Capítulo 6

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"Las personas pueden tener defectos, debilidades, ante todo secretos oscuros."

Kiara.

Le respondí el beso.

El roce de nuestros labios le daban un toque posesivo y apasionado, pero no era lujurioso, él movía sus labios una y otra vez dejándome intacta un momento. Agarro su nuca y empiezo a besarlo con incredulidad.

Esto no es correcto.

Detuve nuestro beso y empujo a Athan, marcando una distancia entre nosotros.

—¿Qué rayos fue eso? —pregunté culpándolo.

—Lo lamento, fue un error.

—Como sea, hagamos que esto nunca pasó —aseguré con incredulidad.

Pasé por su lado, guiándome hacia su casa. Cuando entramos todos estaban con sus teléfonos, un amigo de Athan me miraba con morbosidad y eso me hizo fruncir el ceño por completo.

Me senté en uno de los sillones y la novia de Athan que no recuerdo su nombre... ¿Era Irania? ¿Dinosaurio-Rex? Bueno, me observaba de arriba hacia abajo con el semblante arrugado pero no les resté importancia. Me puse de brazos cruzados mientras venía Athan a sentarse y le dio un beso en los labios a Irene y el pecho se me agrietó. Puse los ojos en blanco por lo que vi.

Idiota.

No sé porque sentí celos en ese momento pero me incomodaba demasiado, estar con tres personas desconocidas me dejaba melancólica. Athan había terminado de besuquearse con Irene y fue largo, más de lo que yo suponía.

—Y bien, ¿irán a la fiesta de Patrick? —preguntó Jay formando un puño en su mano.

—Yo sí —se apuntó Irene.

Athan me miraba, sus ojos se encontraron con los míos y para evitar mirarlo me dirigí hacia la cocina.

Abrí el refrigerador y encontré un zumo de manzana. Sostuve un vaso y lo sumergí de mala gana. La cabeza me dolía demasiado y lo que quería era irme de aquí, irme sin dar ningún tipo de problema que dejara marcado en esta casa.

Sentí unos pasos detrás, era él.

Athan.

Me giré para verlo a los ojos, estaban brillando de una forma sorprendente y me dejaba pálida en el intento.

—¿Estás enfadada? —preguntó confiado.

—¿Enfadada por qué?

—Tú lo sabes.

Empecé a recordar, el beso; no recordaba en lo absoluto, solo recordaba los celos que se habían formado en mis venas y me había dejado incomoda.

—¿Sabes? No quiero recordar lo que tuvimos hacía un momento, quiero dejar de pensarlo desde ahora —comenté de mala gana.

—¿Y por qué lo pensarías?

—Porque fue un error de mierda.

Pasé por su lado, dándole la espalda. Mientras iba caminando hacia el salón tomaba un sorbo de jugo y mis labios se mojaron por lo frío que estaba.

—¿No quieres ir a la fiesta? —preguntó Todd, haciéndome sentir inquieta al respecto.

—¿Por qué yo?

—Porque nos has caído genial —murmuró Jay.

—Pero ni siquiera he hablado con ustedes desde que vinieron —mascullé confundida.

Rosas y espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora