Capítulo 13

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Las sombras se alargaban en el almacén cuando el hombre salió por la puerta, dejándome allí, atrapada entre la desesperación y la confusión. Las palabras del hombre seguían retumbando en mi mente: "Jake era un traficante, un asesino..." No podía creerlo, no podía aceptar que mi hermano, mi mejor amigo, estuviera involucrado en todo eso.

Mi respiración se aceleraba mientras la angustia me envolvía como una tormenta. Miré a mi alrededor, buscando desesperadamente algo que pudiera usar para escapar. El lugar era una mezcla de penumbra y decadencia. Las cajas apiladas en el rincón parecían al borde del colapso, como si el tiempo hubiera decidido abandonarlas. El aire estaba viciado, cortante, y el dolor en mi pierna, producto de los golpes y las ataduras, me hacía sentir más vulnerable que nunca.

Mis manos seguían atadas con fuerza, pero la cuerda que rodeaba mis pies estaba un poco floja. Quizá si lograba aflojarla... Pensé, mientras luchaba con movimientos torpes, mis dedos entumecidos por el frío y el miedo. El tiempo pasaba lento, cada segundo convertido en una eternidad que me estaba desgarrando por dentro.

De repente, escuché unos pasos que se acercaban. ¡No! Mi corazón se detuvo por un instante, solo para comenzar a latir desbocado. El sonido de las botas contra el suelo resonaba como un reloj que marcaba el fin de mi tiempo. Desesperada, empecé a mover las manos con más fuerza, ignorando el dolor que causaban las cuerdas clavándose en mi piel. Justo antes de que la puerta se abriera, logré liberarme. El alivio fue fugaz, reemplazado por el terror cuando la puerta se abrió de golpe.

Un hombre entró, su silueta recortada contra la luz tenue del pasillo. Me miró con sorpresa, pero no tuve tiempo para dudar. Con una fuerza que no sabía que tenía, me lanzé hacia la ventana más cercana. La ventana crujó bajo mi peso, y el sonido del cristal rompiéndose se mezcló con el grito del hombre. Sentí un dolor agudo en la pierna al deslizarme fuera, pero la nieve fría contra mi piel me despertó de inmediato. Tenía que correr.

Corrí, tambaleándome, sin mirar atrás. La adrenalina me impulsaba, apagando temporalmente el dolor que amenazaba con derribarme. La oscuridad de la noche era mi único refugio, y las luces de la ciudad a lo lejos eran mi única esperanza. Pero el camino no era fácil. La nieve cubría todo a su paso, y mi cuerpo, exhausto y herido, comenzaba a ceder.

Athan.

Su nombre era un mantra en mi mente. Había desaparecido sin dejar rastro, y cada pista que había seguido me había llevado a este infierno. Las últimas noticias que recibí decían que había sido visto en Canadá, secuestrado, igual que yo. Pero ¿por qué? ¿Qué habíamos hecho para merecer esto? Y, lo más importante, ¿qué tenía que ver Jake en todo esto?

Mientras mi mente se llenaba de preguntas sin respuesta, mis pasos se volvieron más lentos. El frío me calaba hasta los huesos, y el dolor en mi pierna era insoportable. Me detuve por un momento, apoyándome en un árbol cubierto de nieve. Mi aliento formaba nubes frente a mí, y el viento helado me cortaba el rostro. Estaba al borde del colapso, pero algo dentro de mí se negaba a rendirse.

Fue entonces cuando lo vi: una huella en la nieve. Mi corazón dio un vuelco. ¿Podría ser de Athan? Me agaché para examinarla más de cerca. Era reciente. Aunque no estaba segura de si pertenecía a él, mi instinto me dijo que debía seguirla. Cojeando, con el dolor latiendo en mi pierna, comencé a caminar tras el rastro. Cada paso era un esfuerzo titánico, pero no podía detenerme.

El sendero me llevó hasta un edificio abandonado. Las ventanas estaban rotas, y la fachada mostraba las cicatrices del tiempo. Todo en mí gritaba que esto no era una coincidencia. Me acerqué con cautela, mi corazón latiendo como un tambor en mi pecho. Al entrar, el silencio era ensordecedor. Había signos de que alguien había estado allí recientemente: cajas caídas, papeles dispersos, huellas en el polvo.

De repente, un ruido hizo que me detuviera en seco. Giré sobre mis talones, mi respiración atrapada en mi garganta. Una sombra se movió al fondo de la habitación. Sentí un nudo en el estómago mientras la figura emergía de las sombras. Era un hombre encapuchado.

—¿Athan? —mi voz fue apenas un susurro.

El hombre no respondió. Dio un paso hacia mí, y la luz que se filtraba por una ventana rota iluminó su rostro. Mi corazón se hundió. No era Athan. Antes de que pudiera reaccionar, sentí un dolor punzante en mi pierna. La herida se había abierto de nuevo. El dolor me hizo caer al suelo, pero mi instinto de supervivencia tomó el control. Me levanté como pude y corrí hacia la salida, tambaleándome.

El hombre gritó algo, pero no me detuve. El aire frío de la noche me golpeó en el rostro cuando salí del edificio. Corrí sin rumbo, con el corazón desbocado y las fuerzas agotándose rápidamente. No podía rendirme. Athan tenía que estar cerca. Lo sentía.

Mi mente era un caos de pensamientos y emociones. Las palabras del hombre en el almacén seguían resonando: "Jake era un traficante, un asesino..." Pero ¿y si no era tan simple? ¿Y si todo esto era parte de algo mucho más grande? Mi hermano no era perfecto, pero tampoco era un monstruo. Necesitaba respuestas, y la única forma de obtenerlas era encontrando a Athan.

Finalmente, mis piernas no pudieron más. Me desplomé en la nieve, jadeando, con el cuerpo temblando por el frío y el agotamiento. Las luces de la ciudad estaban cerca, pero parecían tan lejanas como un sueño inalcanzable. Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro, mezclándose con la nieve. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba al borde de la derrota.

Pero entonces, algo cambió. Un sonido. Al principio apenas perceptible, pero luego más claro. Eran pasos, acompañados por una voz.

—¡Athan! ¿Eres tú? —grité con las últimas fuerzas que me quedaban.

Una figura emergió de entre los árboles. No era Athan, pero tampoco era uno de los hombres que me perseguían. Era una mujer, vestida con ropas gruesas y un semblante decidido.

—Tranquila, te ayudaré —dijo, acercándose a mí.

Sus palabras eran un consuelo, pero también una promesa. Quizá, solo quizá, no estaba sola en esta lucha.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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