Capítulo 13

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- Ella... bueno... se llama Vanessa Ainsworth y fue... mi primera y mejor amiga. - explicó Mars bajando la mirada, sin duda, las cosas habían cambiado desde entonces. - Yo llegué aquí con a penas siete años, no me enseñaron nada sobre la vinculación entonces, bueno quizá alguna cosa pequeña, pero nada importante. El caso es que simplemente se encargaron de cuidarme, me inscribieron en una escuela y vivía como cualquier otro... esto... no exactamente... Yo estaba... muy... perturbado... estaba claramente traumatizado para un niño de mi edad, era muy reservado, frío y desconfiaba de todo y de todos. La única persona con la que establecí algo de contacto fue con ella, con Vanessa... Yo estaba destrozado, necesitaba algo a lo que aferrarme, y eso hice. Me aferré a ella y a sus ideales, fingía, que estaba feliz, que nada me importaba, aprendí a actuar como si fuera el mejor, pero en mi interior siempre sentí que era de lo peor. Así es como conozco a tanta gente y tantos lugares aquí, se puede decir que soy un veterano... Las cosas fueron cambiado entre ella y yo conforme crecí, me di cuenta de lo mal que trataba al resto y de lo injustos y absurdos que eran sus ideales... Pero aunque quería alejarme de ella por completo... yo... simplemente no podía... Sentía que estaba en deuda con ella, por haberme aceptado y tratado bien... Fue entonces cuando apareciste tú, me hiciste ver que realmente no me trataba bien, no me quería, en realidad. Tan solo se aprovechaba de mí, ¿por qué? Pues porque soy un elemental, simplemente, hay gente que los considera superiores, además... ella viene de los Ainsworth... esa familia... todos sus malditos miembros son vinculados, por eso ella estaba aquí desde el principio... Menos mal que he conseguido encontrara amigos de verdad. - forzó una sonrisa, era obvio que no quería seguir hablando, pero ajena a ello, Connan preguntó.

- ¿Que te pasó? Digo, para acabar aquí con siete años... dijiste que estabas perturbado y traumatizado... ¿Por qué?... - la chica se arrepintió de decirlo nada más miró a los ojos a su amigo, parecía a punto de romper a llorar... - Bueno, no me digas nada si no quieres... solo que sepas que si quieres desahogarte, estoy aquí... pero entiendo que guardes secretos... todos lo hacemos...

- Yo... eh... ¿has terminado de cenar? - su tono se volvió más apagado y susurrante con cada palabra.

Connan asintió, en respuesta a su pregunta, entonces el chico se levantó y ella hizo lo mismo. Salieron del comedor, hacia el patio, hacia los jardines, hacia el bosque. Andando sin parar hasta que llegaron a una hondonada, era preciosa, con grandes árboles cuyas raíces sobresalían de la tierra, llegando incluso más alto que ellos, con las incontables flores que rodeaban el paisaje y un pequeño afluente del río que recorría el lugar.

Mars se dirigió a una de las raíces y se sentó sobre ella, con aspecto cansado, entonces levantó la cabeza y le dijo a su amiga:

- Yo... te lo contaré... porque creo que puedo confiar en ti, solo espero que no me juzgues.

- Eres la persona que más aprecio en el mundo ahora mismo, no me importa tu pasado, y si fue algo malo, me basta con que te arrepientas de él.

- No sabes cuánto... Bien... Cuando era pequeño, con unos cinco años o así, vivía en un pueblo pequeño, sin a penas población, de estos en los que todos se conocen, vivía allí con mis padres y mi perro, Max, que mi madre había encontrado en la puerta del hospital el mismo día que nací y había adoptado. Yo... no era muy sociable que digamos, así que mi círculo de personas cercanas eran básicamente ellos. El caso es que un día encontré un animal por la calle, era deforme, siéndote sincero, pero aún así m parecía un perro así que pensé en adoptarlo... Pero cada vez que iba a preguntarle a mis padres o que me disponía a enseñárselo, él nunca estaba, era como si desapareciera, pero en el momento en el que ellos se iban, este volvía a entrar en la sala o donde fuera que estuviéramos. Por eso decidí cuidarlo en secreto, aunque realmente no ocultaba nada, ya que cuando mis padres me preguntaban yo les respondía con la verdad, pero al ellos nunca haberlo visto, creyeron que solo era producto de mi imaginación. El problema llegó pocas semanas más tarde, volvía del colegio, el autobús me acababa de dejar en la puerta de casa... entré, pero nada más lo hice, vi un charco de sangre, con un pequeño cuerpo peludo medio descompuesto en el centro, era Max... Fue entonces cuando... - sollozó, su corazón seguía dolido por lo que había pasado ese día. - Cuando empecé a escuchar los gritos de mis padres, corrí al salón y lo que vi me horrorizó, mi padre estaba tendido en el suelo, con la pierna doblada en un ángulo anormal y sangrando por varios puntos, con una silla rota en su mano que sujetaba fuertemente. Pero mi madre estaba peor, tenía la piel desgarrada y... había perdido un brazo, es a forcejeando con una criatura enorme... aquel "perro" que adopté, había cambiado su forma y había matado a Max, estaba a nada de hacer lo mismo con mis padres... Mi mente daba vueltas y de repente empecé a escuchar un fuerte pitido, mis manos se cubrieron de fuego, el cual se dirigió a la bestia, quemándola hasta los huesos. No sabía como lo había hecho, tampoco me importaba, pero había salvado a mis padres. Me dirigí a ellos corriendo, quería abrazarles, mi mente empezaba a procesar la muerte de mi mascota y cada vez estaba peor... pero cuando levanté la vista esperando que mis padres me correspondieran con un gesto amable, o que incluso me gritaran que llamara a emergencias, lo que mi fue asco... Profundo asco y decepción... Odio... Empezaron a llamarme monstruo, no se preocuparon por sus heridas, parecía que solo quisieran termina de romper mi corazón... Estaba a punto del colapso... Hasta que exploté... Toda la casa ardió en llamas... Mis padres... mis padres... - no pudo aguantarlo más, sus lágrimas se derramaron por sus mejillas y empezó a llorar.

Connan no lo pudo evitar y se lanzó a abrazar a su amigo, era duro verle así, el siempre era positivo y alegre... que no atuviera en ese estado... su historia... dolía.

El chico correspondió su abrazo y pasaron minutos así, abrazados, mientras él lloraba sobre su hombro.

- Entonces... ¿no me odias? - preguntó el entre sollozos.

- ¿Cómo podría hacerlo? Tú nunca quisiste aquello, tu poder lo hizo, no tú.

Después de aquellas palabras, Connan le acompañó a su habitación, y después de desearle buenas noches se dirigió a la suya, dispuesta a seguir descifrando aquel libro que había conseguido en la biblioteca.

Vinculado al dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora