XV

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No, no quiero que practiquemos NADA.

Pero necesitas saber defenderte por si tienes una emergencia y yo no puedo estar ahí.

Pues menudo hombre lobo de mierda eres.

Entonces, ¿quieres mi ayuda o no? No me queda claro todavía.

Esta conversación voy a terminarla rápidamente.

Quiero que te vayas a la mierda.

Es que hay que ser imbécil. Al menos está utilizando los mensajes del móvil en vez de no sé, invadir mi mente y meterme sus palabras ahí en la cabeza, a lo peli de terror.

Coleen ha dicho que tenemos que darnos prisa, que nos espera en media hora. ¿Te queda mucho?

Mira que es pesado...

Ni siquiera me dejas hacer la compra tranquila.

Solamente te han mandado a comprar el pan.

¿Tiene que saberlo todo? Es que una no puede ni siquiera respirar aire fresco a la salida de la huevería. Con el calor que hace hoy, pillar una zona en Dundee en donde no te achicharres es todo un logro.

—Vaya, pero si es ni más ni menos que la elegida.

Me giro en cuanto escucho una voz sensual a mi lado. Dejo de abanicarme con la barra de pan y me fijo en Terry, que me mira con unos ojos negros profundísimos mientras luce su perfecta dentadura de vampiro.

Joder, cómo tendrá que ser que te pegue un bocado semejante monumento de la naturaleza...

—¿También...? ¿Tú también...? ¿Tú comes pan?

Quien no haya dicho alguna vez alguna tontería parecida, que levante la...

Dejad de levantar las manos, falsas de mierda.

Terry sonríe y sus colmillos lucen mucho más incluso que cuando habla.

—Tengo gustos más refinados —responde él, creo que sabiendo que ni siquiera yo misma sé por qué he preguntado aquello—. ¿Haciendo unos recados? —me dice ahora él.

—Sí, bueno, yo... Me iba ahora a casa ya.

—¿No sales hoy? —pregunta mientras me hace un gesto con la mano para que comience a caminar.

—A las doce del mediodía no apetece mucho irse de copas —le respondo, poniendo rumbo a mi casa.

Terry parece querer acompañarme. Se agarra las manos en la espalda y se coloca a mi lado, andando conmigo.

Ríe levemente con mi comentario, como si solamente quisiera quedar bien pero no le hubiera hecho gracia.

De verdad que no sé por qué no le podría haber hecho gracia semejante comentario pero en fin, no sé, en este pueblo no se aprecia para nada mi fino humor inteligente, qué sé yo.

Será el agua.

—¿Cómo es que no estás tú también hablando con mi madre? —me dice con intriga.

—¿Cómo?

—Eddie lleva toda la mañana encerrado con ella en el despacho —me explica—. Pensé que tú, siendo la elegida, estarías también —y se queda quieto un instante, mirándome fijamente—. De hecho entré porque quería verte.

Qué tontería más grande acaba de entrarme al pensar en que semejante chico... Semejante vampiro... Semejante... Elemento. Semejante elemento quería verme. A mí.

No, espera, no es eso sobre lo que tengo que reflexionar.

—Edward me dijo que tu madre quería vernos en media hora —le expongo—. No sabía que él llevaba...

Cómo Logras Ignorarle Cuando Héroes Existen (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora