La tarde transcurría serena. Como era de costumbre no se sentía el más mínimo sonido. Dave, Jefferson, Lucy, Elisabeth, su esposo e hija, seguían en un sueño profundo, en verdad lo necesitaban.
Edwin, y aquél hombre seguían en pleno silencio. Intercambiaron una que otra mirada, pero el hombre parecía de espíritu débil, porque no se quedaba mirando fijamente a Edwin, en cambio este sí. Al parecer algo ocultaba, y Edwin tenía una que otra sospecha sobre este individuo. Por esa razón, no le quitaría los ojos de encima.
-Después de todo, no nos has dicho tu nombre.
-Claro, debí decirlo antes, me llamo Robert, y ¿usted?
-Edwin, es un placer Robert. Dime, ¿Es verdad que perdiste a toda tu familia?
-Sí... cada uno de ellos.
-Entiendo, yo en mi vida nunca tuve una familia a la cual brindar cariño, es por ese motivo que no me llevo muy bien con esos sentimientos.
Robert levanto su cabeza, llena de lágrimas.
-Acaso, ¿Nunca tuvo alguien a quien amó de verdad?
-Claro, mis padres. Pero eso quedó en el pasado. Murieron en un incendio, provocado por el pueblo donde viví parte de mi niñez. La causa fue por esta cruz – apuntó a su frente con el dedo índice – Esta cruz es la marca que el diablo me dejo antes de nacer.
-Es muy raro eso, jamás había escuchado cosa semejante. Lo siento por sus padres, y en tanto a lo que acaba de mencionar sobre su cruz, no me gustaría meterme tanto en esas cosas.
-No te preocupes, ya lo tengo más que asumido. Gracias a esto pude salvar muchas vidas. Mis dones o poderes, como los quieras llamar, los uso solamente para el bien.
-Me alegra escuchar eso, pero... - Muerte- una voz en la cabeza de Robert interrumpió lo que estaba por decir.
Trató de seguir la conversación como si nada pasara. Aquella voz en su cabeza se iba intensificando –Mátalos, mátalos, mátalos – Las manos le comenzaron a temblar, el sudor comenzó a hacerse notario en su frente y el corazón daba latidos acelerados. Esto hacía que la charla cada vez se volviera más difícil.
Edwin, comenzaba a mirarlo detenidamente. Notaba su nerviosismo en cada parte de su cuerpo.
-¿Qué sucede?, ¿Te encuentras bien?
-Cla... claro. Solo es que debo seguir débil. Eso es todo.
Pero el hombre de pronto agachó su cabeza. Su cuerpo comenzó a tiritar sin control. Se sentó en el piso, y puso su cabeza entre sus ropillas. Edwin se arrimó hacia él, intentó tomarlo del hombro pero Robert le respondió inmediatamente con un golpe de su brazo, impidiendo que lo tocase. Edwin retrocedió unos pasos, y miraba anonadado como Robert temblaba.
-Robert, ¿Qué sucede? ¿Sufres de alguna enfermedad?
Pero no recibió respuesta. Solo podía escuchar la respiración agitada de aquel hombre, acompañada de gemidos de dolor.
De pronto levantó su cabeza, tornando su mirada hacia Edwin. Tenía sus ojos blancos, pero estaban manchados por gotas de sangre que caían como lágrimas sobre sus mejillas. La cara llena de ramificaciones, verdaderamente notorias color negro. Inclinó la cabeza hacia un lado, y sonrió a Edwin. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba frente a Edwin, inclinando su cabeza de lado a lado. Entonces Robert subió sus manos a la altura del pecho de Edwin y lo golpeó de tal manera que lo dejó tendido en el suelo.
Edwin realmente no podía hacer nada, intentó gritar, advertir a los demás. Mientras luchaba con su dolor. Pero era imposible y faltaban varias horas aún, para que la noche llegara y de esa manera usar sus poderes, de lo contrario era vulnerable a cualquier ataque. Como un ser humano, común y corriente.
Robert, no era capaz de usar su cuerpo, algo lo estaba controlando. Podía sentir un sentimiento de culpa muy grande. No quería hacer daño a nadie. De pronto Jefferson despertó, y vio que el sujeto que conocía no era aquel, sino un demonio. Algo lo había poseía tomando su cuerpo.
-¡Despierten todos! – Gritó Jefferson advirtiendo a los demás.
Todos se quedaron impactados, apreciando el cambio drástico que había sufrido su rostro. Mientras que Robert seguía acercándose hacia donde ellos se encontraban. Jefferson improviso unos conjuros, pero Robert era demasiado rápido y podía esquivarlos con facilidad, acercándose lentamente hacia donde ellos estaban.
Dave intentó con su espada herir al sujeto, pero a cambió recibió un golpe que lo hizo volar varios metros y calló sobre Lucy. Ambos se desmallaron. Jefferson aprovechó la ocasión y salió corriendo en busca de sus armas, pero al darse vuelta lo tenía a sus espaldas, con la mirada frívola, que no se despegaba de sus ojos. Tal y como lo había hecho con Edwin de un golpe lo desmalló.
Robert al tener a sus posibles contrincantes inmunes, prosiguió con los demás pero a ellos no les hizo lo mismo, sino que los devoró. Comenzó con Elizabeth, se podían escuchar los gritos desgarradores que ella daba. Su esposo incapacitado de una pierna, se arrastró hacia donde estaba su mujer, gritando que la dejara, que acabaría con él. Pero los gritos de su mujer cesaron, ya era demasiado tarde, estaba muerta. Sin ánimos de nada Tomas lloró, pero recordó que su hija estaba cerca. Decidido se arrastró hacia donde estaba ella y se quedó sobre ella procurando no hacerle daño y diciendo que todo estaría bien. Mientras Robert comenzaba a comer parte de su cuerpo. La sangre saltaba, con cada mordida que Robert le daba. Tomas no aguantó y comenzó a gritar desesperadamente. Esto despertó a Jefferson, y sin pensarlo corrió hacia aquel lugar. Y cortó con su guadaña la cabeza de Robert. Esta giró unas cuantas veces y volvió a la normalidad, ya no tenía los ojos blancos ni esas ramificaciones en por su cara. Lo que lo poseía ya no estaba en aquel lugar.
Jefferson no podía creer que aquello hubiese pasado tan rápidamente, Elizabeth había muerto y Tomas estaba tendido en el piso, lleno de sangre a su alrededor que salía de su boca y de todos aquellos lugares donde Robert le había herido. Pero se sintió un llanto, era Judith.
-Llegué demasiado tarde, lo siento.
-Tranquilo Jefferson, está bien. Lo único que te pido, es que cuides de mi hija, te lo pido por favor.
-De acuerdo Tomas, la cuidaré.
-Gra... gracias, te estaré eternamente agradecido. Ahora emprenderé el camino para juntarme con mi amada. – Le dio un beso a Judith en la frente, y lentamente cerró sus ojos.
La pequeña Judith lloraba, y estaba llena de sangre. Jefferson la tomó en sus brazos y la limpió. Luego se quedó a un lado mirando fijamente a la nada, esperando que los demás despertaran. jM S;
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La Caída de Lucifer
TerrorEsta historia no es mía, pero quisiera compartirla ya que es muy buena, a mi en lo personal me encanto, soy amante de este tipo de historias entre otras. Escrito por The devil is coming, tu debes estar preparado. >>Creepy Art<<