Capítulo (4)

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DAPHE JONES

Con mis ojos cerrados, mi cabeza apoyada en la mesa de estudio suelto un suspiro hondo. Este fin de semana, no había sido nada agradable, no después de saber que era la becada del padre del chico que me gusta. ¡Porque si!, Fabricio, me gustó desde el primer momento en que mi mirada se cruzó con la de él. Desde ese día en la cliníca, cuándo se comportó como un completo idiota conmigo, su actitud y arrogancia lograron llamar mi atención.

Siempre he tenido claro que me gustaban los chicos románticos y cursis, pero llegó él haciéndo que mis estúpidos prototipo de príncipe perfecto, se fuera por la borda. Él era todo lo contrario, frío, arrogante, y de un carácter poco tolerante. Pero aún así, sabía que detrás de esa fachada de macho alfa dominante, se escondía un buen chico, la semana pasada lo pude notar, a pesar de que hablamos pocos, su trato hacía a mi desde que entré al instituto, ha sido lindo, incluso me atrevo a decir que en ciertas ocasiones me observaba en silencio.

Ahora que sé que es él hijo del dueño de la academia, no sé como mirarlo a los ojos. Estoy consciente que somos de mundos totalmente diferentes, y me siento avergonzada de que él sepa de mis problemas personales.

Levanto mi rostro en el momento que escucho la voz de la profesora de lenguaje, miro alrededor y mi cuerpo se tensa al verlo entrar también. Desvio mi mirada tratándo de desimular mi reacción.

—Hola, niña bonita— cierro los ojos, y suspiro.

¿Porqué se tenía que sentar a mi lado?.

Iba a responder, pero la profesora empezó nuevamente hablar y le agradecí mentalmente por eso.

—Buenos días, chicos. Como puedo observar, hoy no hubo mucha asistencia, así que lamentablemente el trabajo que iba asignar ya no será en grupo, sino en pareja. Les podré los conceptos en la pizarra y luego les explicaré el trabajo
¿de acuerdo?— asentimos con un murmullo.

Por más que tratara de concentrarme en anotar, no lo lograba. Su presencia tan cerca me intimidaba.

—¿Te dijeron que concentrada te ves más hermosa?— alzo una ceja, aún con mi mirada fija en la pizarra.

—¿Te dijeron que eres
insoportable?— murmuro, aún sin mirarlo.

Escucho una leve risita, logrando que mi mirada vaya hacía él.

—Soy mucho más que insoportable,
bonita, creéme, no querrás nunca conocer lo que realmente soy—

—Con eso estoy de acuerdo, jamás me juntaría ni sería amiga de alguien como
tú— al terminar de decir mis palabras, noto como su semblante cambia completamente.

Sus ojos se oscurecieron, pero más allá de eso, podía percibir una mueca de tristeza, quizás.

Desvía su mirada de mi, y puedo ver como toma su mochila, y saca un paquete de mentas. Toma varias y se las lleva a su paladar de una estocada.

—Tendrán que elaborar, un informe de los principales poetas y escritores de la era del renacimiento. Como mencioné antes, lo harán en pareja conjunto a su compañero de al lado— abrí mis ojos grandemente.

¡Puta mi suerte!

—Tienen hasta el viernes, para entregarlo. Pueden retirarse— odiaba a la profesora, odiaba a todo el mundo en este momento.

Siempre a tú ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora