Capítulo 3

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DESCONOCIDO.

FUTURO

Ella estaba ahí, con la cabeza agachada; con sus manos y pies atados, ella lloraba silenciosamente donde nadie la escuchara, excepto yo.

-¿De qué lloras? -le pregunté, mostrando una sonrisa.

-Vete al diablo, monstruo de mierda. -Ella mostraba rabia y llanto en sus ojos. Su voz sonaba quebrada, por la cual dejé de sonreír.

Acerqué mis manos hacia su quijada, levantándola de perfil hacia mí, mostrando su rostro con sangre.

-¿Por qué andas tan insultadora hoy? -le pregunté, con una sonrisa torcida.

-No te tengo miedo. -Ella jadeada demasiado, si me tenía miedo.

No respondí, puse mi pulgar en su mejilla para darle un beso en sus labios.

-Me encanta tus labios mojados, los puedo usar para que te des cuenta que eres mía -murmuré, acomodando su cabello.

-No soy tuya -protestó.

-Es una lástima, preciosa. -Dejé de tocarla y pasé por la puerta.

Salí, sonreí victorioso. Cogí mi teléfono para llamar a uno de mis secuaces.

-¿Alo? -Él respondió al tercer tono.

-¿Traes lo que te mandé? -pregunté.

-Sí, señor, en un momento se lo dejaré hacia su casa.

-Está bien, ven rápido.

Colgué; guardé el teléfono en mi bolsillo para salir de mi hogar a esperar mi objeto, lo necesitaba para cosas importantes. Encendí un cigarrillo y lo puse en mis labios para exhalar el humo; ese maldito ese había tardado mucho, finalmente como a los quince minutos él llega.

-Llegas tarde -le recordé, yo le había dicho que viniera rápido y no me hizo caso.

-Lo siento, señor, yo...

Lo golpeé con el arma que tenía en mi bolsillo, él gruñía de dolor y yo me quedé viéndolo con cautela.

-Que sea la primera y última vez que me desobedeces, o si no... -recargué el arma y apunté hacia su cabeza-. Las pagarás.

Él continuaba tocando su cabeza sangrienta, la sangre se había secado en unos minutos y él ya se había ido.

Entré a la casa, mis hermanos me veían con cara de curiosidad pero no les presté atención. Me dirigí hacia el sótano, abriendo las puertas. La oscuridad llega a mis ojos y enciendo la luz por un lado. Ella estaba dormida, sonreí para mí mismo como un estúpido. Ella no sabía lo que yo tramaba, ella no era la chica perfecta que todos conocían, que era inocente, pues no. Hemos follado docenas de veces y ella sentía placer al respecto. Me acordé de esa vez.

-¡Ah! ¡Más rápido! -Ella gimió mi nombre muchas veces y yo le agradecí.

Agarré sus caderas para hacerlo más rápido. Sus gemidos ahogaban sus labios mientras dejaba besos húmedos en mi cuello.

-Di que eres mía -le dije, sonriéndole y besándola.

-¡Soy tuya! ¡Más rápido! -Obedecí, le hice más rápido y el sonido plasmaba la habitación del hotel. Ella gemía más rápido y yo jadeaba.

-Mierda. -Toqué sus pechos y sentí el mayor placer del mundo.

Cambiamos de posición a la que estábamos. La levanté de la cama y choqué contra la pared para meter mi miembro en su entrepierna. Agarré su espalda para que no cayera al piso, así que ella jadeaba y yo igual.

Nuestras respiraciones se aceleran y el orgasmo había llegado, su mirada lujuriosa lo decía todo, así que lo hice aún más rápido.

-¡Oh por Dios! ¡Mierda! ¡Ah! -Escuché sus gemidos fuertes y yo sonreí.

Después de unos minutos, la bajé.

-Agáchate.

Ella se agachaba lentamente, ella agarró mi miembro y lo lamió hasta meterlo en su boca. Jadeé de placer, nunca lo había sentido de esta forma. Agarré su cabello y le hice más rápido y ella se atragantó. Después ella se separó y se fue a la cama.

-Levanta las piernas.

Ella obedeció de nuevo, metí mi lengua en su entrepierna y ella gemía más fuerte. Agarré sus pechos húmedos que había besado hacía ya ratos, ella bajaba su cabeza mientras yo seguía con el ataque. Agarré sus piernas y metí mi miembro.

-Mierda, estás toda mojada. -Dije y ella sonrió y se mordió el labio inferior.

Ella agarró mi miembro y la metió en su entrepierna. Lo hice rápido, la cama sonaba una y otra vez que los gemidos escapaban de nuestros labios, ella se agarraba de la sábana. Besé su abdomen mientras seguía gimiendo. Seguí aún más rápido.

-Te aseguro que nadie será tuyo, solo yo -gemí.

-Solo seré tuya y de nadie más.

-Así me gusta.

Sus piernas temblaban. Me agité demasiado que mi respiración seguía muy acelerada.

Después de media hora ella estaba recostada en mi pecho.

Sonreí, volviendo a la realidad.

Ella despertó, mirándome fijamente a los ojos. Ella jadeaba de terror mientras yo me acercaba a sus labios.

-¿Quieres ser mía de nuevo, Ashley?


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Nota: Vaya, este ha sido la escena +18 más fuerte que he escrito en mi vida JAJAJAJ. Este ha sido un capítulo corto, pero muy pronto les subiré el siguiente capítulo, este solo ha sido narrado por un personaje secundario que más adelante les diré quien es.

Bueno, bye, inocentes.


Rosas y espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora