Capítulo 4

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KIARA

Mi madre no me había dado permiso para salir, yo le rogué demasiadas veces y aún así no funcionó. La verdad yo quería ir, pero mi madre me lo había impedido.

Estoy preparando el pollo asado que mamá me había ordenado hacer. Puse el pollo ya condimentado en el horno y puse el tiempo que me había dicho mi madre; saqué mi teléfono de mi bolsillo y revisé si tenía mensajes nuevos.

Un número desconocido me había enviado un mensaje. Fruncí el ceño porque no sabía quién era, así toqué el mensaje y me llevó a la aplicación.

"¿Te dieron permiso?"

Me di cuenta que era él, suspiré de alivio ya que estaba nerviosa, así que respondí:

"No me dejaron ir."

El texto se envió y esperé a que respondiera. El mensaje de él cayó y la notificación vibró en mi teléfono.

"Que mal."

Miré fijamente el horno, así que lo pensé y le envié otro mensaje.

"¿Y si salgo a escondidas?"

No sé porque lo hice, pero tenía ganas de ir a esa fiesta, él me había comentado que habrá juegos entre otras cosas que me interesan.

Un mensaje cayó.

Era de Ashley.

"¿Tienes planes para hoy?"

Puse los ojos en blanco y apagué mi teléfono.

Pasaron unos minutos y el pollo ya estaba listo. Puse mis guantes para no quemarme para sacarlo. El humo invadió mi nariz y el pollo estaba muy rojizo -tal como me lo dijo mi madre-, así que lo saqué y lo puse en un plato.

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-¿Podrías pasarme el aderezo? -Mi madre señaló y se lo pasé. Agarré un pedazo de pollo con los cubiertos y lo saboreé en mi boca. Bebí un sorbo de zumo de naranja, el sabor ácido me hizo hacer una mueca y mi madre lo notó pero no me dijo nada.

Silencio.

El silencio reinó entre nosotras y quedé viéndola a ella, que estaba tomando lo que quedaba de zumo en su vaso y se lo tomó de un disparo.

Me atreví a hablar después de un silencio incómodo.

-Mamá, siempre he querido salir con amigos -murmuré apretando los puños.

Bien, fue mala idea decirlo.

-Te he dejado interactuar con Ashley -ella me recordó y yo sacudí la cabeza.

-Pero quiero hacer más amigos, mamá. -Puse una sonrisa triste-. Déjame tener más amigos.

-Los puedes tener -dijo, agarrando más zumo.

-Pero tú no me dejas salir, yo solo quiero ir con alguien a comer o algo así.

-Puedes hacer amigos pero...

-Pero yo quiero salir.

-No, no puedes.

-Sí, sí puedo, yo ya soy mayor y...

-¡Te he dicho que no! -Ella golpeó la mesa y exclamó tan fuerte que me dejó pasmada.

No respondí y me levanté de la mesa, triste y enfadada, no podía creer que mi madre fuera a hacer eso. Sentí sus pasos detrás de mí, hasta que cerré la puerta de mi habitación fuerte y le eché llave a la cerradura.

Rosas y espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora