La caída de Lucifer - Capítulo 5.

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De repente la voz de Jefferson corto mis pensamientos, no escuché lo que dijo solo lo vi acercándose a mi madre y dándole un abrazo muy fuerte.


-Lo siento Catherine — dijo Jefferson.


No entendía lo que estaba pasando ¿Por qué Jefferson le pedía una disculpa a mi madre? Todo era muy extraño, me sentí un poco incómodo por aquella escena, así que fijé mi vista a Lucy la pequeña se había dormido sobre un siento de aquella capilla.


Entonces Jefferson levantó la mirada y comenzó a relatar la verdad de los hechos.


-Catherine, Dave esto es muy duro para mí, pero ya no puedo ocultar la verdad, James era mi hermano, murió a manos de Lucifer.


Años atrás mi madre, vivía en un pueblo muy lejano, era muy hermosa especial. Era una princesa que daba alegría y luz en a todo el pueblo.


Su pelo era rubio, lacio sin igual. Su rostro el más angelical de todos, su piel tan blanca y perfecta como las nubes de verano, ojos celestes como el color del cielo, era ciertamente hermosa.

Los años pasaron y se convierta en mujer, tenía alrededor de 18 años. 


Y fue en ese momento cuando un Arcángel se enamoró de ella, este ser celestial, hacía mucho tiempo que la resguardaba del mal, por el amor tan grande que sentía en silencio. Pero un día no aguanto más y le declaró su amor.


Pasó el tiempo y del fruto de su amor, ella se quedó embarazada y nació Jame, tu padre Dave.


Tenían una vida algo diferente, era un amor secreto, prohibido, pero no pasó mucho tiempo antes de que Lucifer se enterara. 

Lucifer sentía mucha envidia y rabia, por el amor tan puro que gozaban ellos dos, no lo podía soportar, así que decidió romper ese amor que tanto asco y repugnancia le daba.


Tu abuela, se encontraba leyendo un cuento a James, cuando Lucifer se le apreció, pero el Arcángel la protegió. Comenzó una batalla épica entre el Arcángel y Lucifer, era algo de no imaginar, pero al final hubo un ganador... "Lucifer".


El Arcángel, yacía en el piso, todo cubierto de sangre y heridas muy grabes, él había perdido sus poderes, por haberse enamorado, pero de igual manera lucho contra Lucifer, ya que el amor que sentía iba mucho más allá de todo.


Las lágrimas de mi madre le corrían por su rostro como gotas de diamantes, mientras sostenía a aquel ser entre sus brazos, se dieron un último beso de amor y el Arcángel comenzó a evaporarse lentamente, despidiendo una luz color dorado y desapareciendo lentamente sin dejar rastra.


Luego de eso, Lucifer solo reía por lo que había hecho, alegrándose por haber cumplido su cometido, pero no estaba lo suficientemente conforme, así que decidió violar a mi madre y del fruto de esa violación nací yo. Mi madre, sufrió mucho, pero de igual manera decidió darme la vida.


El tiempo pasó y ella siempre nos inculcó en el buen camino a James y a mí, siempre aferrados a las cosas de Dios. Gracias a eso el mal no se apoderó de mí, pero eso sigue vivo en mi interior.


Ya éramos hombres grandes cuando mi madre nos contó toda la verdad, con lujo de detalle y decidimos con tu padre, acabar con todo eso, vengarnos.


Abrimos las puertas del infierno, unimos nuestras fuerzas y poderes, pero de nada sirvió. Luchamos hasta el cansancio, casi lo derrotamos, pero fue más astuto y logró entrar al cuerpo de tu padre, comenzó a contorsionarse en el suelo, escupía sangre y yo no pude hacer nada para ayudarle y murió en aquel lugar. Con las pocas fuerzas que me quedaban, salí de las profundidades del infierno y cerré sus puertas.


Los años pasaron y quise tomar venganza nuevamente, por la muerte de tu padre. Quise enfrentar solo a Lucifer, pero nuevamente fallé y esta vez no pude cerrar las puertas del infierno completamente y es por ese motivo que los demonios andan sueltos en este mundo — Concluyó Jefferson.


Mi madre empezó a llora, él era mi tío y al fin sabíamos con certeza porque mi padre nunca más regreso. 

-Dave, tu padre fue un gran hombre, antes de morir me pidió que te buscara, que tú eras el único que podía ayudarme — dijo Jefferson.


-Pero ¿Cómo?, Mi padre debió haber conocido a otro Dave, yo no puedo ayudarte — dije con mi mente llena de dudas.


Jefferson se quedó mirándome, se veía un poco decepcionado.

Unos ruidos interrumpieron, nuestra conversación, vi por uno de los ventanales de la capilla. Habían demonios por todas partes, podía ver como entraban a los cuerpos de las personas, algunos demonios simplemente iban y le cortaban la cabeza, otros se divertían un poco más tomando posesión de sus cuerpos, el tiempo parecía eterno al ver esa horrible escena.


Miré atentamente la ciudad, en tan solo unos días se había destruido, ¿Dónde estará Jenny?, me había olvidado de ella — Pensé.


-Jefferson, te ayudaré pero debemos buscar a Jenny — dije intentando proponer un trato.


-¿Quién es Jenny?, Dave cálmate ella debe estar bien, no podemos ir a buscarla, es demasiado peligroso — respondió Jefferson.

Me quedé callado y empecé a llorar, las lágrimas salían solas, corriendo sobre mis mejillas. Solo quisiera verla una vez más, nunca tuve la oportunidad de decirle lo que siento. Jefferson se aproximó hacía donde me encontraba y me dio una palmada afectuosa en la espalda.


-Dave, la vida de un exorcista no es fácil, ves a tus seres amados alejarse, o en el peor de los casos los ves morir, nadie reconoce nuestro trabajo, pero somos muy importantes. Cuidamos el equilibrio de nuestro mundo — dijo Jefferson en forma de consuelo.

Quedé en silencio, simplemente no quería hablar, mi madre se me acercó y me abrazó fuertemente.


-Tú puedes escoger el quedarte a ayudarme o irte, pero tarde o temprano deberás enfrentar tu destino, es tu decisión, no puedo obligarte a nada — dijo Jefferson.


Me quedé callado, mire el rostro de Jefferson y se venía preocupado por mi decisión, pero ¿En qué puedo ayudar? Miré mi reflejo en uno de los cristales, no necesitaba pensarlo más, ya sabía lo que debía hacer.


-Me quedaré, ahora hay que prepararnos — dije con una sonrisa en mi cara — debo proteger a Lucy y a mi madre, aún tengo la esperanza de que puedo ayudar a Jenny.

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