La caída de Lucifer - Capítulo 17.

8 0 0
                                    

Johnson, justo a sus sirvientes, seguían a la espera de cualquier suceso. Dave y los demás aún no despertaban. De pronto Jefferson, lentamente comenzó a levantar su cabeza hasta llegar a la altura justa, y poder ver fijamente a Johnson. Sus ojos estaban con un color rojo muy fuerte. Sus miradas por unosmomentos se quedaron conectadas, como si extrañas fuerzas chocaran entre sí. Jefferson no bajaba la mirada, tampoco Johnson. Los sirvientes, comenzaron a ponerse tensos, ya que no sabían de qué forma reaccionaría Jefferson.

-Así que... dime. ¿Cómo te sientes? ¿Sientes el poder verdad? ¿No? ¿Nada?

Jefferson no decía una sola palabra, solo lo miraba fijamente.

-Qué lástima, esperaba algo más de este momento. Pensé que... bueno luchar, y así poderte matar. Pero bueno de todos modos lo haré ahora mismo, pero no comenzaré contigo, sino con tu querida sobrina.

Johnson comenzó a acercarse hacia Lucy. Sus manos temblaban, y no aguantaba el exquisito sabor y aroma a sangre. Y que mejor, que la sangre de un niño indefenso. Su lengua se movía entre sus labios, llenándolos de saliva. De repente, Jefferson dejó de mirarlo, y dirigió su mirada hacia uno de los sirvientes de Johnson. El sujeto lo miro fijamente, comenzó a entrar en pánico. Todos se quedaron callados, menos aquel sujeto. La mirada de todos los presentes en aquel lugar, se dirigieron hacia él. Gritaba suplicando la muerte, agarrándose la cabeza, pero los demás no entendían lo que pasaba. Luego de unos segundos, calló de rodillas al piso. Tenía arcadas tan terribles, que se llegaba a torcer más que un ser humano normal. Algo lentamente comenzó a asomarse en su garganta. Sus ojos estaban rojos, llenos de sangre, ya no podía respirar, las arcadas eran incontrolables. Lo que se asomaba entre su garganta, ya se venía claramente para algunos, pero no para los demás. Aquello calló al suelo, y seguido aquel sujeto. Había muerto, y lo que había vomitado era su propio corazón.

-Vaya, vaya... veo que tienes algunos trucos. Ese no lo sabía, ¿Acaso me lo podrías enseñar? Tengo una que otra persona, a la cual me gustaría aplicárselo. Pienso que sería divertido – dejo salir una risa.

Jefferson seguía con su mirada llena de odio y rabia. Pendiente de cada movimiento que hacía Johnson.

-Bueno, ¿Vas a jugar, o prefieres que lo haga con los demás? Sabes, jugaré contigo. No me importa el hecho de que me ignores. Primero obviamente te mataré, y tal como hiciste con aquel sujeto. Te sacaré el corazón, pero con una diferencia, me lo comeré. Sí, así es.

Jefferson no decía una sola palabra. Johnson se acercó hacia Jefferson, movió su brazo hacia atrás, con la punta de los dedos apuntando en el corazón de Jefferson, y con un veloz movimiento, le introdujo la mano entera. Jefferson no demostraba señales de dolor. De pronto se comenzaron a sentir gritos provenientes de todos aquellos sujetos. Cada uno de ellos lloraba de dolor.

Deseaban la muerte. Morían de la forma más perturbadora. Unos sin explicación perdían sus ojos y sus cerebros comenzaban a brotar por la cavidad que quedaba donde antes estaban sus ojos. Otros sentían como por dentro eran devorados lentamente. Y al caer muertos al suelo, salían ratas de sus estómagos. Y para empeorar las cosas, la noche se aproximaba y con ella la llegada de los demonios.

