Capítulo (1)

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DAPHE JONES

Los suaves rayos de la luz solar entrando por mi ventana, acompañados de la irritante voz de mi tía, logran despertarme. Abro mis ojos perezosamente, mientras bostezo. Odiaba levantarme tan temprano, no le veía sentido alguno tener que levantarse a esa hora, cuándo lo único interesante que hacías durante el día, era mirar una y mil veces la misma programación que ofrecían los canales televisivos. Los muy malditos, parecían que no tenían más programación, siempre repetían la misma mierda y una y mil veces.

No me consideraba una chica amargada, ¡pero vamos!, ver una y otra vez la misma cosa, a cualquiera le amarga la vida.

—Daphe cariño, tienes que despertar. Se nos hace tarde— la voz de mi tía Kley, se hace presente desde la sala.

Suelto un bufido y no respondo, hoy era el maldito día dónde tendría que asistir a la consulta psicológica que ella había agendado para mi.

Debo admitir, que en cierto punto sabía que la necesitaba. Desde el fallecimiento de mi abuela, mi vida había cambiado, antes era una chica alegre y espontánea, siempre llevaba una sonrisa en mi rostro, y ahora solo soy una chica encerrada y con una sonrisa fingida.

Desde pequeña odie a los psicólogos, me parecían personas traicioneras, que te veían con lástima, usaban sus palabrería para envolverte y justificar su trabajo y poder cobrar por charlas estúpidas, que al final nunca ayudaban para nada.

Por más que mis pensamientos fueran esos, esta vez no podía negarme asistir a uno. Tanto mi familia como yo, hemos pasado por un momento doloroso, y no quería que por mi causa sufrieran más. Así, que después de casi varios meses de insistencia por parte de mi tía, acepté ir a la bendita consulta.

—Daphe, voy a entrar. Necesito que te arregles. Ya vamos tarde— siento la puerta de mi habitación abrirse, dejando ver a mi tía detrás de ella.

—Buenos días, cariño— me saluda sonriendo.

—Buenos días, tía Kley— le devuelvo la sonrisa, mientras veo como ella se dirige a mi armario.

Mi tía, era quién siempre después de la muerte de mi abuela, me ayudaba con mis necesidades personales, vestirme, bañarme y todas cosas que para las demás personas eran fáciles y normales de hacer, pero en mi caso evidentemente no lo era.

Desde mi nacimiento, me detectaron un fuerte problema cardiológico, acompañado de un desgaste muscular, el cuál es el causante de mi discapacidad motora.

Nunca me queje o me subestimes por mi "condición", todo lo contrario. Me consideraba una chica que de cierta manera lograba lo que se proponía, sin embargo, habían momentos como cualquier persona, en los cuáles te preguntabas ¿cómo sería tu vida si fueras nacido de otra forma?, quizás hubiera sido mejor o peor, eso nunca nadie lo sabrá. Pero si, me hubiese gustado, sentir esa pequeña felicidad llamada "recorrer el mundo", siempre he soñado con ir de la mano de alguien, mientras recorremos el "Hyde Park". Quizás suene algo estúpido, pero para mi era importante, aunque sabía que también era imposible.

No me consideraba una chica desagradable, pero tampoco atractiva, era ese punto medio, de ser irrelevante y a la misma vez el tema favorito de conversación de los demás, sobre todo si era para criticar.

—¿Quieres ir vestida con algo casual o deportivo?—

—Casual— respondo con simpleza, mientras trato de retirarme la blusa de dormir que llevaba puesta.

Siempre a tú ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora