Capítulo 4

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Cuando lo había visto desde fuera, los terrenos del centro le habían parecido enormes, pero su parecer no era nada en comparación a su tamaño real.

El doctor Walters se lo enseñó todo, los jardines, la residencia, la biblioteca, la piscina, cosa que realmente le produjo una grata sorpresa, y muchas cosas más. También le enseñó dónde se instalaría y el comedor donde asistiría a las cenas, comidas y desayunos. Cuando Connan se dispuso a preguntarle por el resto de estancias de aquel lugar el simplemente le respondió diciéndole "¿Qué gracia tendría si te contará todo sobre este sitio? No habría nada que investigar, y aún más importante, nada por descubrir".
Tuviéndose que conformar con aquella respuesta, el doctor la acompañó a lo último que le faltaba por ver, clases. Nada más las vió, chica se decepcionó, había pensado que quizá aquel lugar no era tan horrible y ante ella tenia lo que podría decir que más odiaba en el mundo, clases. En aquel momento parecían desiertas, pero supuso que se trataba simplemente de la hora, eran prácticamente las nueve de la noche y todo el mundo debería estar cenando o preparándose para ello.

A pesar de aquello, el doctor la guió hasta la última clase del pasillo, estaba vacía como el resto, pero era notablemente más pequeña con estanterías en las paredes, un par de sillas y un gran escritorio en el centro de la estancia, detrás del cual había un ventanal por el que se podía ver todo el campus. Un despacho, supuso ella, quizá el del doctor.

- Por favor siéntate. - le indicó el mismo - Estoy bastante seguro de que tendrás hambre y querrás ir a cenar, pero antes tengo que explicarte una última cosa, siento no habértelo dicho antes, pero simplemente no me pareció oportuno...

- De acuerdo, entonces empezaré, recuerdas el motivo por el que has venido,¿no? Bueno, todo se trata de esa extraña afición al dolor de la que se podría decir que padeces. En todo caso, todo el mundo te ha hablado de ella como tal pero... Hmm... - el doctor quedó pensativo durante unos segundos. - Ya sé, Connan, por favor, necesito que me cuentes un ejemplo de alguna vez en la que hayas buscado el dolor, cuéntamelo con todo detalle.

- Esto... ah, ya sé. - recordó la chica. - Cuando era pequeña, creo que tenía cinco o seis años, estaba en el parque y me caí, me hice un largo corte en la rodilla del que todavía tengo cicatriz. El caso es que había otro niño, que sería más o menos de mi edad, él también se había caído, su herida era bastante más pequeña que la mía, pero lloraba y gritaba desesperado. Recuerdo estar realmente confusa, mi herida era mucho mayor, pero no sentía ni una pizca de dolor, ni entendía por qué. Entonces cogí una piedra del suelo del parque y empecé a hacerme más cortes, heridas, pero seguía sin notar nada. Al final mis padres me sacaron del parque... no sé muy bien que ocurrió después, es solo un vago recuerdo, pero creo que aquellas heridas se curaron realmente rápido. Pero no sé, a veces la mente juega malas pasadas...

- Comprendo, entonces no fallé al seleccionarte. - Dijo Walters enigmáticamente. - Bien Connan, es hora de que te cuente la verdad, quizá no la creas pero si te fijas bien estás rodeada de evidencias. Tu, yo y todas las personas de este campus pertenecemos a otra especie.

- ¿Otra especie?

- Si, una mucho más desarrollada, siempre te han visto como una loca, te han diagnosticado una afición por el dolor, pero nunca fue eso. Tu sistema es mucho más fuerte que el del resto, simplemente no sentías el dolor, querías saber que significaba.

- Yo no pertenezco a otra especie, mis padres son completamente humanos.

- Oh, la ascendencia no tiene nada que ver, pero tú no naciste humana, porque un elemento te eligió. Estás vinculada a un elemento, eso es lo que te hizo evolucionar. Cada uno tiene su elemento, te acompañará toda tu vida, y cuando está acabe, elegirá a otra persona con la que vincularse.

- ...

- Sé que es mucha información, te costará asimilarla, pero estás aquí para aprender a controlar tu elemento, te ayudaremos con lo que haga falta. No tengo nada más que decirte, si te das prisa llegarás a la cena. Sabes dónde está el comedor, ¿no?

- Si, pero no tengo hambre, creo que iré directamente a mi habitación.

Y con estas palabras salió del despacho del doctor .

Vinculado al dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora