Washington DC, 2015
Tras cuatro años del apocalipsis zombi, la nueva normalidad cada día se iba sintiendo mejor en el mundo. Poco a poco lo que se conocía anteriormente volvía a verse; ya sea la televisión, el Internet, los deportes, todo, absolutamente todo e inclusive el dinero comenzaba a tener nuevo valor. Los Gobiernos eran más justos y la vida comenzaba a hacerse más rentable, se trabajaba la agricultura y exportación con mayor frecuencia, algo que casi estuvo en el olvido. La contaminación se vio reducida casi en su totalidad, L-Corp se centraba en crear energías y combustibles amigables con el ecosistema. Todavía estaban en proceso de reconstrucción hubo muchísimos daños y pérdidas materiales, seguían limpiando las calles porque seguían viéndose cadáveres, estos tenían una sepultura ecológica, ya no como se conocía tradicionalmente.Las personas sonreían con mayor vitalidad, los niños volvían a ser libres de jugar con sus mascotas, tenían mayor actividad física y se miraban mucho más saludables que cuatro años atrás, la educación volvió a abrir sus puertas, ya no se quedarían rezagados, aprenderían a conocer la magia de leer y escribir, por ellos fue que los Legends arriesgaron sus vidas, porque el futuro dependía de cada uno y lq forma en que crecieran.
Kara comenzó a removerse entre las sábanas, sentía un cuerpo colocarse encima suyo, sonrió dormida empezando a abrir los ojos. Sintió como le repartían pequeños besos a lo largo de su cuello, suspiró empezando a sentirse algo acalorada, deslizó con suavidad sus manos hacia esa espalda que le encantaba y la hizo mirarla a los ojos.
—Buenos días, amor —le sonrió Lena quitándole los cabellos de su rostro.
—Buenos días, presidenta Danvers Luthor —se inclinó para darle un pequeño beso en sus labios—, ¿tiene mucha agenda política hoy?
—Mhm, no, hoy es mi día para pasar con mi familia, primera dama Luthor Danvers —le sonrió con diversión empezando a acariciar su pecho—. Te amo tanto, Kara —empezó a besarla aprovechando que estaban desnudas para volverla a amar.
—Yo también te amo, mi amor —suspiró dejándose llevar por lo que sentía su corazón.
Horas más tarde, la familia presidencial se encontraba viajando hacia Midvale, irían a visitar a los señores Danvers quienes iban a celebrar un año más de matrimonio. Todos aquellos que fueron parte de la comunidad Legends iban a estar presentes. Sara, Oliver y Alex fueron designados por Lena como directores de la nueva CIA, Samantha era parte de la Oficina de Administración y Presupuesto. Así casa uno tuvo un puesto especial conforme a su estudios y experiencia, ninguno quedó por afuera, solo Kara quiso tomarse un gran descanso de su vida pasada, se dedicaba más a sus hijas. Lena miraba a sus hijas y esposa con una enorme sonrisa, ni en sus sueños más locos pensó que llegaría a convertirse en presidenta de los Estados Unidos, agradecía profundamente la oportunidad que le dio el pueblo, no les fallaría en lo más mínimo, aquellos recuerdos del apocalipsis quedaban poco a poco en el olvido, a pesar de que no podía borrar su apellido, estaba transformándolo para bien, una huella que esperaba imborrable.
—¡Legends! —exclamó Kara al verlos todos juntos.
—Llegó la familia presidencial —comenzaron a molestarlas haciéndolas reír y las niñas solo saltaban queriendo llamar la atención de sus tíos.
—Mamá, papá —los abrazó Kara con mucho amor—, felicidades por su aniversario, espero que mi matrimonio con Lena dure bastantes años como el suyo.
—Muchas gracias, cariño —le agradeció Eliza acariciado su espalda—, durará para siempre, están hechas para estar juntas —miraron a la ojiverde abrazar a Jeremiah y entregándole una botella de vino—. ¿Dónde están mis nietas que no las veo?
—¡Aquí, abuela! —gritaron para tirársele a sus brazos.
Enseguida saludaron a Alex y a Sam que estaban presentando a un nuevo miembro en su familia, el pequeño Jason Arias Danvers, lo adoptaron con a penas cuatro años de vida, sus padres fueron víctimas del apocalipsis. Quedaron fascinados con el pequeño, era muy extrovertido y bien parecido, se quedarían únicamente con tres hijos. Los demás chicos también fueron padres por segunda vez, o primerizos como fue el caso de Winn quien conoció a una chica llamada Tania y quedó indudablemente enamorado y también el Nia con Brainy, adoptaron a un pequeño recién nacido llamado Brendan.
—El mundo está siendo mejor que antes —le dijo Kara a Lena abrazándola por atrás, estaba mirando por el balcón la playa—, ¿por qué estás aquí, majestad?
—Solo pensaba en eso mismo, cariño —acarició con firmeza sus brazos—, como nosotras y nuestra familia ha evolucionado igual que el mundo.
—Todo se transforma como la materia —Lena sonrió ante su concepto científico—, así somos nosotros los humanos, millones de personas en un pequeño globo azul que buscan como hacer mejor las cosas, o empeorarlas.
—Esperemos que esta vez todo sea para bien —se giró en sus brazos para colocar sus manos en el cuello—. No sabes cuán enamorada estoy de ti y pensar que tenía miedo a que me dejaras botada por saber la verdad.
—Suponías mal de mí —le dijo entre risas—, aunque no quise admitirlo en voz alta, cuando te vi por primera vez me pareciste la mujer más sexy del mundo y arrogante.
—¿Yo arrogante? —arqueó una ceja fingiendo estar indignada y Kara soltó una pequeña carcajada.
—Está bien, yo también lo fui —suspiró inclinando su rostro para besarla con fervor —, no me arrepiento de nada.
—¿Ni por un instante? —Kara negó con su cabeza volviendo a abrazarla— Yo tampoco me arrepiento de nada, en el apocalipsis encontré al amor de mi vida y a mis preciosas hijas, ¿por qué cambiar algo? —le acarició su pómulo sintiendo su pequeña cicatriz— Lo único que cambiaría son las partes en que sales lastimada.
—Era parte del riesgo, cielo —comenzó a reírse.
—Aquí están, tortolitas —interrumpió Alex con una copa de vino—, las estamos esperando para partir el pastel, es nuestro favorito, hermana.
—¡Sí! —exclamó como una niña tomando de la mano a Lena para arrastrarla hacia el interior.
Kara se pidió el trozo más grande, eso hizo que Alex reclamara de que su trozo fuera muy pequeño, parecían las mismas pequeñas que habían visto nacer y crecer durante años. Lena solo miraba a Sam que le sonreía llena de amor, sin quererlo habían logrado formar una familia invaluable, solo faltaba Andrea, todavía la recordaban, con algo de tristeza, por supuesto, la iban a visitar cada cierto tiempo donde descansaban sus restos y, eso mismo hacían con Kelly.
—Niñas, por favor, denle ejemplo a sus hijos —las intentó calmar Eliza antes de que iniciaran una guerra sin sentido por pastel.
—Pero, mamá… —dijeron a la vez probando más risas entre todos los presentes.
—Pero nada, jovencitas —les quitó el pastel como castigo.
—Amor, por favor —le pidió Lena acariciando su rostro—, ¿por qué mejor no nos muestras la playa? —el semblante de Kara cambió por completo.
—Vamos, niñas, les mostraré a ustedes y a mami la playa donde crecí con su tía Alex —las pequeñas empezaron a dar brincos tomando sus manos.
El atardecer estaba siendo perfecto, se quitaron los zapatos y comenzaron a caminar por la arena, Kara les iba contando pequeñas travesuras que hizo ahí, las hacía reír como si fuera la gran cosa. Lena miró hacia atrás mirando a Lillian que le sonreía desde ahí, su relación también había mejorado a pasos agigantados, eran una madre e hija unidas por amor fraterno y por la ciencia, definitivamente no cambiaría absolutamente nada.
—¡Tiremos a mamá al agua! —gritó Kara haciendo correr a Lena entre risas para no ser alcanzada, sus vidas solo estaban empezando a ser mejores y les faltaba mucho camino más por recorrer, juntas.
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National City Z
Science FictionMetrópolis, Illinois City, 2000 En un laboratorio subterráneo en un punto muerto de la transcurrida Metrópolis City, dos grandes científicos se encontraban ocultos en sus penumbras y gélidas instalaciones, tenían un poco de frustración y maravilla e...