--Chicos-- dijo Hermione con cautela, acercándose a sus amigos abrazados --Debemos irnos. Tenemos diez minutos para regresar a la enfermería sin ser vistos. Antes de que Dumbledore cierre la puerta con llave--
Ginny rompió el abrazo con Harry y se secó las lágrimas. En su garganta aun guardaba un nudo, pero estaba dispuesta a dejarlo pasar.
--De acuerdo-- dijo con un suspiro --¡Vamos!--
Harry le sonrió, tomó su mano, y junto a Hermione, echaron a correr nuevamente. Entraron al castillo por una puerta a sus espaldas, que los sacaría del jardín, y bajaron una estrecha escalera de caracol. Cuando ya casi llegaban al final, escucharon voces. Alarmados se pegaron a la pared y esperaron.
Ginny reconoció las voces de inmediato. Eran Fudge y Snape, quienes caminaban con premura por el pasillo que comenzaba al pie de las escaleras.
--...Sólo espero que Dumbledore no ponga impedimentos-- decía Snape, con cierto tono de angustia --¿Le darán el Beso inmediatamente?--
--En cuanto llegue Macnair con los dementores. Todo este asunto de Black ha resultado muy desagradable. No tiene ni idea de las ganas que tengo de decir a El Profeta que por fin lo hemos atrapado. Supongo que querrán entrevistarle, Snape... Y en cuanto la joven Ginny vuelva a estar en sus cabales, también querrá contarle al periódico cómo usted la salvó--
Ginny rodó los ojos. Solo se sintió calmada porque su mano aun apretaba la de Harry. En otras circunstancias, y sin tanto peligro de por medio, hubiera salido y atacado a Snape. Claro que no pensaba que él la había salvado, y más bien había entorpecido su misión de ayudar a Sirius.
Al cabo de unos segundos, los pasos de Cornelius y Snape se escucharon más lejos, hasta que se perdieron por completo. Harry, Ginny y Hermione aguardaron un rato más, para asegurarse de que estuvieran fuera de peligro. El azabache asomó su cabeza hacia el pasillo. Les hizo una seña afirmativa a las chicas, y echaron a correr nuevamente en dirección opuesta.
Bajaron por dos escaleras. Continuaron por otro corredor y se detuvieron en seco al escuchar unas fuertes carcajadas que retumbaban a su alrededor, desde el final del corredor.
--Peeves-- susurró Harry, jalando a Ginny y a Hermione hacia la puerta de un aula vacía en su izquierda --¡Entremos aquí!--
Abrió la puerta y pasaron. Harry dejó un pequeño espacio entre la puerta y el umbral, que era casi imperceptible desde el exterior, para poder saber lo que pasaba.
Peeves apareció en su campo de visión, dando saltitos lleno de emoción, riéndose a mandíbula suelta.
--Maldito--
El susurro de Ginny sobresaltó a Harry. No se había dado cuenta de que la pelirroja se había agachado, y veía el corredor por el pequeño espacio abierto de la puerta, al igual que él.
--Estoy segura de que se ha puesto así de alegre porque los dementores van a ejecutar a Sirius...--
--Quedan tres minutos-- advirtió Hermione con miedo
Un poco angustiados, esperaron hasta que la risa de Peeves se alejara por completo. Entonces, salieron y volvieron a correr.
Ginny se sentía demasiado fatigada, y estaba segura de que sus piernas le fallarían en cualquier momento. Aunque también guardaba la esperanza de resistir. Ahora no era un buen momento para estar débil.
--¿Qué ocurrirá si no regresamos antes de que Dumbledore cierre la puerta?-- preguntó Harry, jadeante y sin dejar de correr
--No quiero ni pensarlo-- dijo Hermione, mirando su reloj --¡Un minuto!--