Me senté en el sillón de mi habitación blanca, con la mirada perdida dentro de un libro de misterio, uno que me había dejado absorto desde hacía un par de días.
Me faltaban un par de páginas para poder llegar al final y descubrir la verdad.
Quería develar el misterio que tenía en problemas al protagonista, pero no pude continuar.
Estaba pensando en las similitudes de aquel libro con mi vida, cuando era solo un niño, cuando tenía siete años.
En aquel entonces pasaba mis tardes jugando en mi habitación con algunos muñecos, imaginando historias extrañas y alocadas que solo se le ocurrirían a un niño pequeño cargado de imaginación e inventiva.
En las mañanas, iba a la escuela deseando encontrarme con mis compañeros, donde jugábamos y reíamos a carcajadas. Nunca tuve buenas notas que superen el siete, ya que no podía concentrarme mucho en las clases. Era un niño distraído en su propia mente.
Aun así no importaba mucho ya que era un niño feliz y mi madre también lo era.
Aunque una madrugada todo cambió...
Encontré a mi padre ahorcado en el sótano de la casa, un lugar donde antes no me había atrevido a pisar debido a que siempre le había tenido miedo. Estaba aislado y era oscuro. Además de que mi imaginación me hacía pensar que había algún monstruo allí abajo, acechando y observándome, mirando hacia la puerta con sus ojos rojos, esperando a que baje.
Pero ese monstruo no arrastró a mi padre hacia el suicidio como podría haber pasado en mi imaginación, sino que fue por su propia voluntad.
Desde ese día, sentía una curiosidad morbosa hacia lo que había hecho mi padre, y le pregunté a mi madre sobre ello, quería saber las razones de aquella decisión tan drástica.
Me respondió con palabras que me sorprendieron, no esperaba escucharlas al ser un niño que aún no comprendía la vida adulta.
—Tu padre lo hizo porque había quedado en bancarrota, nos dejó sin importarle nada. —murmuró con rabia, odiando el acto que había hecho mi padre aquel día e insultando su pasada existencia.
No comprendí el comportamiento de mi madre, no estaba capacitado para entenderlo en ese momento. Años después me había dado cuenta de que fue por una de las etapas del duelo, ira, y que así afrontaba la pérdida, estaba sufriendo.
Habían pasado un par de meses, sabía que ahora mi madre sufría en silencio para no afectar mi ánimo del día a día. Desafortunadamente, había algo que continuaba en mi mente desde que había visto colgado a mi padre.
Me recorría un deseo morboso.
Quería volver a ver esa escena, sin importar cómo.
Así que después de agarrar a hurtadillas el teléfono de mi madre, busqué en Internet como hacer el nudo dogal de verdugo, más conocido como «nudo del ahorcado».
Después, busqué hilo en los cajones de la habitación de mi madre, encontré uno blanco e hice el nudo. Más de una vez.
Luego, me dirigí a mi habitación, agarré uno por uno a mis muñecos, les pasé la cuerda por el cuello y los colgué en los barrotes de mi ventana, en los muebles y también en el techo, luego de quitar los diferentes planetas que habían estado ahí desde que tenía memoria.
Al cabo de un rato, aprecié lo que había creado, observé a todos los muñecos que estaban colgados en todas partes alrededor de mí, colgados como lo había estado mi padre.
Al observarlos uno por uno, noté que ninguno tenía la expresión que había tenido el hombre que alguna vez había estado vivo y se había suicidado en el sótano.
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Relatos de terror y suspenso ©
Horror¿Te atreves a leerlos? Cada uno de los relatos que encontrarás aquí será único y diferente al anterior. ----------------- Inicio: Marzo 2022 ----------------- #19 microrrelato - 25jul22 al 26jul22 #7 microhistorias - 26jul22 #1 antología - 30ago22 a...