Capítulo 5

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ATHAN

Kiara estaba dormida.

Me levanté de la cama, dejándola dormir. Bajé las escaleras para dirigirme a la cocina, con mis zapatos enlazándose en el piso mármol. El sábado había llegado, hoy era un buen día para desayunar cereal; así que saco la leche del refrigerador y el cereal que estaba arriba. Lo preparo en una taza honda, sumergiendo la leche y el cereal.

Puse dos cucharadas de azúcar porque no me gusta así sencillo entonces lo puse en mis labios. El dulce sabor invadió mi lengua, manifestando lo delicioso que estaba.

Me dirigí hacia el salón para poder ver una película, porque estaba un poco aburrido.

Kiara apareció en el pasillo, con su cabello negro desordenado y con cansancio en su rostro.

Ella se sentó a mi lado, puso un cojín en su pecho y lo abrazó con sus brazos.

—Veo que no has dormido bien —bromeé, con mi tono sarcástico.

—Oh, vamos, he intentado dormir desde anoche y no he podido —protestó, con una cara desagradable.

—¿Ni en mi pecho? —intervine, con una sonrisa traviesa.

Ella me lanzó el cojín que tenía y yo reí a carcajadas.

—No me lo repitas. —Se pasó la mano por la cara y me quedé viéndola fijamente a los ojos.

El timbre sonó, fruncí el ceño porque nadie venía a mi casa los sábados; abrí la puerta y Larry me abrazó.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunté con curiosidad.

—Te he echado de menos, hombre. —Él venía con Jay, Irene y Todd, que eran mis amigos de secundaria, —de Noruega— así que los abrazo uno por uno.

Irene era mi novia, así que le doy un beso en sus labios.

—He venido con ellos —dijo ella, con una sonrisa que enmarcó sus labios.

Ella era perfecta, cualquier chico moriría por ella. Mostraba su cabello rubio y largo. Sus ojos mostraban color verde menta y su cuerpo podía mostrar lujuria. Tenía unos pechos no tan grandes, pero si disfrutaba hacerlo con ella.

—¿Cómo vinieron? —pregunté incrédulo.

—En avión, estúpido —dijo Jay poniendo los ojos en blanco.

—Y... ¿quién es ella? —Irene siempre tenía celos cuando estaba con una chica aparte de ella.

—Es mi vecina, tranquila. —A veces me molestaba cuando ella tenía celos, pero decidí no malinterpretarlo.

—¿Y por qué está aquí?

—Porque su madre está en un viaje y ella tiene fiebre, entonces... durmió aquí. —Era la primera vez que me ponía nervioso, ella se calmó y pasó por mi lado, sentándose junto a Kiara.

—Hola —saludó, con una sonrisa falsa que noté.

—¿Por qué estás aquí? ¿Acaso no tienes una casa donde vivir? —Irene rio, la rabia había llegado en mí así que respondí a su comentario.

—Irene, para...

—No te preocupes, Athan —Kiara hizo una pausa—. Athan te dijo el motivo por la que estoy aquí, se me hace que estás sorda.

Eso me impresionó.

—¿Disculpa? —Ella mostró incomodidad así que sonreí.

—Lo siento, no era mi intención decir que eres una sorda, supongo que un bebé entendería mejor que tú —intervino, mostrado una sonrisa victoriosa.

Irene se sentía muy incómoda, así que respondió.

—Yo no dejo que nadie me diga algo como eso. —Se levantó del sillón y se dirigió hacia Kiara, que se miraban fijamente a sus ojos.

—Pues aguanta —murmuró, de perfil hacia ella.

Mierda, Kiara era muy buena con los insultos.

—Qué lástima que tú no puedas ver a tu padre y por suerte yo sí —Irene masculló, arreglando su cabello desordenado.

Kiara me miró un segundo y se levantó. Yéndose rápido de la puerta del salón; yo la seguí con cautela, ella había abierto la puerta, yo salí con ella al jardín, donde estábamos solos.

—Kiara, espera... —detuve su camino.

Ella se volteó, con su rostro enrojecido. Las lágrimas caían de sus ojos y rozaban sus mejillas, así que ella respondió.

—¿Vas a defenderla tú? ¿A tu ser amada? —preguntó, con el semblante arrugado.

Yo no respondí, así que ella continuó.

—Mirad, no soy como ustedes. No soy una pija con la que has interactuado —murmuró, de forma triste y fría—. No soy alguien interesante para ti, solo soy una estúpida marioneta.

Ella soltaba más lágrimas, el hecho de que haya pasado esto, no significaba que era algo correcto.

—¿Quién querrá interactuar con pijos presumidos? —solté, frunciendo el ceño.

—Algo llamado amigos —respondió, con una sonrisa triste—. Tú no me ves como a una amiga, Athan, solo soy una chica común y corriente que no sabe lo que hace. En cambio, tú, eres una persona brillante comparada con la mía. No sabes lo difícil que fue mi vida... no quiero estropearlo todo solo por una Barbie plástica y muy colérica.

Guao, eso me sorprendió.

Kiara formó puños con sus dedos, mostrando sinceridad en sus palabras.

Ella vio que no hablé por un largo rato, entonces se volteó y siguió su camino hasta su casa. No quería dejarla ir, fui tras ella. Volteé su rostro, sus ojos se encontraron con los míos y, estampé sus labios contra los míos, formando un beso.

Rosas y EspinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora