga cosas raras, de que me griten insultos o me llamen masoquista. Se supone que me quieren y todo eso, pero estoy seguro de que esto lo hacen por ellos mismos.
- Comprendo... - dijo el doctor. - no eres la primera persona así que conozco, así que me gustaría hacerte una propuesta. Tras este centro hay un campus de internos, gente como tú, pero no cometas el error pensando en un grupo de locos, no podrías estar más mejor de la realidad. Así que, que me dices, ¿querrías quedarte?
Connan no podía creer lo que estaba escuchando, ¿lo decía de verdad?
Suponía que no estaría mal quedarse allí, tampoco es que en su casa estuviera demasiado bien, al menos allí tendría gente con la que relacionarse o algo parecido, no estaría sola...Pero, sabía que era imposible que sus padres le dejaran.
- No te preocupes por tus padres,- enunció el doctor como si le leyera la mente. - bastará con decirles que te quedarás interna ya que tú problema es grave o algo así...Creo que funcionaría, sí... ¿Y bien, que decides?
-De acuerdo, me quedaré. -decidió Connan.
- ¡Estupendo! - exclamó el doctor Walters. - entonces acompáñame, el campus es realmente grande, tengo mucho que enseñarte.
Así fue como Connan pasó las puertas hacia el campus, que tiempo después se convertiría en su hogar.
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Vinculado al dolor.
Science FictionPara algunos lo anormal es lo normal, los hechos extraños no son más que comunes en su día a día. El resto, vive en la ignorancia. Connan antes era así, una más entre millones, pero las cosas cambiaron cuando llegó a aquel lugar, donde le mostraron...