Capítulo (12)

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La mayoría de las personas, se preguntan; ¿Habrá vida después de la muerte?. Todas las respuestas siempre son las mismas, dependiendo de su religión o cultura.

Para Fabricio Baker, no había vida en ninguno de los dos modos. Había caído en un pozo profundo en el cuál se le era imposible salir. Su estabilidad mental y emocional, eran manejadas por algo tan fuerte que jamás creyó experimentar.

El amor.

Ese sentimiento destructivo que se adueña de ti sin siquiera ser consciente.

Daphe Jones, era la principal causa de el.

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—Buenas, necesito información urgente sobre Fabricio Baker— un agitado moreno, hace acto de presencia en la recepción de la clínica.

Fleur, lo miraba con sus ojos cristalizados, le daba terror escuchar sobre el estado de su hermano.

—¿Usted es?—

—Su hermano— la mujer asiente.

Vuelve su mirada al computador, buscando información sobre el rizado.

—Él Baker, se encuentra en estos momentos en quirófano. Le están realizando un lavado estomacal, ingresó con una fuerte sobredosis de heroína—

—¿Estará bien?— respondió titubeando, mientras sentía la mano de la castaña apretar la suya.

La mujer mayor, suspiró.

—Es una información que no sabría decirle, debe esperar que el médico se la proporcioné—

—Gracias— susurra, para luego retirarse.

Ambos se sientan la sala de espera, sintiendo sus humedercerse.

—Mi hermano, no me puede dejar Dominik, lo necesito— con su cuerpo temblando, abraza al mayor.

Él moreno, suspira devolviéndole el abrazo, mientras acariciaba lentamente su rizos.

—Él estará bien, tiene que estarlo— la menor asiente.

Unos pasos captan su atención, haciendo que desvíen su mirada.

Al hacerlo se encuentra con los señores Baker. Fleur, miraba a sus padres con desprecios. Por la culpa de ambos, su hermano estaba debatiéndose entre la vida y la muerte.

—¿Él cómo está?—

—No te importa padre, nunca te ha importado Fabricio durante esos dieciocho años, no finjas—

—Cálmate— susurró, en su oído él moreno.

Dominik, inhaló fuertemente antes de hablar.

—Están realizandole un lavado estomacal, fue muy alta la sobredosis. Mi amigo, se está muriendo, yo les juro que si algo le llega a pasar, no me va importar su maldita influencia, los haré pagar cada desprecio que le hicieron—

—No me amaneces— exclamó fríamente, Baker.

—Los haré pagar— volvió a repetir.

Siempre a tú ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora