Capítulo XIII

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National City, 2011

No entregaría por nada del mundo a Lena, eso lo tenía casi tatuado en su piel, así recibiera constantes golpes, o inclusive si llegaran a mutilarle su cuerpo, no lo haría, era un pensamiento extremista, Kara lo admitía y no le importaba tenerlo en su mente; la defendería a como diera lugar, no solo por tener en su sangre la cura, sino porque empezaba a enamorarse de ella. Después de conseguir combustible, atar al rubio agresor bastante fuerte y de cabeza, puso un pie en el mini bus, tenía presente qué iba a suceder, miraron su rostro con asombro. No necesitaba verse en el espejo para saber que estaba inflamado; tenía un leve golpe en su pómulo y sus labios estaban un poco hinchados por el golpe que recibió en su comisura. Intentó sonreír un poco para relajarlos arrepintiéndose en seguida, sintió el ardor punzante profundizarse en esa área, las maldiciones internas no se hicieron esperar. Miró a su hermana, esta sonreía con diversión señalándole con disimulo a su madre, Eliza estaba de diferentes colores, tenía el gesto neutral, vio como esta golpeaba con fuerza el asiento vacío a la par suya para que se sentara, le curaría sus heridas con dulzura, pero con endereza. Antes de hacerlo, le hizo una breve presentación a Nia que los miraba un tanto avergonzada, Kara entendió que no sabía dónde sentarse, así que señaló el asiento desocupado del copiloto, presentándole de inmediato a su padre mientras ella iba a ser tanto regañada como curada por su madre. En cuanto a Lena, no estaba ceñuda, tenía preocupación en su mirada, le guiñó un ojo haciéndole entender que todo estaba bien.

—Kara, cariño —comenzó Eliza sacando el botiquín de su bolso—, sé que amas la acción y no me extraña porque tú hermana y tu fueron agentes del FBI...

—Las mejores —interrumpió Alex con una sonrisa engreída. Eliza rodó los ojos colocándole alcohol a un pequeño algodón.

—Sí, cariño, las mejores —Kara soltó un quejido por el ardor—. Eso no significa que me guste verlas lastimadas.

—Mamá, este mundo ya no como el que conocíamos —Eliza asintió con tristeza—. Si antes casi no había cortesía, menos la habrá ahora que las leyes dejaron de existir, no hay nada.

—Tu padre y yo pensábamos en Midvale empezar a estudiar el virus, queremos encontrar una cura —dicho comentario hizo que Lena volviera a verla—. Todo virus tiene su cura, las grandes pandemias, epidemias y plagas la tuvieron, ¿por qué esta no la tendría? —Kara miró a Lena que tenía un destello de luz en sus ojos.

—Quizá Lena pueda ayudarnos, conocemos tus excelentes trabajos en L-Corp, si Kara no te ha comentado, somos bioinhe —Eliza le sonrió con cariño.

—Puede ser haya olvidado ese detalle —sonrió avergonzada viendo como la ojiverde le arqueaba una ceja.

—¡Por supuesto que les ayudaré! —se animó soltando un suspiro— De hecho, mi laboratorio está en completa disponibilidad, no pretendo descansar hasta obtener la cura.

—Ahí está la Lena que conozco, te hace falta encerrarte en tú laboratorio —comentó Sam sonriendo con Ruby en su pecho—, tres grandes mentes unidas podrán más que una.

Lena le sonrió a su mejor amiga, era la segunda vez que se sentía más liviana, no había pensado en la posibilidad de trabajar con los señores Danvers —gran detalle que Kara omitió—, era como compartir sus pensamientos generaba un alivio impresionante, necesitaba ponerle sentido a su vida, tal vez para eso había nacido, ese era su propósito de vida, tal vez debía dejar de culparse por una carga que no era suya, como le decía Kara. Soltó un leve suspirando mirando con atención como Kara iba siendo curada por su madre tan atenta y cariñoso, hacía gestos divertidos tratando de quitarle la seriedad a dicha mujer. Cuando la rubia y Brainy estaban siendo atacados por querer llevársela a ella, iba a levantarse, estaba dispuesta a entregarse con tal de que los dejaran en paz, sin embargo, Alex detuvo sus intenciones con una mano en su hombro, no habían pasado mucho tiempo juntas, pero entendía por qué la detuvo, eran familia después de todo, eso lo recalcaron varias veces. Lena estaba cansada de estar escondiéndose, necesitaba averiguar quién era el que estaba detrás suyo, ¿sería Lex o ese otro científico? Recostó su cabeza en el asiento y se permitió cerrar los ojos, empezó a recordar los buenos momentos que vivió antes de que todo se viera arruinado por Lionel Luthor; los mejores momentos que vivió fue con su madre biológica, algunos reconocimientos que recibió como científica y, muy importante, sus salidas con Andrea, Samantha y Ruby, en sus labios se formó una sonrisa triste, la extrañaba mucho.

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