Todo esto distrajo a Johnson, se había quedado alucinado por los poderes tan asombrosos de Jefferson. Sin siquiera mover un solo músculo, había provocado la muerte de todas aquellas personas. Y tal como lo hacían los demás, Johnson también comenzó a gritar de dolor. El dolor se había concentrado su mano. Sentía un fuerte fuego que era digno de un dolor descomunal. Quería sacar su mano, pero algo se lo impedía. Jefferson lo seguía mirando fijamente sin ninguna expresión en su rostro. De pronto, Jefferson levantó su mano y lo agarró del cuello. Luego se levantó, y los grilletes que lo tenían prisionero se rompieron con tal facilidad, que parecían hechos de papel. La cara de Johnson comenzaba a ponerse morada. Seguía teniendo su mano prisionera, sin poder hacer nada.

Los gritos de los demás sirvientes, que quedaban con vida. Comenzaron a despertar a los demás, haciéndolos salir de ese sueño tan pesado que se había apoderado de sus cuerpos. El primero en despertar fue Edwin. Al ver aquella escena quedó perplejo y sin entender nada. Miro hacia sus lados, y los demás estaban allí, pero faltaban Jefferson y la pequeña bebé. El segundo en despertar fue Dave, y al hacerlo, tuvo la misma expresión en su rostro, al ver todo aquel lugar lleno de muertos. Y por último despertó la pequeña Lucy. Luego de que todos ellos se recuperaron de aquel pesado sueño. Sus miradas se centraron en algo que los lleno de terror. El ser que veían luchando frente a ellos definitivamente era Jefferson, pero no lo parecía. La cara de Edwin cambió drásticamente, sus ojos se agrandaron, el terror se apoderó de él. Comenzó a entrar en pánico. Sabía claramente que las fuerzas del mal, se estaban apoderando de su amigo. Intentó zafarse, pero era inútil. Miro hacia afuera, y aún faltaban algunos minutos para que la noche llegara. Lo que en verdad le preocupaba era que Jefferson se convirtiera por completo en un ser que nadie podría controlar. Nuevamente miró hacia la ventana, pero aún no era el momento en el cual podía usar sus poderes. Miró a Jefferson, y pasó lo que él no quería. Ya se podían apreciar los primeros signos que llevarían a Jefferson a ser un rival muy poderoso. Por sus brazos y espalda se podían apreciar como lentamente las venas se le iban tornando negras. Esto preocupaba bastante a Edwin, pensó rápidamente la forma de remediarlo, y recordó algo que le había hablado Jefferson, por si alguna vez, perdiera control de su cuerpo. Debía intentarlo, era la única salida, pero aún no podía usar sus poderes. Dirigió su mirada hacia Dave, y pudo ver que estaba despierto.

-Dave necesito de tu ayuda. Hay que evitar que Jefferson, se convierta del todo en un ser incapaz de destruir.

-¿De qué hablas? ¿Qué le sucede a Jefferson?

-Luego te explico ahora necesito que me des un poco de tu sangre.

-¿Sangre, porque?

-¡Solo has lo que te digo, sino pondrás en riesgo toda alma con vida sobre esta tierra!

Dave solo asintió sin decir nada.

Edwin miró nuevamente hacia hacía afuera, y la noche había llegado. Pudo sentir el poder fluir por su cuerpo. Y tal como sucedió con Jefferson, rompió los grilletes de un solo movimiento. Rápidamente, rompió los grilletes de Dave y Lucy.

-Mira Dave, Jefferson me dio esto – sacó un objeto puntiagudo de su bolsillo, era una pequeña daga – con esto podremos detener la transformación de tu tío. Pero para que funcione, necesito untarla con un poco de sangre celestial. Tu sangre.
Dave se preocupó un poco, pero luego decidió colaborar. Con el filo de la daga, hizo un pequeño corte en su dedo, y untó sangre por toda la daga.

-Toma, espero sea suficiente.

-Claro que lo es.

