Capítulo 2

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"Los pequeños errores indican la muerte, pero la muerte se puede idealizar a través de un chuchillo afilado, cubierto de sangre, mojando cada parte del cuerpo."


KIARA

Mi madre tenía que estar bromeando.

-¿De qué estás hablando, mamá? -No pude evitar preguntar, esto estaba muy extraño.

-No fue un accidente... lo mataron. -Su voz estaba demasiado quebrada, no podía distinguir lo que decía.

-Pero nos dijeron en el hospital que sufrió un accidente -le recordé.

-Pues nos mintieron... aquí dice que su causa de muerte fue por homicidio.

Me quedé pasmada. Agarre el papel de la autopsia y empecé a leer cada detalle que estaba a través de la autopsia.

Estaba leyendo cual fue su causa y...

No lo podía creer. Si era cierto.

Mi madre no contuvo el llanto, así que sus lágrimas rozaron sus mejillas. Puse mi mano en mi rostro para llorar silenciosamente; abrace a mi madre, que estaba sentada en una de las sillas.

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Regresamos a mi hogar, el atardecer se volvía de noche así que las nubes y el sol se ocultaban, mostrando el cielo naranja. Fui a mi habitación, he tenido demasiado sueño porque no he descansado en todo el día, así que intentaré dormir. Pero la incomodidad no me lo permitía, las almohadas estaban muy gruesas entonces la cambié por la de abajo y así estaba más cómoda. Cerré los ojos y pude dormirme.

-Jake, ven a por mí. -Me quejaba encima de un árbol que habitaba nuestra casa.

Él reía a carcajadas, yo no le sentía gracia, a mis doce años he sido demasiado fría y muy enojona así que lo insulto sin ninguna mala palabra.

-¿Crees que me puedes ofender con tus palabras sin sentido? -bromeó, riendo.

-Eres un inmaduro -murmuré.

-Tú eres una niña introvertida.

-No soy introvertida.

-Sí lo eres.

Le saco la lengua y él hacía lo mismo.

-¿Cuál es esa pelea que se tienen? -Mi madre nos escuchó pelear, y ella salió al jardín a llamarnos la atención.

-Jake no quiere bajarme de aquí -murmuré, incrédula.

-Ven, Kiara. No vuelvas a subirte. -Mi madre puso sus brazos en mis axilas para bajarme, yo no sostenía peso entonces ella pudo bajarme del árbol con facilidad-. Ya está lista la cena, vengan a comer.

Nosotros entramos con cautela, mi madre preparaba chocolate caliente por el frío que hacía, entonces le tomé un sorbo e hice un quejido de que estaba caliente.

-¡Mamá, está caliente! -me quejé.

-Ten más cuidado la próxima vez -masculló.

Jake solo tomaba su chocolate, yo por mi caso agarré con un contenedor y agarré un trozo de huevo revuelto a mi boca, el sabor estaba bueno solo que la sal estaba muy pasada pero no me quejé esta vez.

Silencio.

El silencio había reinado entre nosotros. Jake se había ido hacia su habitación y me quedé lavando trastos junto con mi madre; ya había terminado entonces charlé con ella por un rato.

Rosas y espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora