TRECE

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Una vez en casa, lo primero que hice fue comer la carne batida con sangre. Siento a mi lobo removerse inquieto, quiero estirar las patas, pero aún no lo podría permitir. La vez que me transformé, si no hubiera tenido un autocontrol increíble por amor a Jasper, lo habría marcado sin permiso alguno.

Mis ojos viajaron al vestido que permanecía en la bolsa. Me lo probé por si acaso encajaba perfectamente. Detallé mi reflejo y se notaba bastante lo trabajado que tenía mi cuerpo debido al ejercicio, sumado a que mi cuerpo no se desarrollaba como lo haría normalmente un humano, lobo o vampiro. La vitalidad que desarrollan los híbridos es fascinante.

Me hice un moño junto a una pijama, me miré por un momento en el espejo. El reflejo era igual, pero mi ánimo, el aura que desprendía, no era depresivo, peligroso o irritado; era todo lo contrario. Mis ojos destellaban el brillo que había desaparecido hacía muchos años atrás. De alguna manera, me había convertido en una nueva persona gracias al cambio de perspectiva que me habían brindado la familia Cullen, Jasper e incluso Bella. Sonreí abiertamente ante estos pensamientos positivos; mis ganas de leer eran escasas.

Por lo que dediqué una considerable cantidad de tiempo al gimnasio de casa, practicando técnicas, golpes y demás. Unas gotitas de sudor se derramaban de mi rostro. En algún momento me detuve y subí hacia la cocina, tenía ganas de tomar alguna bebida. Estas no me caían mal; sorprendentemente me gustaban, tenían un buen sabor, nada como la sangre que mi cuerpo aún exige. Intento restarle importancia a ese pensamiento.

Desde el sótano a la sala y hasta la cocina, abro el refrigerador y tomo una soda fría. Me fijo en el reloj digital de la cocina y mis ojos se abren sorprendidos: son las tres y media de la madrugada. Me concentré demasiado en el entrenamiento. Mientras tomo un sorbo de la soda, mi audición detecta un aullido de dolor. Es entonces cuando llego a mi habitación, asomándome por el balcón y detallando el bosque que yace sombrío. Un mal presentimiento provoca una mueca en mi rostro.

Dudo antes de tomar un último sorbo y abandonar la casa de un salto, corriendo por el bosque en busca de algún peligro. Todo parece absurdamente ordinario hasta que el olor de un vampiro llega a mi olfato. Salto arriba de un árbol y veo a un encapuchado en una riña con un lobo de color arena, la gran criatura se ve manchada con ese característico líquido rojo. El lobo no se inmuta a pesar de que comienza a perder fuerza; pronto caerá. No me quedaré para presenciarlo.

Dispuesta a irme, su aullido desesperado rogando por ayuda resuena en mi cabeza. Suspiro antes de aparecer frente al encapuchado y darle un buen golpe, tumbándolo contra un árbol. A juzgar por su olor, es un neófito hambriento. Se lanza contra mí, detengo su puño con mi palma; su fuerza no logra lastimarme, no es sorpresa comparada con la mía mi fuerza se cuatriplica a un ser sobrenatural, no tiene punto de comparación.

Un gruñido me distrae; detrás de mí una loba blanca se mantiene adelante del lobo de arena. Entonces siento cómo la navaja del neófito es insertada en mi abdomen y me vuelvo hacia él.

-Muestra tu imaginación de una manera más novedosa, idiota.
-Me dirigió la mirada atemorizado mis manos fueron a su cuello destrozándolo por completo el sonido de algunas pocas hojas volando gracias al impacto del cuerpo que cae sobre éste fue lo único que se escucho por un momento.
Observo el cuchillo bien insertado en mi abdomen en un movimiento rápido lo saqué soltando un quejido.

-Mentiría si digo que no dolió.

Mi habilidad junta la piel acelerando el proceso curativo. -Sus movimientos son predecibles, aprendan a pelear.
-Dirijo mi mirada hacia estos ambos lobos me observan alertas suspiro pesadamente lanzó el cuchillo clavandolo en la tierra solo obtengo un gruñido por respuesta.

Les observo un momento más con una mueca. -Malagradecidos.
-Susurro con reproche me repongo dando pasos desapareciendo de su campo de visión emprendiendo el camino a casa.
Siento una mirada sobre mí voltee hacia todos lados con cautela agudizando mis sentidos veo una figura recostada en un árbol a velocidad vampírica me acerque hacia éste encontrándome con piedras aún lo siento a pesar de ello camino hacia casa a estas alturas se encuentra amaneciendo.
Una vez en casa tome una ducha mi abdomen yacía completamente curado me desparrame sobre la cama con una pijama por la noche sería el baile de graduación cierro mis ojos tomando un descanso.

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