El odioso sonido de la alarma despertó a Connan, la cual después de varios minutos tratando de ignorar aquel molesto sonido, se levantó para apagarla.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que seguía con la misma ropa del día anterior... oh no... ni siquiera se había quitado los zapatos... rezó por no haber manchado la cama... Solía tener sueño cuando llegaba a su cuarto pero no hasta tal punto que la maldita pereza le hiciera dormirse así...
Espera... ¿se había duchado siquiera?
"Alguien va a tener que saltarse el desayuno hoy, por lo visto." pensó, así que se quitó la ropa y se dio una refrescante ducha. Después se volvió a vestir, con una camiseta ancha con un estampado de una calavera y unas mallas negras cortas, cogió los primeros zapatos que encontró y se recogió el pelo bajo su gorro.
Estaba lista... Y llegaba tarde, así que corrió todo lo que pudo hasta llegar al campo de entrenamiento, la próxima vez que tuviera que llegar tarde, quizá sería mejor hacerlo en otra clase... realmente ese sitio estaba lejos.- Bien clase... hmm... si, vale, parece que estamos todos. Entonces, el entrenamiento de hoy será por parejas, - se oyeron murmullos, probablemente de gente montando sus dúos, y Connan escuchó una voz que decía su nombre. - pero no os emocionéis, porque ya han sido seleccionadas y son completamente aleatorias. El objetivo de esta práctica es que os ayudéis el uno al otro, para fortaleceros mutuamente, y finalizaremos la sesión peleando contra algunas de mis copias, para fomentar el trabajo en equipo...
Y dicho esto, unas cinco copias de sangre de su profesora aparecieron a su lado, que fueron organizando las parejas y llevándolas un par de metros a parte.
Connan se alejó un poco para reunirse con quien sería su pareja y vio acercarse a una chica menuda de piel pálida vestida mayormente de negro, con varios piercings y un par de tatuajes, una flecha en su antebrazo derecho y unos pájaros en se cuello, que se perdían entre su pelo castaño y ondulado con un flequillo tupido que resaltaba sus facciones, acompañada de una de las copias.- Soy Dana Cooper, encantada. - le dijo con una voz energética y alegre.
- Esto... Connan... lo mismo digo... - le respondió con un tono bastante más hostil de lo que pretendía... de verdad no sabía bien cómo actuar ante gente tan vivaracha y despreocupada como ella... Aún no entendía como se podía llevar bien con Mars...
La chica hizo una mueca, como si hubiese esperado que una exuberante amistad brotara solo con esas palabras, pero aún así afirmó:
- Estoy segura de que trabajaremos bien juntas. - y le dirigió una sonrisa radiante. - ¿Tienes ganas del entrenamiento?
- Siéndote sincera, por la mañana no tengo ganas de nada... pero... supongo que sí, quiero mejorar en esto y hacerme más fuerte.
- No dudéis que así será. - intervino la réplica de su profesora - Y para empezar nos dirigiremos a nuestro llegar de entrenamiento, ya que las parejas estarán separadas las unas de las otras para no interferir. Bien, tenéis un minuto más del tiempo que yo tarde en llegar hasta allí, más vale que me sigáis el ritmo, u haré el resto de clase un infierno en vida para vosotras... Así que... ¡comenzamos!
Y se derritió en un charco de sangre, el cual desapareció para volver a formarse unos diez o quince metros por delante, tomando de nuevo su forma corriente y continuó haciendo lo mismo, a una velocidad increíble.
Connan no supo cómo reaccionar, se quedó paralizada, no sabía que hacer.. tendría que usar su poder, ¿no?... pero... ¿que podía hacer para alcanzar su ritmo?
Mientras se perdía en sus pensamientos, notó, sobresaltándose que unas manos envolvían su cuerpo.- Más vale que tengas cuidado, y a ver si no nos caemos. - dijo su compañera, y notó cómo sus pies se elevaban un poco del suelo y cómo ambas empezaban a coger una velocidad vertiginosa. Conseguían seguir a su profesora, desde bastante lejos, pero lo suficientemente cerca de ella como para no perderla de vista.
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Vinculado al dolor.
Science FictionPara algunos lo anormal es lo normal, los hechos extraños no son más que comunes en su día a día. El resto, vive en la ignorancia. Connan antes era así, una más entre millones, pero las cosas cambiaron cuando llegó a aquel lugar, donde le mostraron...