Miraron nuevamente la escena, y Johnson seguía forcejeando inútilmente para salvar su vida. Pero de pronto, a la nariz de Jefferson llegó un aroma que le repugnaba; olor a sangre, pero no cualquier sangre, era la de Dave. Dejó de estrangular a Johnson, y lo dejó caer. La mano de Johnson al fin se liberó, pero estaba desecha. Cualquiera que viniera su mano, pensaría que fue rociada con el ácido más potente jamás creado. Pero para su desgracia, el dolor no paraba, porque aquello seguía comiendo su brazo. Se extendía en dirección hacia su codo. Pero no podía pensar en esas condiciones. Había perdido a todos sus sirvientes y no podía luchar contra Jefferson, era más poderoso de lo que había imaginado. Decidió escapar con las fuerzas que le quedaban.

Jefferson ahora tenía un nuevo objetivo en su mente; Dave. Comenzó a caminar hacia su dirección. Edwin improvisó un plan y se lo explicó a Dave. Él se debería ocultar junto a su hermana, mientras que Edwin trataría de despistarlo, entonces aprovecharía el momento justo para poder clavar la daga en el cuerpo de Jefferson. Cada uno se encargó de cumplir su parte. El que alguna vez fue aliado, ahora era su enemigo.

-¡Jefferson, reacciona! ¡Tú no eres este ser! ¡No dejes que la maldad se apodere de tu alma! ¡Lucha tal y como lo has hecho todo este tiempo! – dijo Edwin.

Pero Jefferson solo seguía caminado en busca de Dave. El rostro de Jefferson cambio, dejando notar que sentía un dolor, luego cayó al piso. Las venas incrementaban su tamaño. Se comenzaron a esparcir por toda su cara. Edwin aprovechó la ocasión y con su poder de controlar todo aquel objeto con sombra, encerró a Jefferson dentro de una especie de esfera.

-¡Dave, rápido dame la daga! ¡Esta es nuestra posibilidad! - pensó que poner la vida de Dave era muy peligroso. Salvaría la vida de su amigo con sus propias manos.

Entonces Dave arrojó la Daga y Edwin con su poder de súper movilidad la agarró en el aire, y se dirigió a toda marcha para clavarla en Jefferson. Pero cuando estaba llegando todo aquello que cubría a Jefferson se convirtió en polvo. Se sintió una fuerte brisa, seguida de un grito.

Dave y Lucy seguían ocultos, pero el polvo les impedía ver lo que había sucedido. No sabías si Edwin había triunfado. Luego de unos segundos el polvo de disipó, y pudieron ver dos bultos con forma humana entre el resto de polvo que quedaba.

Los ojos de los niños se abrieron de gran manera, y asombro. Jefferson había clavado su mano en el lado izquierdo de Edwin. Podían ver como la mano le atravesaba limpiamente del otro lado. Dave agarró su espada, y lo único que le se cruzó por su mente en ese momento era salvar a su hermana. Pero no alcanzó a dar unos pasos, que ambos cayeron al piso. Miraron detenidamente la escena, con mucho cuidado. Y Edwin había tenía éxito la daga había sido clavada en Jefferson. Este comenzó a gritar, de desesperación, sus ojos nuevamente se tornaron blancos y de su boca comenzó a salir aquella sustancia color negro que le introdujo Johnson. Los niños salieron corriendo para socorrer a Edwin, y al llegar se sintieron aliviados, por qué su corazón no había sido afectado. Él les explicó que era cuestión de tiempo, ya que tenía el poder de que su cuerpo se curaba solo.

Miraron a Jefferson y las protuberantes venas que se esparcían por todo su cuerpo habían desaparecido. Edwin adolorido se levantó, y comenzó a recitar un conjuro que los protegería aquella noche de todos los demonios que habían despertado. La noche sería larga, solo debían aguardar a que Jefferson despertara y pudieran emprender su viaje nuevamente.

=֍P\

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 06, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Caída de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora