XI

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No pienso abrir los ojos en todo el día. Me niego. Ayer lo hice y mira todo lo que sucedió después así que hoy he decidido que no pienso moverme de la cama, no voy a despegar mis párpados y me voy a quedar bien quietecita hasta...

Bueno, vale, mi plan tiene lagunas, lo sé.

—Tiene muchas lagunas porque no se te da bien lo de pensar con claridad —escucho una voz grave al fondo de mi habitación y de repente tengo ganas de mandar a la mierda mi plan y huir de aquí—. Pues sí que soy necesario en tu vida.

Joder, puto plasta el Edward...

—Déjame en paz —le digo, tapándome con las sábanas—. No te he dejado que entres a mi dormitorio.

—Estabas hablando en sueños y pensé que me necesitabas, eso es todo.

Asomo un ojo por encima de la sábana y lo veo sentado en una esquina de la habitación, vestido como ayer y despeinado a más no poder. Está hecho un desastre pero...

—Ah, no —me detengo—. No voy a pensar nada más.

Me vuelvo a tapar con la sábana pero le escucho reírse por lo bajo.

—También podrías aprender a bloquearme para que no pudiera escuchar lo que piensas.

Eso sí que me interesa.

No, espera...

—Mejor aprendes tú a controlarte y a alejarte un rato de mí —le suelto.

Pero sigo escuchándole sonreír.

—Créeme que me gustaría —le escucho responder— pero ahora eres parte de nuestro clan y debo...

Me quito la sábana de encima más que enfadada.

—Ni se te ocurra volver a decir que tienes que protegerme porque es más que molesto.

Frunce el ceño con mi respuesta.

—¿Crees que te apañarías bien si no estuviera yo alrededor? —empieza a preguntarme—. ¿Que si llevaras ese colgante al cuello tú misma, sin nadie que los seres que nos rodean pudieran percibir como peligroso, no te quedarían segundos de vida? ¿Crees que a mí esta situación me gusta? Te recuerdo que no te soporto, Lindsay.

—Y sin embargo me dijiste que te atraía —le recuerdo.

—Y yo a ti también —contraataca él.

Mierda.

—Muy bien, entonces, ¿qué? —le digo, rindiéndome.

Se levanta del suelo y va hacia la puerta.

—Lo primero es ir a desayunar; tu madre lleva un rato llamándote y me pidió que viniera a buscarte.

—¿Y has estado ahí quieto sin...?

—Lo siguiente —continúa diciéndome como si nada— es ir a clase. Y después, esperaremos a que Coleen contacte con ciertas personas y seres; ella nos dirá qué sucede y cómo salvarte la vida.

—Eso último me ha gustado.

Sonríe antes de salir de mi habitación. Creo que va a decir algo pero finalmente decide que eso que quería decir no merece la pena.

—Baja pronto o tu madre pensará que hemos estado haciendo lo que nunca haríamos —me dice el muy gilipollas.

—¡Sé que no ibas a haber dicho eso antes! —le espeto justo cuando está cerrando la puerta—. ¡Dime lo que ibas a decir!

—¡Aprende a leer la mente! —le escucho ya al otro lado.

Me desespera, de verdad. Me desespera y a la vez me dan ganas de...

Cómo Logras Ignorarle Cuando Héroes Existen (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora