Capítulo (2)

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FABRICIO BAKER


Mi vida es una mierda, de eso estoy completamente seguro. Siempre me pongo a divagar en mis jodidos pensamientos, otro nombre o adjetivo para nombrar al caos de vida que suelo llevar, pero siempre termino con el mismo "Tengo una vida de mierda". No hay mejor calificativo, para llamar el hecho de que tus padres nunca le haz importado, en tu hogar, tu presencia es tan importante, como la basura que desechan los fines de semana. La poca atención que obtengo de mis progenitores, solo la usan para recordarme lo inútil e inservible que soy, y quizás tengan razón.

Con tan solo dieciocho años, ya mi cuerpo conoce la mayoría de los aditivos, llamados "drogas". Suelo ir por la vida importandome una mierda todo lo que me rodea, no tengo amigos, gracias a mi peculiar carácter, y a decir verdad me da igual. Me conformo con mi único y mejor amigo, Dominik, es él único que ha estado conmigo a pesar de todo, y es algo que realmente agradezco.

Suelto un suspiro, y miro una vez más el salón de clase vacío donde me encuentro, para mi desgracia hoy a mis jodidos compañeros y profesores les dieron por llegar tarde. Tenías gana de largarme de este lugar, pero sabía que me iría peor, los chismes vuelan en este instituto, y no tardaría en llegar un chismoso que le dijera a mi padre.

Tomo mi cuaderno y me pongo a garabatear cualquier estupidez que se me ocurriera en ese momento. Segundos después, escucho como el salón se empieza a llenar, no levanto la vista y sigo en lo mio.

—Buenos días, alumnos— la voz chillona de la profesora, Magdalena se hace presente.

—Hoy, quería anunciarles que habrá un nuevo ingreso. Espero que todos pongan su mayor colaboración con ella— bufo irritado.

¿Quién se creía ella?, ¿la reina Isabel?.

Oigo, como una segunda voz inunda el salón, logrando captar toda mi atención.

—Bu-buenos días— levanto mi vista, y en ese momento, sentí como mis mejillas empezaron a quemar.

Frente a mí, tenía a la misma chica que no salía de mi mente, desde hace tres meses cuándo me la encontré por casualidad en la clínica.

Ese día, después que literalmente se desmayara en mis brazos, la tuve que dejar a cargo con la recepcionista. No era capaz de mirarla un segundo más, aunque he tratado de negarlo a mi mismo, la chica logró causar en mi algo que nadie había logrado.

No era esa clase de chicos que creía en el amor a primera vista, de hecho, pensaba que los cuentos de amor eran puras historietas absurdas, creadas por personas que quieren disminuir de una manera u otra lo asquerosa que es la vida romántica.

Pero viéndola a ella, hace que mis argumentos antiguos, se disiparon, era una chica interesante, con un carácter dominante y nada sutil. Ese día pude verlo, nadie se había atrevido a hablarme de esa forma tan directa, tan espontánea y a la vez tan maravillosa.

Y quizás, solo quizás... Esa chica sería mi perdición.

—Cariño, ¿puedes ayudar a la señorita Jones, a colocarse en su lugar?— suelto un bufido de irritación.

Tenía la esperanza que se sentará a mi lado, pero como siempre, mi suerte es una mierda. Giro en dirección a mi compañero, y veo como este le sonríe, la chica le devuelve la sonrisa y puedo apreciar como sus mejillas se sonrojan.

Estúpido niño, de ojos verde.

—Hoy solamente, veremos una introducción sobre todo lo que hemos visto en el lapso— la profesora anuncia, y sigue escribiendo cosas en la pizarra.

Ruedo los ojos, nunca anoto una mierda, porque realmente no me interesa ningún tema. Ni Siquiera hago los trabajos asignados, de eso siempre se encarga Dominik, que para mi desgracia hoy no pudo asistir, gracias a que tuvo que acompañar a su madre al médico.

Siempre a tú ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora