Capítulo 10

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El ataúd descendió lentamente al suelo, como si cada segundo de ese movimiento fuera una eternidad. Las flores blancas que lanzamos se acumularon sobre la madera oscura, creando un manto que no podía ocultar el peso del adiós. Me quedé allí, inmóvil, mientras la tierra comenzó a cubrirlo. No quería mirar, pero tampoco podía apartar la vista.

Ashley me sostuvo cuando sentí que las piernas me flaqueaban.

—Es demasiado, Ash... demasiado... —murmuré, con la garganta seca.

—Lo sé, K. Estoy aquí. No tienes que hacerlo sola.

Sus palabras eran reconfortantes, pero el vacío seguía creciendo dentro de mí. Mi hermano, Jake, mi mejor amigo, estaba ahora enterrado. Y con él, una parte de mí.

Aquella noche, de vuelta en casa, no pude dormir. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes del entierro se mezclaban con recuerdos de Jake. Sus risas, su manera despreocupada de caminar por la vida, el apodo "Kirita" que solo él usaba. Pero había algo más, un eco persistente que no me dejaba tranquila: la sensación de que algo no estaba bien.

Cerca del amanecer, después de horas de dar vueltas en la cama, me senté, jadeando. De repente, otro recuerdo irrumpió en mi mente como un relámpago. Athan.

El beso.

Aquel beso que había intentado enterrar en mi memoria, como si no hubiera ocurrido. Su intensidad, el calor de sus labios, la manera en que el mundo pareció detenerse por un instante... y luego mi huida. Había salido corriendo, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. ¿Por qué había reaccionado así? ¿Miedo? ¿Confusión? ¿Culpa?

Me llevé las manos a la cara, tratando de borrar ese recuerdo, pero no pude. Athan. Siempre Athan.

Los días pasaron, pero el vacío no disminuía. La casa estaba más silenciosa que nunca. Mi madre se refugiaba en su dolor, y yo... yo no sabía qué hacer con el mío. Decidí salir, caminar sin rumbo, buscando algo que me distrajera.

Terminé frente al café donde Jake solía trabajar los fines de semana. Me quedé allí, mirando desde afuera, hasta que una figura conocida salió. Era Marco, uno de los compañeros de trabajo de Jake.

—Kiara —dijo al verme, con una mezcla de sorpresa y cautela.

—Hola, Marco —respondí. Mi voz sonaba más firme de lo que esperaba.

Él pareció dudar un momento antes de acercarse.

—Lo siento mucho por lo de Jake. Era un buen chico.

—Gracias. Yo... quería preguntarte algo.

Marco asintió, aunque su expresión cambió ligeramente. Había algo en sus ojos, algo que no podía identificar.

—¿Sabes si Jake tenía problemas con alguien? —pregunté, tratando de mantener la calma.

Marco se pasó una mano por el cabello, evitando mi mirada.

—No sé, Kiara. Él... no hablaba mucho de su vida personal aquí.

—¿Estás seguro? —insistí.

Él pareció dudar por un momento, pero finalmente sacudió la cabeza.

—Jake era un buen tipo. Pero, bueno... sí, a veces parecía preocupado. Como si estuviera metido en algo que no quería que los demás supieran.

Mi corazón dio un vuelco.

—¿Algo como qué?

Marco bajó la voz, mirando a su alrededor como si temiera que alguien lo escuchara.

—Mira, no sé mucho, pero una vez escuché a Jake discutir por teléfono con alguien. Estaba furioso. Decía algo sobre un dinero que no le habían pagado.

Mi mente empezó a trabajar rápidamente. Jake nunca me mencionó nada sobre problemas de dinero.

-

Decidí investigar más. Si Jake estaba metido en algo, alguien debía saberlo. Fui a buscar a Frey, uno de los mejores amigos de Jake, y lo encontré en el parque donde solíamos pasar el rato.

—Frey, necesito hablar contigo.

Él levantó la mirada, su rostro se ensombreció.

—¿Sobre Jake?

Asentí, y me senté junto a él.

—¿Sabes si Jake estaba metido en algo... peligroso?

Frey suspiró y miró al suelo.

—No sé si peligroso, pero... sí, había algo. Hace unas semanas, Jake me pidió que lo cubriera en el trabajo porque tenía que "resolver algo importante". No me dijo más, pero se veía nervioso.

—¿No te dijo con quién iba a reunirse?

—No. Pero, Kiara, si estás pensando en investigar esto, ten cuidado. Jake no quería que nadie supiera.

Su advertencia me dejó inquieta, pero no podía detenerme. Si Jake estaba en peligro, debía descubrir por qué.


Esa noche, regresé a casa sintiéndome más perdida que nunca. Me encerré en mi habitación, rodeada de fotos de Jake, buscando algún indicio, algo que me diera una pista. Fue entonces cuando noté un sobre que no había visto antes. Estaba escondido detrás de su escritorio.

Lo abrí con manos temblorosas. Dentro había una serie de recibos y una pequeña nota con una dirección escrita a mano.

Mi corazón se aceleró. Esto era algo.

Al día siguiente, decidí ir a la dirección. Era un edificio antiguo en una parte de la ciudad que no conocía bien. La puerta estaba entreabierta, y al entrar, me encontré con Athan.

—¿Athan? ¿Qué haces aquí? —pregunté, sorprendida.

Él me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Podría preguntarte lo mismo.

Había algo en su tono, algo que me hizo sentir que él sabía más de lo que estaba dispuesto a admitir. Y por primera vez, me pregunté si Athan también tenía algo que ver con la muerte de Jake.


Rosas y espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora