VEINTIUNO

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Alzo mi vista asombrada por su encantador comentario toda duda de su amor hacia mí se esfumó en un segundo sonreí contenta abrazándole.
Sus labios buscaron los míos una vez se acerca reconozco su aliento dulce que se deja caer poco a poco tomo mi tiempo para explorar su boca, seguido de otro más apasionado saboree, acaricie hasta que en pequeños mordisquitos le hice estremecer mi mente solo se centra en sentir la cálida frialdad de su cuerpo acercarse cada vez más al mío me embriago en esa sensación, la contempló, la deseó. Su mano apretó mi cintura en un acto necesitado mi pecho ardió como los mil demonios arruinando por completo el momento.

Solté un quejido separándome de sus labios mientras sobo mi pecho cierro los ojos.
—Lo siento, fui muy brusco.
—Su tono asustado me hizo conectar miradas con el.

—Estoy bien.
—Sonreí levemente volviéndome a acercar me abstuve a sentir su fría piel cerca de mí.

—Cariño, sera mejor que descanses.
—Susurró en un tono suave completamente audible a mis agudas orejas me abstuve a asentir recostandome en su pecho cerré mis ojos entrando en una oscuridad repleta de calma, placidez, serenidad sonreí un poco al notar los efectos de el poder del rubio sobre mí incluso el dolor ha apaciguado a su lado al final terminé cayendo en la inconsciencia.

HORAS DESPUÉS, abro poco a poco mis ojos que no tardaron tanto en acostumbrarse a la oscuridad la luna refleja su luz sobre la habitación dando claridad moderadamente no tarde tanto en levantarme una vez que me percate que no hay rastro de mi compañero más que su débil aroma impregnado en la habitación me asomé por la ventana viendo desde el segundo piso la luna, el cielo oscuro junto a las nubes que le decoran, el frondoso bosque que se torna sombrío por la noche mis órbitas recaen en el suelo una cabellera rubia llama por completo la atención entonces mi cuerpo tiembla un poco otra cabellera blancuzca similar a la mía notó frente al rubio me escabullo ocultando mi olor de todos entonces logro escuchar.

—Déjame verla.
—El tono de voz de mi pariente es suplicante a juzgar por su expresión sería habla enserio.

—Ella está mal por tí, será mejor que te vayas de otra forma no respondo.
—El tono amenazante de mi compañero me resultó sumamente atractivo.

—Realmente necesito hablar con ella.
—El peliblanco guío su mano hasta el hombro del rubio antes de que pudiera tocarlo un espeso humo rojizo con negro lo detuvo evitando que tocara al susodicho como una sombra aparecí detras de Jasper con una mirada amenazante.

Ya sea enfrentar, atormentar incluso torturar es conmigo el problema.
—Me acerque a Sébastien dejando atrás a Jasper.
—Escúchame bien porque lo diré solo una vez, jamás te atrevas a tocar a mi compañero, no sabes de lo que soy capaz y no estás en condiciones para ponerme a prueba.
—Repentinamente los roles cambiaron, inesperadamente el chico peliblanco se arrodilló.

—Lo... Lamento hermana.
—Su voz se quebró mientras pronuncia cada palabra, intercambie miradas con Jasper quién asintió aún desconfiado entrando a la casa el ambiente se sumió en el silencio.

—Lo vi, todo el dolor, el terror, la agonía que tuviste que pasar cuando me golpeaste con esas...
—A juzgar por su expresión no tenía ni la mínima idea de cómo describir las pequeñas estacas formadas con mi sangre.

—¿Esas estacas son con tu sangre? Por eso me hace tanto daño?
—Conectamos miradas, fría, y llena de molestia de esa manera se manifiestan mis órbitas.

—Sal ahora mismo de mi mente, de otra manera te clavare más para que no puedas recuperar tu poder.
—Mi voz salió terriblemente hostil.

—¿Cómo lo haces? Nunca pude ver ningún recuerdo en tu mente sobre eso.
—Cuestionó con cautela a lo que sonreí levemente.

—Todos estos años, ¿Crees que he estado jugando? Divague entre mis recuerdos por años causante de la cicatriz mental que nos dejaron nuestros padres.
—Mi voz se quebranto durante mi habla aún hasta ahora no logro hablar el tema fluidamente con él.
—Tu solo sabes algunas pocas cosas que no he podido bloquear en mi mente.

—¿Cómo es posible? Tu poder es solo la telequinesis.
—Nombró asombrado ganándose una mirada de disgusto.

—Mi habilidad ha logrado extenderse. —Mis manos fueron a los bolsillos de mi chaqueta viendo la oscuridad perecer mientras algunos colores amarillentos rosaditos comienzan a presentarse en el cielo como signo de amanecer.

—Yo, estuve tan hundido en mi pensamiento de venganza hacia ti que no logré ver más allá de la burbuja, lamento haberte lastimado es solo que verte feliz, renovada, me hizo sentir envidia.
—El chico se levantó a un lado de mi se sinceró.
—Ya es tarde para cambiar.

El soplido del viento es todo lo que escuchamos por unos minutos suspiré dirigiendo mi mirada hacia el peliblanco a mi lado.
—Idiota, ¿Si no fueras sido obligado por nuestro padre, que te fuera gustado hacer?

Una sonrisa logré detectar en su rostro.
—Sería el dueño de una biblioteca en nuestro país natal.

Nuestras miradas se conectan dejándome ver aquel brillo en sus ojos, un niño descuidado con sus mejillas sonrojadas vi a través de ese brillo de vuelta a la realidad vi su apariencia desgastada.
—Mientras haya ese brillo en tus ojos hay posibilidades de cambiar, buena suerte, bibliotecario.
—Palmee su hombro para caminar unos pasos hacia la casa Cullen.

—Selene.
—Su llamado detuvo mis pasos sin necesidad de ser un lector mental pude descifrar su llamado sin voltear a encararlo suspiré.

—Cree que algún día conseguiré perdonarte pero ese día no es hoy aún necesito curar algunas heridas.

La Hora Azúl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora